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Pitingo “da miedo y vértigo que genios como Paco nos dejen solos”

El Teatro Gaztambide de Tudela acoge hoy la actuación de Antonio Manuel Álvarez Vélez, más conocido como ‘Pitingo’, a las 20.30 horas (20 y 23 euros)

Pitingo “da miedo y vértigo que genios como Paco nos dejen solos”Foto: cedida

pamplona - Sorprendió a propios y extraños con Soulería, aquel disco de 2008 que le puso en boca de todos, y con razón; ahora, varios años y álbumes después, Pitingo (presumido en calé) presenta Cambio de tercio, una genial vuelta a su raíz flamenca.

Los cambios de tercio suelen ser apuestas arriesgadas, ¿qué le ha llevado a un artista que triunfó con el hermanamiento del soul y el flamenco a regresar a sus orígenes, a la pureza de su raigambre?

-Era el momento y, al margen, ha sido una cuestión personal; me apetecía volver a mis raíces. Siempre he querido hacer un álbum flamenco. Los artistas nos regimos por emociones y yo sentí que tenía que hacer este disco... Pero, que quede claro que no estaba buscando el pelotazo, hablando vulgarmente; simplemente quería hacer un compacto con todos mis grandes amigos, con aquellos que llevo toda la vida trabajando.

La verdad es que el elenco de invitados a este ‘Cambio de tercio’, entre los que se cuentan Arcángel, Carmen Linares, Miguel Poveda, Estrella Morente o Sara Baras, parece la ‘Champions League’ del flamenco...

-Así es, pero es que siempre habíamos hablado de hacer algo juntos y, como digo, creo que este era el momento. Casi todos los que han participado empezamos a la vez hace 15 o 16 años. Cada uno hemos vivido nuestra carrera y cada uno nos hemos postulado donde queríamos o donde habíamos soñado. Por ejemplo, a Estrella y Soleá Morente las conozco desde chiquititas; y Carmen Linares me ayudó muchísimo. Y, por supuesto, también nos hemos acordado de los maestros Enrique Morente y Paco de Lucía.

De todas formas, este volver a hundir el corazón en la raíz no está exento de su actitud vital de abrazar otros géneros, basta como ejemplo el tema ‘Leilah’, con numerosos matices árabes.

-Creo que investigar forma parte de mi persona, yo mismo soy fusión, soy hijo de madre gitana y padre que no es gitano. Desde que era pequeñito, con nueve o diez años, investigaba en el sentido de que escuchaba flamenco pero, a la vez, también a Luz Casal. Luego ya, con 13 años, empecé a mezclar el flamenco con la música negra, el gospel, el soul, el rythym and blues... Y en este trabajo he querido hacer esta canción árabe con Farah Siraj, una cantante maravillosa que, además, es princesa de Jordania. Y es que yo creo que nunca me cansaré de hacer estas cosas porque cabe tanto en el flamenco, es tan maravilloso rítmica y armónicamente, que resulta muy bonito llenarlo.

Siguiendo con alguno de los temas del álbum, ha incluido ‘Tiro, tiré’, de Enrique Morente, otra apuesta arriesgada... ¿Sin riesgo no hay libertad y sin libertad no hay arte?

-Yo creo que sí, creo que hay que arriesgar. Es maravilloso conocer la base del flamenco, y digo la base porque te morirás y no llegarás a conocerlo todo porque es enorme. Pero yo soy de los artistas que piensa que hay que acercar otras músicas y otros públicos al flamenco, y para eso hay que arriesgar, porque si no arriesgas no ganas... A veces no se acierta, pero lo importante es crear.

La clave para que el flamenco no se ‘pierda’, por decirlo de alguna forma, sería el equilibrio entre tradición, vanguardia y fusión. ¿Lo ha encontrado Pitingo?

-Eso no lo encuentra nadie (risas), pero si alguien lo hace, ya tiene la fórmula para toda la vida (risas). Yo creo que no, por eso estamos investigando siempre y acercando otras músicas... De todas formas no creo que sea tanto encontrarlo como no conformarse... Creo que es el verbo que le viene al pelo. Yo recuerdo que Enrique Morente o Paco de Lucía siempre miraban hacia otras cosas, no se conformaban solo con el flamenco, tenían mucha hambre de otras músicas y querían abrir fronteras. Gracias a ellos, y a otros muchos como Camarón, Sara Baras y otros tantos, el flamenco está ahora en todos los rincones del mundo, algo que era impensable.

En ‘Cambio de tercio’ se ha encontrado con una respuesta muy favorable de la crítica especializada; crítica que, en su versión más purista, no siempre le ha mirado con buenos ojos, casi podría decirse que hubo un tiempo en el que le ‘dieron’ bastante bien...

-Me dieron mucha, mucha tralla. Pero está bien así, creo que no todo debe ser un camino de rosas, tiene que tener sus espinas... Y aunque ahora están a favor, mañana saco otro tipo de disco y se ponen en contra (risas). La verdad es que no le hago mucho caso a la crítica, estoy acostumbrado... Por ejemplo, cuando saqué Soulería había un público que me amaba y otro que me odiaba; no es que hablase mal, no, es que me odiaba, y me odia. Pero tiene que haber de todo, y es bonito, porque si no esto sería un aburrimiento.

Volviendo al disco, en todo este entramado de cantes, tanguillos, bulerías... ¿qué papel juega el ‘Himno de la alegría’?

-Un papel maravilloso... Esta canción se la escuché tocar a Rafael Riqueni, que es un genio desconocido para mucha gente, de la talla de Paco o de artistas como Manolo Sanlucar, y no podía para de llorar. Por problemas en su vida tuvo que retirarse, pero yo este tema, si lo grababa, tenía que ser con él... Y conseguí hacer que tocase otra vez después de muchísimos años sin hacerlo... Por otra parte, el Himno de la alegría es un tema increíble que yo interpretaba a los 15 años cuando estaba en el coro de gospel. Tras la edición de este compacto, me llamó Miguel Ríos, entre otros artistas, para decirme que la adaptación que habíamos hecho le parecía maravillosa.

Muchas de las canciones de este álbum, como es lógico, cobran una nueva dimensión con las voces y los artistas invitados, ¿de qué forma las rearma a la hora de interpretarlas sin ellos? ¿Permanece su espíritu en la memoria y en la intención?

-Siempre. Para los conciertos hago adaptaciones de los temas. Este disco lo podía haber hecho solo, lo sé, porque era consciente de que en directo no iba a poder contar con las colaboraciones; era algo impensable porque cada uno tenemos nuestras carreras y nuestros tiempos. Pero es que para mí era algo personal, para tenerlo yo, y con este sentido lo hice... Aunque bien es cierto que luego ha funcionado con el público, sobre todo con el aficionado a la música culta, por decirlo de alguna manera. En directo, lo que hago es explicar las canciones, contando con quién la canto en el álbum y cómo es la adaptación que he realizado.

Cerramos un año en el que perdimos a Paco de Lucía, entre otros, ya que también le hace su pequeño homenaje en el compacto a Moraíto ( ‘Moraíto en el arco’). ¿Cómo ha asimilado el flamenco, en general, la pérdida de algunas de sus principales estrellas guía?

-Cuando se van genios de este calado, se van épocas y un trozo importante del flamenco... Con Paco se ha ido el pilar, y con Moraíto también, porque era uno de los pilares del acompañamiento gitano. Y lo mismo con Morente. Todos ellos han sido embajadores maravillosos. Y te da miedo, da vértigo que nos dejen solos... Porque no podremos repetirlos, eso nunca... Entre otras razones porque no hemos pasado las necesidades que pasaron ellos. Quieras o no, sufrir las penurias que Enrique, Moraíto o Paco vivieron, que cuando era jóvenes pasaron hambre de verdad, te marca y mucho, sobre todo a la hora de cantar y tocar. Ahora, nosotros no hemos pasado necesidades y es otra manera de cantar. Es un cante diferente, quizá más actual y técnico, aunque ellos también tenían una ténica increíble, por supuesto... Pero nos da vértigo, aunque es cierto que nos quedan otros maestros como Carmen Linares o José Mercé.

Si hablamos de maestros, no podemos olvidar que Pitingo viene a cantar a Navarra, la tierra que vio nacer a Sabicas...

-Por supuesto. Sabicas fue otro gran pilar importante, el primer gran concertista de flamenco en el mundo.