DESPUÉS de haber recalado en Nafarroa ya en dos ocasiones, rindiendo visitas a Tótem en 2007 y 2009, a la tercera fue la vencida para Maldita Nerea, en lo referido a congregar una significativa cantidad de público: asignatura pendiente de la que, convenciendo además totalmente a cuantos se dieron cita en el Anaitasuna, los de Murcia salieron totalmente airosos.

Con puntualidad exquisita, la velada fue abierta por Funambulista, quienes, comandados por el reconocido músico Diego Cantero, dieron lo mejor de sí durante los 40 minutos de que dispusieron: y sí, conectaron con el nutrido grupo de adolescentes y veinteañeras que se apelotonó ante el escenario, demostrando que, pese a no encontrarse todavía en el recinto la totalidad de los llamados a hacerlo, los ya presentes sí que estaban por la labor. Dejando de manifiesto lo dicho con la efusión con la que saludaron sus canciones, de diferentes tonalidades cromatísticas dentro de un mismo color, el del pop. Unas composiciones realmente exitosas en algunos casos, como Cosas que no quise decirte, que mostraron a un grupo pletórico, yendo a por todas en su intento por montar el campamento base; el imprescindible punto de partida desde el que intentar atacar la cima.

Y a continuación, marchando irresistiblemente hacia la cumbre; camino del cada vez más próximo cielo llamado a ser tocado por sus manos, ante las más de dos mil quinientas personas que en esta ocasión respondieron a su llamada, lo que todos estaban esperando: la anhelada comparecencia de uno de los grupos del momento, Maldita Nerea, acontecimiento que se materializó tras la conclusión de una cuenta atrás apoteósicamente coreada por los presentes: por un gentío que, de forma masiva, quedó concentrado sobre la cancha.

Articulada de manera muy equilibrada sobre canciones de los cuatro trabajos con que cuenta Maldita Nerea, su actuación arrancó con Cosas que suenan a? y Por el miedo a equivocarnos, de Es un secreto? No se lo digas a nadie, temas que, como los siguientes en sonar, extraídos en este caso del CD que se presentaba, terminaron de convertir la pista en una fiesta; bueno, o como los que lo hicieron más tarde, bajo unos espectaculares juegos de luces y unos efectos luminotécnicos que, al compás de las notas musicales, no dudaron en bailar a su son desde las pantallas leds del fondo del escenario: temas como Piedra, papel, tijera o Abrí los ojos, de El secreto de las tortugas, portadores de letras que vaya que si demostraron haber llegado a los presentes, para quedarse, cantadas a voz y corazón en grito por la totalidad del pabellón como lo fueron, hasta el punto de que resultar realmente difícil escuchar la voz de Jorge: de un vocalista aclamado con fuerza en señalados momentos y dueño de uno de los timbres más arrebatadores del actual pop estatal. O composiciones como El último día, versión de la de Lagarto Amarillo de idéntico título y, al igual que las restantes, de inefable gancho a la hora de tirar del gentío. O, en resumidas cuentas, imposible citar todos, cualquiera de los once restantes que sonaron, destacando por quedar grabados para la posteridad Ninguno de dos, de su primer CD, y ¿No podríamos ser agua? del último o, cómo no, El secreto de las tortugas, sobresaliente broche final. Más que brillante broche para una, a la postre, más que exitosa noche. Y es que, en otro orden de cosas, en ocasiones, el que la sigue, la consigue: nuestra felicitación por ello a los murcianos.