Unas 40 personas, convocadas por el colectivo Bardenas Ya!, recordaron el pasado 3 de junio los 46 años del asesinato de la joven donostiarra Gladys del Estal en Tudela. Los hechos se produjeron el 3 de junio de 1979 durante la celebración pacifista y ecologista que luchaba contra la implantación de una central nuclear en Tudela y contra el militarismo. Tras una sentada pacífica al final del puente del Ebro de la capital ribera, un guardia civil disparó su arma contra la joven que murió en el acto.

Antes de comenzar el homenaje se dedicó un afectuoso reconocimiento del fotógrafo Román Fernández Garde fallecido el 12 de marzo de este año 2025, que siempre asistía a esta cita y que realizó algunas de las imágenes más emblemáticas de aquella fecha.

Momento en que varias tudelanas lanzan flores al río. Cedida

Un juicio lleno de irregularidades

En la cita, en la que se colocaron flores donde cayó muerta y se lanzaron otras flores al río Ebro, se recordó que “aquí en este mismo lugar, recibió un tiro en la nuca. Su asesino, el guardia civil José Martínez Salas, fue juzgado dos años después en la Audiencia de Pamplona en un proceso lleno de irregularidades. Se le condenó a 18 meses de prisión como 'autor responsable de un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte’, no pisó la cárcel y dos meses y medio”. Después de eso fue condecorado por el gobierno de la UCD con la Cruz del Mérito de la Guardia Civil y en 1992 fue premiado de nuevo, y bajo el gobierno de Felipe González recibió la Cruz del Mérito Militar.

No reconocida como víctima

Los asistentes recordaron que Gladys nunca ha sido reconocida como víctima de la represión del Estado e hicieron un retrato de su figura. “Tenía 23 años, era militante del Grupo Ecologista de Egia y de los Comités antinucleares de Euskal Herria. Ese día, Gladys acudió a Tutera junto a otros compañeros y compañeras, para participar en una jornada internacional de acción contra la energía nuclear que también se convirtió en una protesta contra el polígono de tiro de Bardenas. El Plan Energético Nacional contemplaba la construcción de tres centrales nucleares en la costa vasca, una de ellas en Lemóiz y otra más, aquí en Tudela y había un fuerte rechazo social a ello”.

Su asesino fue juzgado dos años después en la Audiencia de Pamplona en un proceso lleno de irregularidades. Se le condenó a 18 meses como "autor de un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte", no pisó la cárcel.

Tras el asesinato de Gladys se convocaron protestas y varios días de huelga general en Navarra y el País Vasco. El Ayuntamiento de Tudela acordó por unanimidad exigir la dimisión del ministro del Interior, el Gobernador civil y los mandos responsables así como “la retirada de la policía y la disolución de los cuerpos represivos; la recuperación para Nafarroa de las tierras del polígono de tiro de Bardenas y la paralización de todas las centrales nucleares”.

Los asistentes, que lanzaron gritos de "Gladys gogoan zaitugu!", retrataron también las amenazas medioambientales actuales a las que “hay que hacer frente, como los miles de aerogeneradores y placas solares instalados y por instalar en esta tierra, los macroproyectos agrícolas y ganaderos y la minería especulativa ponen en peligro nuestros hábitats y pueblos con el único propósito de asegurar beneficios para las multinacionales energéticas o los fondos de inversión”.