pamplona. El "misterio", la "historia" y la "realidad" que envuelven al personaje de Cristina de Noruega sedujeron tanto a Espido Freire (Bilbao, 1974), que ha hecho su primera incursión en la novela histórica con La flor del norte (Planeta). Ahonda en una mujer joven que, a pesar de vivir en el siglo XIII, tuvo la oportunidad de "elegir" a su futuro marido entre los pretendientes de Castilla.

"La flor del norte" es su primera incursión en la novela histórica. ¿Por qué este cambio?

En realidad no es un giro tan enorme como pueda parecer porque a mí lo que me interesaba era un personaje determinado, en este caso Cristina. Dio la casualidad de que vivía en el siglo XIII, por lo tanto el entorno tenía que cambiar. Escribir una novela histórica ha sido una casualidad. Lo obliga el personaje.

¿Qué le llevó a decantarse por Cristina de Noruega?

Hay algo extraño respecto a este personaje que ha atraído a muchos escritores. Hay una parte de misterio, que te permite construirte el personaje que deseas. Una parte histórica de una época fascinante. Y hay una parte de realidad que está alejada de nosotros y despierta interés. Si unes ese misterio, esa parte histórica y unes una historia que está contada en una saga en el siglo XIII creo que el cóctel está completo.

¿Esa realidad se puede trasladar a la época actual? Por ejemplo, el momento en el que se produce una discusión por un escote.

El escote era un problema entonces y en algunos casos es un problema aquí. Lo cual indica que qué mostraban y qué mostramos las mujeres de nuestro cuerpo ha sido siempre un asunto público. No era tanto una decisión de la moda, sino también de la religión, incluso de la política. Cuando Cristina llega a Castilla no puede usar parte de su ajuar porque las leyes no lo permiten. Era un lugar en el que se aspiraba a cosas muy similares a las que tenemos ahora: la supervivencia, el poder, el dinero...

Cristina de Noruega se podría considerar como una mujer objeto.

Eso es, era un objeto. A mí eso me gusta porque solamente habla dos veces en los documentos históricos que hay. Y las dos son para demostrar que no era tan objeto. Una era para elegir a su marido. Su padre le había dejado ir al sur para que, entre los hermanos del rey Alfonso X, eligiera ella cuál le parecía mejor, algo inusual. La segunda vez es para pedir una gracia, un favor: que erijan una capilla en honor de San Olav, su santo preferido que le había protegido durante el viaje.

Esa capilla se está construyendo ahora.

En Covarrubias han decidido llevar a cabo aquello que la princesa no pudo ver y aquello que su marido le concedió. Estamos hablando de un ayuntamiento, de una fundación creada con su nombre, de la embajada noruega... Turistas y noruegos vienen para ver su tumba en Covarrubias. Es como si, poco a poco, esa voz del objeto se estuviera convirtiendo en la llamada de una persona.

¿Cómo definiría a su protagonista, la princesa nórdica?

Mi Cristina es una mujer contradictoria, es una mujer que no se conoce a sí misma. Ella se ha construido un mundo que le coloca a ella como una víctima y, poco a poco, empieza a contarnos la verdad. Y en esa verdad vemos a una Cristina distinta. Ella durante mucho tiempo no se ha enterado de lo que ocurría a su alrededor, no ha querido, ha vivido absorta en sí misma, como una mujer egoísta y reconcentrada en sí misma.

¿Cristina vivió atormentada?

Es una mujer que ha sufrido muchos tormentos pero yo no sé si es una mujer atormentada. Creo que le falta la complejidad emocional como para sentirse una mujer atormentada. Cuando toma una resolución lo tiene muy claro. No suele mirar atrás.

Idolatra a su madre y a su abuela.

Me parece que se define así pero creo que no tiene gran cosa de las dos. La abuela es una mujer que vivió la guerra civil. La reina Magret ha vivido la guerra siendo parte activa de ella. Ella era hija de un bando y estaba casada con uno de otro bando. A Cristina no la educan para enfrentarse a sufrimientos grandes.

Es su novena novela. ¿Ha evolucionado desde la primera?

Han pasado 20 años. La primera la escribí con 16 y este verano haré 37. Es curioso porque el estilo, los mimbres estaban ya en Irlanda. Ahora soy consciente de que tengo unos lectores. No me condiciona a la hora de escribir pero sé que tengo un público.