pamplona. Esta tarde, a partir de las 20.30 horas, Leo Bassi volverá a subirse al escenario del Auditorio Barañáin con su obra Utopía, un provocador montaje en el que critica la falta de pasión de los políticos progresistas de izquierdas . El precio de las entradas para esta representación es de 15 euros.

También en esta ocasión, y tal como es habitual en él, Leo Bassi despertará odios y simpatías y seguro que a nadie deja impasible. Además lanza, mantiene la premisa y el reto de encontrar un público inteligente que esté dispuesto a superar la risa convencional y a explorar todo su potencial filosófico. No en vano la percepción que reivindica de la figura del payaso, y particularmente del bufón, es la de símbolo de una revolución posible, aunque él es consciente de que una idea muy extendida acerca de lo que debe ser la comicidad es la de que sirve simplemente para hacer reír. Leo Bassi, sin embargo, siempre se marca y se ha marcado como objetivo movilizar y conectar con el público, tanto desde el estreno de 12 de Septiembre, donde exploraba las razones del terrorismo, hasta La Revelación, un espectáculo donde critica el oscurantismo de la Iglesia católica y de los monoteísmos. "El trabajo del artista, comenta, debe consistir en escuchar a la sociedad".

Utopía A principios de 2009, cuando Leo Bassi estrenó Utopía, el Dow Jones había caído a 6.500 puntos y el sistema Neoliberal se estaba hundiendo vistosamente. Este hecho creó un marco inmejorable para dotar de fuerza a los argumentos de la más ambiciosa de las obras del eterno bufón blanco: Utopía. Un montaje que aborda el mundo olvidado de las verdaderas utopías progresistas que siguen inspirando a los partidos de izquierdas de hoy. La intención, por lo tanto, es la de castigar, a la manera de los bufones, a esos políticos, compañeros ideológicos, por su falta de pasión, no solo en España, sino en toda Europa. "Estamos creando un mundo burocratizado -opina- profundamente aburrido en su centrismo y que no inspira nada a las nuevas generaciones. Nuestra juventud está huérfana de cualquier esperanza política y no tiene rumbo ni proyecto. Y no hay calamidad más grande para una sociedad que el no saber apreciar el idealismo y la vitalidad de sus jóvenes".

Una falta de pasión que Bassi ya vio patente en el 2006, durante las representaciones de su obra precedente, La Revelación. Por haber querido defender los principios de una sociedad laica, en un espectáculo ciertamente bufonesco pero construido sobre una base teórica muy seria, fue víctima de una campaña de oposición que culminó con el descubrimiento de una bomba en el Teatro Alfil de Madrid a pocos metros de su camerino. "Lo que más me impactó, recuerda, fue la tibieza en la solidaridad de ciertos ambientes progresistas".

Así, la tesis central de Utopía es la de que hay que volver a la fuente del pensamiento de izquierdas, rejuvenecer sus valores. "Quiero mostrar que vivir sin utopía es mal vivir y, así, despertar en el público el deseo de nuevos sueños. Hay también en Utopía propuestas concretas para un mundo mejor y hay ideas provocadoras". El tiempo y su percepción es otra constante del espectáculo. "Es evidente que la utopía no es sólo un proyecto político, sino que tiene otra dimensión a la cual alude su propio nombre U-Topia: el lugar que no existe. Y que es Utopía simboliza un espacio temporal diferente donde la vida transcurre en términos más afines a la poesía que a la física".

Por todo esto, el payaso blanco, con su intemporalidad y magia, es el encargado de abrir la puerta de la utopía. Un ser que posee una gran autoridad natural pero que rechaza el poder y las riquezas porque es un revolucionario genuino y pide la Luna.