PAMPLONA. La aventura comenzó el viernes al mediodía. Con las baterías cargadas al 100% la idea era que pudiese aguantar todo el fin de semana sin recargas. La autonomía que marcaba el Twizy era de 80 km. La primera impresión es que al “arrancarlo” no suena nada, parece que sigue apagado, pero los indicadores muestran que está encendido.

Cuando circulo los primeros metros sigue sin oírse ruidos y cuando alcanzo una velocidad de 25 km/h es cuando se empieza a escuchar el ruido de las baterías y las ruedas, un sonido extraño al que no estoy acostumbrado pero que me gusta porque me da la sensación de estar conduciendo un coche futurista.Doy unas vueltas por el centro de Pamplona y compruebo que el Renault Twizy es un coche verdaderamente llamativo. No hay prácticamente nadie que no se gire para contemplar el extraño coche en el que viajo. Tras circular unos 10 km aparco en una calle poco transitada de un barrio residencial.

Casualmente pasan por allí un grupo de chavales de entre 12 y 15 años que en unos minutos asaltan el coche y empiezan a bombardearme a preguntas: que si cuánto cuesta, cuánto corre, cuánto dura la batería, por qué no tiene ventanas… También aprovechan para sacarse unas fotos con el Twizy.El sábado fui de compras por el centro de Pamplona. Me sorprendió lo fácil que resulta aparcar. El Twizy cabe en cualquier sitio. Además, al ser un vehículo eléctrico, el Ayuntamiento de Pamplona permite estacionarlo sin pagar en la ZEL, así que no gasté ni un euro. En una ocasión en la que iba a recoger el Twizy una pareja de jubilados estaban parados contemplando el coche. Me comentaron que era la primera vez que veían un coche eléctrico.

Es curioso como a los jubilados les llama especialmente la atención el Twizy ya que en otra ocasión otro grupo de señores también me pararon a preguntar un montón de cosas acerca del coche.Al día siguiente aproveché una comida familiar para enseñar nuestro pequeño juguete. Como era de esperar la reacción fue de asombro y curiosidad. Uno de ellos probó el Twizy y expuso que “es una sensación similar a conducir un carrito de golf o un kart pero con turbo”. Yo también comparto esta opinión.El lunes, partiendo desde Barañáin, realicé el recorrido habitual que suelo hacer todos los días en coche o en autobús para desplazarme hasta la oficina, una distancia de 6 kilómetros aproximadamente.

En un semáforo un conductor de autobús me dijo que ya me tenía “fichado” porque me había visto en otra ocasión con el Twizy. También aprovechó para hacer las preguntas que llevaba escuchando todo el fin de semana: autonomía, costes, ventajas… Finalmente, al llegar a la agencia, pusimos a cargar el coche y comprobamos que las baterías estaban al 25%. En todo el fin de semana habíamos recorrido un total de 51 km sin realizar recargas.