Dirección: José Luis Chavarría. Intérpretes: Ángel Solo, Chema Ruiz, Diego Pizarro, Juan Carlos Puerta, Kike Inchausti Ramírez, Alejandro Pantany, Luis Muñiz Fernández, José Luis Cavaría, Tomás Repila, Chete Guzmán, Inma Romero, Verónica Valiente. Lugar y fecha: Olite, escenario de la Cava. 19/07/10.
EL teatro clásico está lleno de duelos cruciales que se resuelven en una o dos líneas de texto. No procede extenderse en su descripción, sino que la coreografía, la mayor o menor minuciosidad de la filigrana, queda para la puesta en escena a criterio del director y a la habilidad de los intérpretes. Para el autor, el duelo es una necesidad argumental, nada más. Sin embargo, para la compañía La Irremediable, un duelo es un hecho tan relevante como un galanteo, y hay tanta belleza en un cruce de aceros como pueda haberla en la versificación más delicada. El grupo, que toma su nombre de una estocada, ha pretendido dar la vuelta a la idea de que los duelos son irrelevantes en la historia y echa su cuarto a espadas sobre este asunto con una obra en la que los lances de esgrima se elevan en importancia sobre las palabras.
O casi. Porque si los duelos con pan son menos, los duelos con palabras son más. Si hay que pelear, debe estar justificado, y no hay mejor justificación que un buen texto. La Irremediable toma como excusa textual para sus pendencias fragmentos de El alcalde de Zalamea, El Buscón o Don Juan Tenorio. Nada que alegar. Sorprende más que se cuele de rondón una parte de El capitán Alatriste, de Pérez-Reverte, por mucho que esté repleta de versos de Quevedo y que sea éste precisamente uno de los duelistas. En fin, no es que esté mal, es más bien una cuestión de coherencia. La quinta escena (y final) es un duelo sin palabras inspirado en el entierro de Mariano José de Larra y presentado como alegoría del Romanticismo, al tiempo que se califica de homenaje al escritor. Me pasa parecido: no termino de encontrar su encaje en el conjunto, aún menos que al anterior.
Duelo de esgrima y palabras propone un punto de partida interesante, pero la propuesta no termina de funcionar. Sobre la esgrima, no puedo comentar gran cosa, no soy un experto. Varios de los duelos están bien, pero yo, que tal vez iba con expectativas demasiado elevadas, salí un tanto decepcionado. Tal vez porque, si éste era el punto fuerte del montaje, esperaba algo más espectacular. Espectacularidad que se percibe en parte en el dos contra cuatro del pasaje de Alatriste, aunque sea un lance algo fugaz. Está también bien resuelto el enfrentamiento entre espada y cucharones que ilustra el fragmento de El Buscón. Es vistoso, original y divertido. El resto, ya digo, sin poder juzgarlos técnicamente, no me despertaron más interés. En el caso del duelo entre Don Juan contra Avellaneda y Centellas hay una cierta desproporción entre el breve tiempo que se dedica a la pendencia y el texto representado. Los actores están bien, especialmente Ciutti, aunque se echa en falta un buen comendador
En general, las interpretaciones son cumplidoras, aunque no brillantes. No me convence la hija de Pedro Crespo en la primera escena, no termina de cogerle el tono a un pasaje tan trágico y emotivo. En el fragmento de Alatriste destacaría a un buen Quevedo, y también al dúo de franchutes con el que mide su acero. La música de piano es un arma de doble filo, y nunca mejor dicho tratándose de espadas: acompaña bien algunas escenas, pero en otras está de más, sin contar con que la elección de las melodías no siempre es la más indicada.