pamplona - Ese “espacio de indeterminación” vital que caracteriza toda existencia humana, y que modula nuestros modos de ser, de sentir y de comportarnos, recordándonos que los matices son casi siempre más certeros y honestos que las posiciones aparentemente unívocas, cobra un gran protagonismo en la nueva novela de Álvaro de la Rica, No te vayas sin mí (Ediciones Alfabia, 16,90 euros).

La moral, el arte, la muerte o la culpa están presentes en esta obra, en la que el escritor y profesor de Literatura de la Universidad de Navarra explora diferentes formas de narrar una historia de amor. No te vayas sin mí reúne las tres historias que ya se publicaron en La tercera persona, y otras seis que continúan la trama en torno a la relación entre Jacob y Claire y la reflexión sobre la existencia de las terceras personas. “La tercera persona no es sólo, ni principalmente, el amante. Es también el hijo en el que el amor se proyecta. Una presencia nueva que lo cambia todo. El propio amor, cuando es intenso, se encarna, se personifica como una realidad. Y el desamor también es un tercero, que proyecta su sombra sobre los que se amaban. Y también hay terceras personas que pueden aparecer en la vida de cualquiera y que pueden servir para poner en crisis el amor de la pareja, pero tampoco necesariamente para destruirlo”, cuenta De la Rica (Madrid, 1965), quien opina que “la literatura, o una parte de ella, cuanto mejor es, más se adentra en el terreno de la incertidumbre moral, un terreno distinto del ámbito del relativismo: ahonda en lo universal y en lo oscuro, pero no tanto para clarificarlo como para subrayar que la dificultad de discernir es lo propiamente humano”.

En ese terreno se mueven Jacob y Claire, dos seres como somos todos, “erráticos y complejos, y esa es nuestra grandeza, lo que los dioses griegos envidiaban a los humanos, finitos, caducos, enfrentados con la muerte, los que nos podemos equivocar, y también como enseña la tradición, arrepentirnos, pedir perdón o convertirnos. No creo en ninguna forma de felicidad que ignore estos matices”, apunta el autor al hilo de esta novela “perspectivista”, en la que bucea en los diferentes géneros, personas gramaticales, voces y modos de narrar. Acostumbrado a moverse “entre la realidad de la ficción y la ficción de la realidad”, Álvaro de la Rica cree que la historia de Claire y Jacob ha llegado a su fin: “En principio no creo que continúe, pero me he dado cuenta mientras la escribía que en lo que a Claire o a Jacob se refiere, mi opinión importa más bien poco. A veces me parecía que tenían una vida propia, de modo que quién sabe qué es lo que van a hacer en el futuro. Yo debo limitarme a estar atento a cada uno de sus movimientos”, concluye.