En realidad no para de una ciudad a otra. Y, sin embargo, seguro que cuando se encuentra a algún amigo en los pocos momentos que pasa en Gasteiz le pregunta: ¿oye Juanma, en qué andas que no veo que estrenes ninguna película?

Sí, lo que pasa es que, a veces, simplificamos mucho. Es decir, ves una catedral acabada y no piensas en lo que hay detrás. O cuando pones un mueble en casa, no se te ocurre reflexionar sobre el trabajo previo de diseño, esfuerzo, desarrollo... La labor de un cineasta es, la mayoría del tiempo, crear una ilusión que en muchas ocasiones ni siquiera se llega a convertir en realidad. Yo, por ejemplo, a los cinco largometrajes que he rodado tengo que añadir otros tres que no se han terminado. ¿Dónde está ese esfuerzo? Claro, por eso la gente te puede preguntar: ¿qué pasa, que no haces nada? Ante eso, pues te entra la risa. Muchas de las cosas que vas creando no tienen una consecución, no hay nada que ver al final. Además, yo empecé mi carrera de una manera muy efervescente, rápida y siendo muy joven. Y en un momento dado me di cuenta de que no había vivido parte de mi vida, que no me había dedicado tiempo a mí. Una vez que estaba en un lugar con una carrera consolidada es cuando me he dedicado más a preocuparme de mí como persona. No me ha importado tanto el rodar mucho como encontrarme a mí mismo e intentar no repetir proyectos. No he venido a este mundo a hacer películas, he venido a conocerme a mí y a convertirme en alguien mejor. Para ello he utilizado al cine, aunque él también me ha utilizado a mí. He diversificado mucho mi carrera y me han ofrecido cosas que me han atraído más que repetir un Airbag II, que hubiera sido lo más...

Sencillo...

No tanto, pero sí previsible. He preferido buscar cosas que me llamasen la atención y que fueran retos. Sí tengo miedo, pero también la osadía de, por ejemplo, pasarme al teatro o al mundo de la música. Por ahí me he encontrado mucho más que repitiéndome y estancándome en una carrera previsible. Eso ha sido, a veces, amargo y duro, y hace que te encuentres también con esa pregunta de la gente que antes decías. Pero bueno, tampoco creo que estés aquí para satisfacer a nadie, sino para encontrar tu propio camino.

Y cuando uno anda de una conferencia a otra, dando clases magistrales, trabajando en un nuevo guión, rodando el próximo documental... Y, de repente, ve a amigos y compañeros del inicio como Bingen Mendizabal ganar un premio en el Festival de Málaga o a Karra Elejalde un Goya, ¿hay algo dentro que se alegra?

Imagínate, yo empecé la carrera en una ciudad pequeña en la que prácticamente no existía el cine, más allá de alguno que hacía cortos y poco más. En ese contexto fuimos coincidiendo un grupo de gente que queríamos hacer cosas. Ahí estaba Bingen. Yo le conocía de Hertzainak, pensaba que tenía un talento excepcional y le llamé para que trabajara conmigo. Con Karra pasaba lo mismo, era un teatrero que era un fenómeno. Y más gente. Claro, ver que con los años se les reconoce de esta manera no es que me haga sentir orgulloso o contento, es que me siento partícipe de la alegría que ellos puedan sentir. De todas formas, en esto también hay un lado amargo porque no entiendo cuál es la razón de que se esperen tantos años para reconocer con un Goya a un personaje como Karra Elejalde. Te da vergüenza ajena. Lo que pasa es que en el mundo de lo establecido los reconocimientos no se hacen en su momento, sino cuando a uno se le asume en el sistema, y a Karra le ha llegado ahora, que es el momento en el que han decidido que le perdonan, que le pueden acoger. ¿Era peor antes? Pues no. En cualquier caso, fue una alegría. No estaba viendo los Goya, pero me llamaron cuando salió y casi se me cayeron las lágrimas. Y con Bingen, me pasa lo mismo. Es que tenía que haber sido premiado desde hace mucho tiempo. Con La madre muerta le debían haber dado unos cuantos galardones porque es una de las bandas sonoras más excepcionales que he escuchado en mi vida en el cine español. Pero le pasó lo mismo. No estaba en la lista de "reconocibles".

Con 'Historia de un grupo de rock', el primer documental que ha dirigido de la mano de la banda Distrito 14, sí que le han llovido premios por medio mundo, pero la película no se ha estrenado en salas comerciales.

Si no hay salida para las películas de ficción, que valen millones de euros, qué decir para películas que no tienen actores o, como en este caso, músicos famosos, que no son superproducciones, que no utilizas doce cámaras Panavision como las que usó Scorsese con los Rolling... Dejando a un lado la calidad de una producción de este tipo, la gente no tiene interés y cada vez es más difícil poner en el mercado algo así.

A ese primer documental le va a seguir otro, el que se encuentra realizando sobre el Azkena Rock Festival de cara a la décima edición del certamen. ¿Cómo se lo está tomando.?

Es que yo siempre he sido un músico frustrado y cada vez me acerco más a la música. Cuando empecé a realizar cortos, creía que me iba a dedicar a hacer la música de mis producciones. Claro, luego conocí a Bingen y el choque fue brutal. Pero sí tengo oído y tengo más conocimientos sobre música, en cuanto a grupos e historias, que con respecto al cine. Entonces, siempre he sido muy fácil de convencer con proyectos musicales. Y esto del Azkena es un privilegio. Es tirarme unas ediciones con mi pase VIP pudiendo entrar a todos los sitios con la obligación, eso sí, de rodar, pero siendo eso algo que me encanta incluso aunque no lleve la cámara entre las manos. Además, el epígrafe de esta película es: esto no es un spot. A la gente de Last Tour les pregunté si querían un anuncio de una hora y media. Y ellos mismos lo primero que dijeron fue que de eso nada. Así que es una película que habla del rock, lo que pasa es que el marco donde transcurre es un lugar excepcional, un evento llamado Azkena Rock que ha ido aumentando en prestigio y en intensidad año tras año. Dentro de ese paisaje estarán, por supuesto, las estrellas, los músicos, pero la mirada se centrará, sobre todo, en la gente porque el público de este festival es muy, muy curioso, muy excepcional.

El año pasado ya estuvo con su equipo metido entre los asistentes a Mendizabala...

Sí, hicimos la primera parte del rodaje. Íbamos un equipo reducido porque tampoco queríamos ir llamando demasiado la atención. Al fin y al cabo, lo que queremos retratar es la pasión. Que una persona esté en su casa de Nashville creando una melodía con una guitarra y un año después esa canción sea coreada por 10.000 personas a 8.000 kilómetros es magia. Eso no se puede explicar científicamente. Por ello hablamos con todos ellos, con los músicos y con el público para conocer cómo viven su pasión a un nivel extraordinario. Hay una cuenta pendiente con el rock and roll. No me refiero a los documentales sobre los Rolling o U2, que son cintas de culto a la personalidad, sino a lo que significa sentir la pasión por una melodía, por una banda, por una gente muy auténtica.

¿Y el proyecto de 'Móvil', está todavía ahí o...?

Es un proyecto que comienza como un encargo, como una propuesta para hacer una película para una multinacional americana. Yo les ofrecí varias opciones y ellos eligieron una, que para mí era la menos, por así decirlo, radical, la más comercial en el sentido de conectar con un gran público al estilo Airbag. Es una película más o menos grande que en su momento nos pusimos a preparar pero en cuyo camino se cruzó la crisis económica y los números que antes parecían normales se convirtieron en demasiado importantes. Entonces, todo se ralentizó y más en un mundo como el del cine, que es muy conservador y no se arriesga. El proyecto sigue pero ralentizado. Lo que pasa es que tampoco me puedo parar. Y de ahí el hecho de hacer otros proyectos como Historia de un grupo de rock.

¿Será su próxima película?

Hombre, la próxima será la del Azkena Rock porque ya está en marcha pero sí, es más que probable que Móvil sea la siguiente, siempre y cuando se cumplan unos mínimos. Por supuesto que hago encargos, desde una charla a un anuncio, pero una película es un trabajo de mucho tiempo y tengo que estar enamorado de ella, así que no me vale rodar cualquier cosa. Mira, volvemos un poco a lo del principio, es que la gente no se da cuenta de la cantidad de energía que uno pierde por el camino, no ve los dos años que te tiras escribiendo cuatro versiones de un guión...

Además, permítame la ironía, ¿como ustedes, los del cine español, viven de las subvenciones...?

Estoy muy de acuerdo con muchas de las cosas que dice la gente por la calle. Lo que pasa es que en demasiadas ocasiones hablamos de ciertas cuestiones sin conocer los detalles. Lo que hay que entender es que en el cine español podrían no ser malas las subvenciones, pero tal y como está establecido hoy el sistema y la industria, están siendo utilizadas por oportunistas y por gente que no es amante del cine para hacer un negocio que no entraña riesgo, es decir: yo hago una película barata, con un director y un reparto que no van a ser problemáticos, y con un guión que cuesta dos pesetas... Vamos, con unos mimbres muy malos de los que es imposible sacar un buen producto pero sí un negocio. ¿Cómo? Sencillo. En esa película me gasto un millón y medio de euros, pero resulta que entre subvenciones, ayudas, compra de derechos y tal ya tengo un millón seiscientos mil. Claro, hecha la ley, hecha la trampa. Nuestro país es un hervidero de oportunistas y claro estos negocios proliferan.

Además, cuando uno intenta hacer algo distinto, como fue el caso de 'Frágil', se le aparta, o esa es la impresión que dio.

Es que no tienes nada que hacer porque no perteneces al sistema establecido. Todos los días ves en la televisión quién sale en la foto, y esos, los que aparecen, son los que están trabajando. La gente a veces es muy inocente. Se ha llegado a un momento en el que los directores de cine ya no ruedan las películas. Como las televisiones son las que financian son las que ponen a sus actores, sus técnicos y sus realizadores. Y no digo que no sean buenos, pero los perfiles son diferentes y responden a cuestiones distintas. Cuando hacen películas de cine, parecen series de televisión, es decir, de un nivel de calidad no muy alto. Eso es lo que está pasando hoy, que estamos viendo productos televisivos en el cine y eso está rebajando el nivel de calidad muchísimo. Claro, la gente va al cine y dice: ¿y voy a pagar ocho euros por ver esto cuando me puedo meter en la sala de al lado para ver una película norteamericana que es puro espectáculo, que tiene una factura impecable por mucho que la historia sea una auténtica chorrada? Ya te digo que se ha creado todo un negocio muy tramposo alrededor de las ayudas, derechos, subvenciones...

¿Tiene la sensación de que a veces en el mundo del cine se habla mucho de cuotas, Internet, descargas, polémicas institucionales, subvenciones y demás, mientras no hay debates serios sobre lo que es el cine?

Ahora todo se habla en términos de éxito. Antes se hacía una película y durante una semana había comentarios de ese filme. Hoy se habla de una producción si ha tenido éxito y de cómo ha funcionado la taquilla. Cada vez vale más lo que ha hecho tu última película, lo que sales en televisión, lo famoso que eres... Ahí tienes a los actores. Los que más cobran en este país no son los mejores, son los más populares. Eso mismo está pasando en otras profesiones del cine, como los directores. Que en España no ruede un gran director, da igual. Víctor Erice no ha rodado desde hace ni se sabe y a nadie le importa. No pasa nada. No sé si, en términos morales, eso es bueno o malo, pero, en términos culturales, a la gente le da igual. Por eso creo que cada uno tiene que ser muy fiel a lo que quiere hacer y yo he decidido dedicarme al cine pero no para morir en el intento, sino porque es lo que me apasiona. Se está perdiendo una oportunidad muy importante de que haya buenos actores, guionistas, técnicos, realizadores y una industria talentosa por culpa de este oportunismo y este mamoneo generalizado. Es la cultura del pelotazo: hoy engaño al público y mañana el que venga detrás se encontrará con el terreno arrasado donde la gente ya no confía en ti.

Y ante eso...

Es que el discurso de la industria del cine español es: la culpa es del espectador porque está mediatizado. No hay autocrítica. Es verdad que el fraude se produce también en la literatura, la arquitectura y en el periodismo, por poner tres ejemplos, y sólo se habla del que existe en el cine, pero que eso sea injusto no quiere decir que no exista ese fraude institucionalizado. Si eso no se purga y no se sanea, podemos engañarnos y seguir maquillando las cifras diciendo que las películas americano-españolas han conseguido que la asistencia al cine español suba en el último año. Pero es que es mentira. La gente no va a ver, en general, cine español. Y si este año no se estrena Torrente, las cifras serían ridículas. Siempre aparece un salvavidas de última hora como Sáhara o Che Guevara, que dices: vale, admitimos pulpo como animal de compañía. Y sale el político y el representante de la industria asegurando que este año el cine español ha tenido unos resultados que bueno... Y piensas: pero qué morro hay que tener para decir ciertas cosas en público cuando hay un número enorme de películas que no se han estrenado, que se han hecho para cubrir el expediente y llevárselo crudo.

Por cierto, ante este panorama, ¿cómo es el Juanma Bajo Ulloa espectador, si es que le quedan ganas y tiempo?

Casi no veo cine en la tele. En cuanto a las salas, digamos que cada temporada hay una lista de películas que no me pierdo. Una vez cada dos semanas, que no es mucho, voy. Y acudo para ver o bien títulos que la gente cercana me ha recomendado o a ver una de palomitas que me haga olvidarme del mundo.

Ahora que han salido en DVD 'Alas de mariposa' y 'La madre muerta', ¿se las pone alguna vez en casa?

Mira, una de las cosas que tenía pendiente es que mis películas no se podían encontrar en las tiendas, salvo Frágil, ya que las que mencionas son de una época en la que el DVD no se llevaba y Airbag estaba descatalogada. En un año y pico han salido todas y para un director de cine es maravilloso saber que sus producciones están en el mercado y encima en ediciones especiales, vamos, remasterizadas, con imágenes extras, con documentales... Eso es increíble.

¿Este septiembre le dará igual que se cumplan 20 años de la Concha de Oro por 'Alas de mariposa' o lo recordará?

Hicimos una celebración a los diez años. En el Festival de Donostia, el escultor Koko Rico hizo una pieza conmemorativa, una mariposa de bronce de la que se elaboraron varias unidades para repartirlas entre varias personas. Además, se proyectó en el Principal de San Sebastián y se montó una exposición de fotos. Y eso fue la conmemoración, fue hace diez años y ya está. Ahora han pasado dos décadas y con toda seguridad estaré en Donostia unos días durante el Zinemaldi por cuestiones de trabajo y seguro que me junto con alguien del rodaje y nos tomaremos alguna copa, pero nada más. Recordaremos que entonces, cuando hacíamos la película, no teníamos ni idea de lo que iba a pasar y, sin embargo, hoy es el día en el que, como me pasó hace unos meses en Tirana (Albania), la cinta se sigue reponiendo. Son cosas que no te las puedes imaginar, encontrarte con unas historias que mantienen su vigencia, quizá porque son películas muy psicológicas. Por ejemplo, con La madre muerta, hace como un mes, fui a una charla en la Universidad de Alcalá porque en la Cátedra de Psicología y Psiquiatría hacían una proyección de la película para estudiar el perfil de los psicópatas y me llamaron para ver si podía ir. Y luego está Airbag, que sigues escuchando a la gente frases de esa cinta. Tuvo una gran repercusión popular.

Otros títulos vendrán...

Seguro. Ahora he entrado en otra época de mi carrera menos visceral, más calmada. Creo que voy a hacer más cosas de encargo. Eso es lo que quiero potenciar de cara al futuro. No encajo bien en la industria, y ella no me encaja bien a mí, pero creo que eso se va a ir solucionando.

¿Pero eso no significa dejar de tener personalidad o independencia?

No creo. Lo que pasa es que la vía independiente ha desaparecido. Con Alas de mariposa me encontré un panorama muy problemático. Años después, con La madre muerta, todo había empeorado y con Frágil, bueno todo se había vuelto insufrible. No hay más que ver la repercusión en prensa. Yo fui a Venecia con La madre muerta y no salimos en los periódicos, siendo la única película española en un festival internacional de esa categoría. Es que no salíamos en Días de Cine. La gente no es consciente de eso. Con Frágil fue tremendo. Los medios de comunicación, cada vez más concentrados en grandes grupos, no querían entrevistas porque tú estabas fuera del sistema, la película estaba producida alejada de la industria, los actores no eran famosos, la cinta criticaba a una sociedad que te obliga a tener éxito y ser guapo... Nos pasaban cosas surrealistas como enviar la información a revistas femeninas y que una de ellas nos contestase que los intérpretes de la película no eran ni lo suficientemente famosos ni guapos para esa publicación (silencio). Qué puedes sentir en ese momento, cuando ni siquiera tienes oportunidad de salir a hablar de tu trabajo y que luego sea el público el que juzgue si le interesa o no. Ahora mismo, las oportunidades de hacer una película independiente y ponerla en el mercado son nulas.

Ante ese panorama, si hoy un joven le para y le dice que se quiere dedicar a lo mismo y que necesita un consejo...

Le diría que no acepte consejos, ni siquiera éste.