Un 4 de junio de hace veinticinco años vio la luz el primer número del TMEO. Corría 1987 y en ciertos sectores de Pamplona se respiraba la necesidad de crear, de divertirse haciendo algo diferente, alzando la voz y pegando un micrófono a la calle, a los bares, allí donde se cuecen las historias que hablan de la realidad con mayor fidelidad que los telediarios. Un grupo de dibujantes e ingeniosos apasionados, jóvenes y cargados de ganas y energía empezaron el proyecto en una bajera en Camino de Burlada nº7, junto al río Arga, sin pensar a largo plazo, sin preocuparse por lo que les depararía el atrevimiento de hacer historietas de humor úrico e irreverente crítica política. Y gustaron. Encontraron su público, el que les mantiene hoy, un cuarto de siglo después, en una nueva época de crisis en la que ellos siguen teniendo claro, como el primer día, que "el futuro es siempre el próximo número".
Así lo asegura Joaquín Delgado Kini, dibujante y coordinador de la revista, un movimiento asambleario que funcionó en Iruña -donde por supuesto sigue distribuyéndose con éxito- durante los primeros cinco años de andadura, antes de trasladar su sede y su principal actividad, la creativa, a Vitoria-Gasteiz. El equipo de autores habituales del TMEO celebra este 25º aniversario con el mismo "entusiasmo" con el que concibe los contenidos de cada edición. "Buenas dosis bimestrales de paridas, chistes gruesos y falta de respeto", reza el editorial del especial que ya está en distribución. La revista empezó colocándose en bares del casco viejo de Pamplona -que la siguen apoyando hoy con aportaciones vía publicidad- y fue extendiéndose, eso sí, siempre en furgoneta conducida por un repartidor fijo, en respuesta a la demanda. "Los primeros TMEO eran de papel tipo periódico, y metían mucha caña política", recuerda Julio Atinza, propietario de la tienda TBO de Pamplona. Su comercio especializado en cómic llevaba cinco años abierto cuando empezó a repartirse el fanzine que hoy opera en Vitoria. "En aquella época se sacaban cosillas en Pamplona, hubo otro fanzine también crítico, El Txino, y en una bajera de aquí mismo, en la calle Merced, se hacía una guía underground... Los 80 era un momento en que la gente empezaba a funcionar por su cuenta, no había esta psicosis de represión cultural que hay ahora. Entonces la gente iba a su aire, no se comía el coco y se lanzaba a crear cositas. Y el Ayuntamiento ponía más interés en potenciar esas propuestas. Ahora es todo lo contrario: ahora el que no comulgue con ellos, no ve ni un duro", dice Atinza, quien sigue vendiendo hoy "muchos TMEO" al precio oficial de 3 euros. "Y cuido el fondo, es una revista que hoy sigue despertando interés".
'tmeolaris' Jokin Larrea, Patxi Huarte Larraburu (Zaldieroa), Ernesto Murillo (Simónides) o Bernardo Vergara son autores pamploneses vinculados al fanzine, por el que han pasado en estos 25 años cientos de autores, entre tmeolaris de siempre e invitados ocasionales. Y desde la revista algunos de ellos dieron el salto a publicaciones de mayor difusión, como El Jueves o la desaparecida El Víbora. Entre los colaboradores habituales, destacan también Abarrots, Alvarortega, Ata, Mauro Entrialgo, Furillo, Javierre, El Listo, Roger, Santi Orue, Piñata, Álvarez Rabo, Manolito Rastamán, Mikel Valverde o Alfonso Tamayo.
Kini reconoce que los comienzos fueron "durillos", aunque no más que la época actual. "Son situaciones muy similares... Y la ilusión que mantenemos hoy también es la misma que la del primer día", asegura el coordinador de la revista, que empezó a generar historias inspirándose en la vida de los bares. "Ahí es donde veías, oías cosas y luego lo trasladabas al papel. Son historias que alguien comenta en un bar sin disponer de un medio para que eso tenga una resonancia pública... Y nosotros quisimos hacerlas visibles", cuenta Kini, quien sostiene que el TMEO sigue nutriéndose hoy de esas vivencias "en un porcentaje bastante alto". "Estar pegado a la calle, contar algo lo más fresco posible, era nuestra premisa más importante, y se mantiene. Lo cual no es impedimento para que otra gente aporte otros temas...", explica. Julio Atinza, que además de vender la revista en su tienda vivía encima de los impulsores del TMEO, en la llamada Casa de las moscas del camino a Burlada, valora la vertiente crítica que mantiene el fanzine, 25 años después. "Las revistas críticas tienen que ser críticas, y eso escasea. Últimamente coges El Jueves y por mucha crítica que haya tenido a la Casa Real, está descafeinado. Ya no es aquel Jueves de hace años. El problema es que parece que tenemos una democracia asentada pero esto no es democracia ni es nada, en el momento en que chillas un poco más de la cuenta ya están dándote el toque de atención", critica el vendedor de TBO.
Y según Kini, desde vehículos de expresión como medios de comunicación y, aunque con menor poder, también fanzines y revistas alternativas, se podría cambiar la realidad. "La mentalidad que tenga la sociedad es mucho. Y si estamos todo el día escuchando cosas negativas, no vamos a avanzar. Lo he comprobado, cuando sale una portada del TMEO en la que la gente está contenta, ese número tiene más repercusión". Aunque reconoce que "hay razones para que haya un cierto desánimo, mucha gente se ha ido al paro". Y el fanzine que nació en Pamplona con tanto optimismo lo nota: "Nuestro circuito se está resintiendo, la gente no está alegre, no alterna tanto como antes, no entra a echar el cigarrito al bar y de paso veo el TMEO porque entre otras cosas no se puede fumar en los bares (ríe)... Hay gente que sigue ahí y otros han caído porque han tenido que bajar la persiana... Pero no podemos dejarnos vencer por este vendaval de pesimismo".