pamplona. Una joven pastora llamada Vera sufre un accidente y es arrastrada por las aguas de un río. Despierta en un lugar desconocido e inicia un viaje queriendo retornar a su valle. Los extraños lugares y sucesos que atraviesa en su odisea le plantean preguntas acerca de su propia identidad, de modo que, al final, el percance del comienzo dejará entrever un misterio que conecta mundos diferentes. Es la sinopsis de Vera, el largometraje de ficción en euskera cuyo rodaje dará comienzo el 4 de julio en el valle de Roncal con dirección de Iban Ayesta y producción de Iñigo Yurre desde Emana Films, productora creada por ambos para iniciarse en el mundo del cine.

La presentación del rodaje, que se desarrollará hasta mediados de agosto en distintas localidades de los valles de Roncal y Salazar, la Selva de Irati, las Bardenas Reales y Tierra Estella, tuvo lugar ayer en el frontón de Roncal, adonde acudió el elenco al completo, formado por Patricia López, Nia Acosta, Juan Ignacio de Paúl y Urko Olazabal. Cuatro intérpretes a los que, según el director, se suma un quinto: la naturaleza, que "estará presente constantemente en formas e iconografías muy diversas, porque partiremos de un entorno pirenaico y luego nos adentraremos en la Zona Media, en zonas de Huesca (valle de Hecho) y en las Bardenas", cuenta Ayesta, que llegó a este guión a través de un trabajo de campo que realizó en calidad de antropólogo en septiembre de 2009. Entonces, y por un período de dos semanas, acompañó a Fran Fuertes y Domingo Urzainqui, dos pastores de Burgui, en su travesía a través de la Cañada Real. "Junto a un rebaño de 2.000 ovejas salimos desde los pastos pirenaicos de Roncal hacia al Bardenas Reales del sur de Navarra y durante este tiempo ejercí una observación participante, apuntando todo lo que veía acerca de la relación tan especial que los pastores tienen con la naturaleza, cómo leían los códigos sonoros, las huellas..." A partir de ahí surgió Vera, historia que mezcla realidad y fantasía y en la que, salvando las distancias, permanece latente parte del aprendizaje que Ayesta absorbió durante aquellos días. "Es una ficción, pero sí que nos interesaba señalar que, desafortunadamente, la trashumancia roncalesa se encuentra a punto de desaparecer", indica el realizador, para quien la protagonista es una mujer peculiar "con un contacto extraordinario con la naturaleza", lo que le permitirá "iniciar un viaje que le llevará a descubrir su propia identidad".

Respecto al género en el que se enmarca esta historia, Ayesta reconoce que no es sencillo acotarla; algunos hablan de cine fantástico, otros de película de autor, pero los productores tienen claro que, ante todo, Vera es un proyecto artístico que da vida a un "universo poético y atemporal". "Se trata de la particular odisea de una pastora que atraviesa diferentes pasajes entre la realidad y la ficción", dice Ayesta. En cuanto a la estética, el director indica que el guión "sugiere más que cuenta", de manera que primarán los planos secuencia y la cadencia lenta. "El rodaje se valdrá de un ritmo pausado de acuerdo con los entornos naturales, con una composición plástica elaborada, una sobria puesta en escena, una música envolvente y un lenguaje visual fuera de campo", añade. De hecho, "habrá escenas que se basarán más en el sonido que en la propia imagen", a partir de un espacio sonoro a cargo de Xabier Erkizia, que trabajará mano a mano con el compositor Alejandro Garmendia, cuya música surgirá "de los sonidos de la naturaleza". Junto a ellos, el artista Oier Villar, que construirá de manera artesanal varias esculturas lumínicas, así como proyecciones para generar las sensaciones propias de la barrera invisible y mágica que explora la protagonista. Y es que, como señala el realizador, "hay lugares en la naturaleza donde yace latente una belleza y profundidad sobrecogedora, de modo que la historia de Vera alude al éxtasis humano y a las premoniciones oscuras". La naturaleza, sin duda, es una fuerza extraña.