PAMPLONA. Recuerda Juan Gorriti (Oderitz, 1942) que sus "maestros" Jorge Oteiza y Remigio Mendiburu le enseñaron "a abrir la ventana de la mente" y a "quedarse con el cariño del entorno" en el que uno ha nacido. El artista navarro creció rodeado de bosques y tiene su taller en Arribe. Además, ha sido carpintero y ha reivindicado el oficio de la madera. Por todo ello, sus obras están impregnadas de una gran fuerza telúrica -"parece que nacen de la tierra, como las canciones de Mikel Laboa"- y se preocupan por la recuperación y transmisión de los orígenes, experiencias y sentimientos ligados a la tierra.
Es el caso de la exposición que ayer sirvió para inaugurar el restaurante del grupo Sagardi de la Euskal Etxea de Madrid, que Gorriti ha decorado con varias obras creadas con materiales naturales. La de mayor envergadura es un enorme mural de aproximadamente ocho por tres metros que ha bautizado con el nombre de Gernika. No guarda relación con el famoso cuadro de Pablo Picasso, aunque la obra del artista navarro también está construida a base de "desgracia, lágrimas e historia".
En este caso la historia de un caserío de Hernani del año 1600, Unanue Zahar, que fue destruido en un incendio y cuyos restos ha recuperado Gorriti para darles una segunda vida. "Un bosque se puede quemar, pero su corazón permanece", aseguró ayer en Madrid. Sobre un fondo colorido, el creador ha colocado las piezas de madera del caserío, modificadas por el efecto del fuego y el paso del tiempo. En principio, el mural permanecerá en su actual ubicación durante un año, aunque el artista no descarta que finalmente se quede allí.
También ha llevado a la Euskal Etxea una serie de 16 piezas agrupadas bajo el nombre Amonaren maitasuna. Son esculturas realizadas también con maderas recuperadas de incendios y que, en opinión de su autor, contienen 500 años de la historia de Euskal Herria. Juan, que desde joven ha sufrido diversos achaques de salud, se define como "un árbol herido", y por eso quiere "devolverle la vida al bosque" a través de una obra en la que las texturas nacen de los estragos que causan la roña, la cal, las llamas o las heladas: "El gran escultor ha sido el sufrimiento: el agua, el fuego y el paso del tiempo". Este último es, a su juicio, el "gran artista".
Inauguración La Euskal Etxea de Madrid es una entidad sin ánimo de lucro fundada en 1979 e instalada desde 1982 en el número 3 de la calle Jovellanos. Su objetivo es proporcionar un lugar de encuentro a los vascos que viven en Madrid y a los madrileños interesados en conocer la cultura de Euskal Herria. En la actualidad, cuenta con 2.500 socios.
Ayer inauguró ayer su nuevo restaurante, gestionado por el grupo Sagardi Cocineros Vascos. Numerosas personalidades asistieron a la cita en la que junto a Gorriti participaron también el alcalde de Donostia, Juan Karlos Izagirre; la directora del Instituto Etxepare, Aizpea Goenaga; y el diputado del PNV en el Congreso, Emilio Olabarria, entre muchos otros. Todos ellos participaron en un suculento almuerzo que, como las esculturas del artista navarro, estuvo protagonizado por los productos de la tierra. Entre otros manjares, se degustaron txistorra, atún, kokotxas de bacalao y txuleton, regados con txakoli de Zarautz y vino tino de Rioja.