madrid. Inés Fernández Ordóñez se convirtió ayer en la primera filóloga que ingresa en la Real Academia Española, en concreto ocupará el sillón P, y lo hizo con un discurso innovador en el que defendió el origen plural de la lengua española, que "no puede identificarse sin más con el castellano". "El español es un crisol de rasgos lingüísticos de dispar procedencia" y en su formación influyeron también elementos asturleoneses, navarroaragoneses, gallegoportugueses y catalanes, dijo ayer la nueva académica, que, a sus 49 años, es también el miembro más joven de esta institución.

Con su ingreso, Fernández Ordóñez refuerza la escasa presencia de mujeres en la Academia, que, entre sus 46 plazas, solo contaba hasta ahora con la escritora Ana María Matute, la historiadora Carmen Iglesias, la científica Margarita Salas y la novelista Soledad Puértolas.

La trayectoria de esta filóloga madrileña será muy útil sin duda para los trabajos de la Academia, porque, además de excelente dialectóloga y de dirigir desde 1990 el Corpus Oral y Sonoro del Español Rural, es experta también en la edición crítica de textos medievales, en especial de los producidos bajo el patronazgo de Alfonso X el Sabio.

En su discurso, antes de entrar en materia, Fernández Ordóñez hizo el elogio de su antecesor en el sillón P, Ángel González, fallecido hace tres años, y demostró la admiración que siente por el poeta ovetense, cuyos versos había citado en ocasiones como su oposición a cátedra. "Era como una predestinación", decía.

el discurso Recuperando los estudios del erudito Ramón Menéndez Pidal (1869-1968), el fundador de la escuela filológica española, Inés Fernández-Ordóñez explicó el origen y la evolución del español desde el Norte al Sur de la península, aunque matizó sus conclusiones. Según la filóloga, esta reconstrucción histórica "generalmente" aceptada y repetida "hasta la saciedad" entraña "ciertos problemas que Menéndez Pidal no pudo siquiera vislumbrar en la época que le tocó vivir en parte, por la insuficiencia de datos a su alcance".

En su opinión, los patrones de distribución geográfica de muchas palabras tradicionales revelan que en el reino de Castilla se hablaron variedades diversas, que también eran empleadas en territorios jurisdiccionalmente no castellanos, como León o Navarra. "Castilla y lo castellano se juzgaba esencia de lo hispánico y esa visión condicionó la interpretación de la historia de la lengua y de la literatura. Todo ello pone de manifiesto los márgenes amplios, no solo castellanos, de nuestra lengua", dijo Fernández-Ordóñez. En este sentido, indicó que la evolución del español no se explica simplemente por la castellanización, sino por el contacto entre las variedades lingüísticas que se hablaban en el centro peninsular y en el que "no siempre" se impusieron los castellanos.

Perteneciente a una familia en la que abundan destacados políticos e ingenieros, su padre, José Antonio Fernández Ordóñez, presidente del Patronato del Museo del Prado, fue de los primeros que utilizó el puente como una pieza artística, la nueva académica aportó argumentos para matizar las tesis defendidas por Menéndez Pidal en su obra Orígenes del español.

Según el gran filólogo, la extensión del castellano, "paralela a la expansión militar de Castilla, determinó la castellanización de las tierras conquistadas y, tras la anexión política, la de los reinos de León, Navarra y Aragón", recordó Fernández Ordóñez en su discurso titulado La lengua de Castilla y la formación del español.

La filóloga, que fue elegida para ocupar el sillón P de la RAE en diciembre de 2008, trabaja como catedrática de Lengua Española en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y, a lo largo de su carrera, se ha interesado especialmente por la dialéctica de nuestro idioma.