Síguenos en redes sociales:

Lápiz, papel o tijera

Una exposición en la Escuela de Arte de Pamplona sirve de puerta de acceso al universo de seis ilustradoras navarras. Son Yanira Calvo, Andrea Ganuza, Aizpea Lasa, Iratxe López de Munáin, Araitz Urbeltz y Natalia Zaratiegui.

Lápiz, papel o tijeraOSKAR MONTERO

Fanzines, libros, figurines de teatro, láminas, retratos, instalaciones... El mundo de la ilustración es tan variado como la personalidad, la mirada y la mano de sus autores. En este caso autoras, porque la Escuela de Arte de Pamplona ha reunido a seis creadoras, cinco de las cuales estudiaron en el centro, y que hoy están inmersas en este mundillo lleno de posibilidades. Yanira Calvo, Aizpea Lasa, Iratxe López de Munáin, Araitz Urbeltz, Andrea Ganuza y Natalia Zaratiegui son las protagonistas de la muestra Lápiz, papel o tijera, abierta en el edificio de la calle Amaya, 27 hasta el 24 de abril.

La exposición forma parte de la 7ª edición de los Encuentros con creadores con los que la escuela abre sus puertas a las personas interesadas en sus estudios, a la vez que acerca a sus alumnos a profesionales en activo. La próxima cita de este ciclo tendrá lugar el 14 de abril, a las 11.15 horas, de la mano de Pedro Pegenaute, fotógrafo de arquitectura.

Yanira Calvo

Collages y mucho detalle

Yanira Calvo Torres (Pamplona, 1987) estudió Bachillerato Artístico en la Escuela de Arte de 2003 a 2005. Luego se licenció en Bellas Artes en Bilbao (2005-2010) y un año después volvió a cambiar de ciudad, esta vez a Vitoria, para realizar el Grado Superior de Ilustración en Vitoria-Gasteiz durante dos años, tras los cuales regresó a Pamplona, sin olvidar, eso sí, que en 2014 vivió en Santiago de Compostela, donde impartió talleres de manualidades a niños.

Para ella, el paso por este centro fue muy importante “porque supuso salir de mi zona de confort y conocer a gente con mis mismas inquietudes” y porque le hizo ver claro el comienzo de su camino profesional. Por eso cree que no concederle los estudios superiores de Diseño es una decisión “injusta y equivocada”. “Con todos mis respetos hacia la escuela de Corella, ¿qué van a hacer los jóvenes con inquietudes artísticas? Solo les quedan dos opciones: emigrar o renunciar”, lamenta.

En su caso, la ilustración no fue su primera opción. Primero probó con la escultura, “pero me supuso muchas frustraciones”, y luego con otras disciplinas hasta que en una clase descubrió esta. Y desde entonces. En cuanto a sus trabajos, Calvo comenta que le gusta probar distintas técnicas, pero en casi todos “me gusta utilizar collages y dibujos a tinta con pequeños toques de color y, como dice mi hermana Irune, ‘con muchos detallicos”. Para esta exposición, ha creado una nueva serie “donde retrato a ocho personajes que forman el árbol genealógico de una ensalada mixta”, para los que ha empleado collage, tinta, acrílico, estampados y origami. También muestra obras antiguas de la serie De Buen Rollito, “en la que tienen la misma importancia el texto caligráfico y la ilustración”. En la actualidad, la mayor parte de sus proyectos son de encargo, pero “como la mayoría vienen de amigos, conocidos y familiares, los hago míos y me permito licencias para que acaben siendo esos proyectos personales con los que disfruto tanto”. En estos momentos prepara un mural para la habitación de un bebé y espera tener tiempo para avanzar en la ampliación de un cuento ilustrado que escribió hace un par de años.

Andrea Ganuza

Pasión por el fanzine

Andrea Ganuza (Pamplona, 1988) se considera “estudiante y nómada eterna”. Estudió Bellas Artes en Bilbao, se mudó a Inglaterra y vivió en Bradford, donde cursó su Erasmus hasta que acabó la carrera y se trasladó a Bristol. De allí viajó a Barcelona para realizar el Máster de Producción e Investigación Artística y ahora, “cansada y sin dinero”, acaba de volver a su ciudad natal y a la Escuela de Arte, donde se formó en el Bachillerato Artístico de 2004 a 2006 y donde se disponer a empezar las prácticas para formación de profesorado. Ganuza quiso dedicarse al arte desde pequeña, “lo que no tienes tan claro es de qué te vas a poder alimentar, pero, claro, eso no te lo crees hasta que lo vives”. En cuanto a la controversia sobre los estudios superiores de Diseño le parece “otra representación más de la patética gestión de la cultura que tenemos en Navarra”.

Lectora de cómics desde siempre, conoció a Julie Doucet en Bilbao, y aquello “marcó un antes y un después para mí”, aunque nunca se tomó demasiado en serio a sí misma. “Trabajaba fotografía, vídeo, escultura, dibujo... Hasta que acabé la carrera y llegó la precariedad”, afirma. Y sigue: “Una de las ventajas del cómic es que, más o menos, con un papel, un par de bolígrafos, escáner, ordenador y conexión a Internet ya puede publicar tu trabajo”. Lo más característico de su trabajo es que “siempre es muy personal y casi siempre autobiográfico”. Le permite “contar historias, sensaciones y pensamientos” y generalmente trata de que contenga una reflexión, “muchas veces ridiculizándome a mí misma o riéndome de mis propios dilemas, con la esperanza de que le pueda servir a alguien, ¡o que por lo menos la gente se eche unas risas!”

En la muestra de la Escuela de Arte presenta dos tipos de obras. Una de ellas se compone de “un montón de fanzines colgantes preciosos en los que he colaborado, como Nenazas 2 y 3, Feminizine 4, Blood y algunos que hemos creado desde nuestra editorial, Morboso y Mohoso, que llevo a medias con el artista Iñigo Benito”. En la segunda parte, exhibe cuatro láminas grandes, de 50x70, con cómics en color que realizó sobre conciertos que han significado algo para ella, “o bandas que me gustan con locura y un mensajín de amor y agradecimiento y amor que les mando por hacer esa música”. Sobre su quehacer diario, cuenta que casi todo lo que hace es por iniciativa propia. “Nunca me he considerado ilustradora, me formé para ser artista”; durante un tiempo elaboró proyectos y se presentó a diversas convocatorias, becas, premios, residencias, etcétera. Pero se cansó de ser una eterna concursante y, “harta de que ganasen siempre los mismos”, se decidió por la autopublicación. “Por eso amo los fanzines, porque no tienen normas, no necesitan la validación de nadie para existir y no son ambiciosos”. Respecto a proyectos soñados, le gustaría disponer de ahorros para retirarse un buen tiempo “y dibujar un cómic bien potente”. Ahora mismo eso no es posible, así que “dibujo tiras y comics de entre una y cuatro páginas”, que van engrosando una gran cantidad de material. Y está deseando ver Paranoidgynoid, un bestiario de robots escrito por Benito que ha sido uno de sus proyectos “más díficiles”, y Tradicional Sexy, un fanzine colaborativo dedicado a Lorena Álvarez y su banda municipal. Además, se encuentra inmersa en PUMPK!, que será el primer Festival de Autoedición de Pamplona. “Lo estamos organizando un puñao de dibujantes, fotógrafos y diseñadores que casi no nos conocíamos de antes y nos estamos haciendo muy colegas”, dice, encantada porque está comprobando que en la ciudad hay ganas de que se hagan “eventos contraculturales”. “Mientras el Ayuntamiento de Pamplona mantiene en un lugar privilegiado al nuevo museo del Opus Dei, en los márgenes surge el verdadero espacio de interés, aprendizaje y conocimiento”, en lugares como Jazar o con jornadas como Lumatza.

Aizpea Lasa

Sin parar de dibujar

Aizpea Lasa (Pamplona, 1985) también estudió Bellas Artes en Bilbao, cursando el último año en Linz (Austria). En la Escuela de Arte solo estuvo un año (2005/2006), pero fue suficiente. “Tuve compañeros de clase y profesores estupendos de los que aprendí muchas cosas y que me dieron consejos que a día de hoy sigo utilizando”, dice, y no comprende cómo no se centralizan los estudios superiores de Diseño, “que se llevan demandando mucho tiempo”, en la capital navarra.

Lasa tiene claro que lo suyo es el dibujo. Lo descubrió durante su estancia en Linz. Antes había tocado todos los palos (escultura, diseño, pintura, audiovisuales, etcétera), pero entonces se dio cuenta de dibujar “era el mejor medio para expresarme”. Desde entonces no ha parado y define su estilo como “muy libre y puro”. “Trabajo dimensiones, formatos y soportes muy diversos; me encanta dibujar tanto en un buen papel como en el papel más barato o en trozos de madera que me encuentro. Muchas veces no tengo una idea clara de lo que quiero plasmar y me dejo llevar”, de ahí surgen “esas formas orgánicas y esas líneas rotas e imprecisas”. Aunque confiesa que también tiene su lado “más contenido y preciso, con el que a veces me cuesta romper” y del que salen “elementos más geométricos, líneas rectas, puntos, composiciones muy minimalistas”.

En la escuela, esta ilustradora presenta un nuevo trabajo que habla de algo tan común como un dolor de muelas. “Llevo como año y medio con dolores constantes, así que aparte de ponerme de los nervios, he podido sacar algo bueno de esto”, en concreto una instalación “bastante curiosa y personal” formada por diferentes elementos. La pieza principal es un dibujo a tinta negra de unas medidas aproximadas de 2x1,50; luego hay una serie de cinco dibujos que narran las diferentes fases del dolor, así como otra colección de seis autorretratos a color “de algo parecido a mi álter ego”, cuatro ilustraciones más a todo color y piezas de madera dibujadas a lo largo de la pared. La mayoría de su labor ladedica a las autoediciones, monográficos, carteles, etcétera. “Seguro que con esto no obtienes una gran remuneración, pero la sensación de formar parte de algo tan personal y tan libre es gratificante”. De lo que más orgullosa se siente es de formar parte del colectivo Y Peluda junto con Clara López y Liébana Goñi, que edita el fanzine Pan de molde, “donde damos cabida a un montón de ilustradores a nivel estatal y alguno que otro de fuera”. Como anhelo, le encantaría hacer un mural enorme, “en plan a lo bestia”, con un montón de dibujantes e ilustradores. Actualmente, está dibujando para un librillo que van a editar en el citado colectivo, que ya trabaja en la convocatoria del nº4 del fanzine, en la calle en septiembre. Además, prepara junto a Andrea Ganuza, “y a un montón de gente interesante”, el festival de autoedición.

Iratxe López de Munáin

Libros infantiles

Iratxe López de Munáin (Pamplona, 1985) habla con este periódico desde la Feria del Libro de Bolonia, en Italia. Precisamente, el mundo editorial es el contexto en el que se mueve esta artista que apenas estuvo un curso en la Escuela de Arte (2000/2001), pero que disfrutó “muchísimo” estudiando algo que le encantaba. “Que no le den los estudios superiores de Diseño es una pena y prueba una vez más que este tipo de estudios siempre han sido poco valorados”, señala.

Residente en Barcelona desde hace años, a López de Munáin siempre le gustó el dibujo, pero no fue hasta Bellas Artes cuando descubrió la ilustración. En el último lustro, ha enfocado su creación hacia el mundo editorial infantil, “procurando aportar siempre una visión personal del texto que estoy trabajando”. De hecho, en Lápiz, papel o tijera, presenta ilustraciones pertenecientes al libro Cuentos de Odesa, publicado por Nevsky Prospects. A menudo conjuga los encargos con sus apuestas personales, “para tener un espacio en el que buscar cosas nuevas y jugar”, y reconoce que le encantaría ilustrar “cualquiera de los textos de Bestiario, de Julio Cortázar”. Quizá algún día. Ahora está ocupada en un álbum para una editorial de Brasil y en un proyecto con texto de Catalina González.

Araitz Urbeltz

Escenografía y vestuario

Araitz Urbeltz (Pamplona, 1982) ha hecho el camino inverso al realizado por las ilustradoras que aparecen en este reportaje. Primero se fue a Barcelona a formarse en Bellas Artes y en el primer ciclo de Escenografía (2000-2008) y, en medio -2005-, realizó una residencia en Santiago de Compostela. Tras ese período regresó a la capital navarra y entre 2009 y 2011 cursó dos años de Grabado en la Escuela de Arte. En 2011 permaneció durante tres meses en Berlín con una beca Leonardo y en 2013 residió entre Bilbao y Pamplona, donde vive, gracias a una beca de la Fundación Bilbaoarte.

Su paso por la escuela le sirvió para “profundizar en mis conocimientos sobre la gráfica y las técnicas de impresión tradicionales”, pero sobre todo le permitió viajar un trimestre a Berlín, donde asistió a “obras de teatro de escenógrafos y figurinistas de relevancia internacional”. En su caso, entiende el dibujo como una “herramienta comunicativa imprescindible para desarrollar ideas” y afirma que sus proyectos están marcado por “la espectacularidad, la profundidad del color y la investigación en composición. O por lo menos es lo que trato de plasmar, el resto queda en manos del espectador”. En el centro exhibe parte del diseño de vestuario -4 figurines de 30- y la maqueta del espacio escénico del Big Project de Hamlet del segundo curso de Escenografía. Los encargos constituyen el 30% de su labor habitual y, entre sus deseos, regresar a Berlín para estudiar un máster de espacio escénico con una beca DAAD en la UDK. Eso sí, cualquiera que quiera trabajar con ella ya puede hacerlo a través de Kocograpa Espacio de Creación Gráfica/Sormen Grafikorako Gunea, donde desarrolla dos líneas: el diseño de producto y divulgación de la gráfica.

Natalia Zaratiegui

Rotuladores y digital

Natalia Zaratiegui (Pamplona, 1981) es la única de las seis que no estudió en la Escuela de Arte. Es más, después de acabar en el IES Marqués de Villena de Marcilla, hizo la carrera de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona e Ilustración en la Escola Massana de la ciudad condal, donde vive. En cualquier caso, conoce la labor que desempeña este centro y cree que la polémica reciente demuestra “la falta de apoyo al arte y al diseño en general” que existe en Navarra. “Es algo que da que pensar... Y que provoca que mucha gente se marche fuera”, agrega.

Zaratiegui optó por formarse como ilustradora cuando estudiaba Historia del Arte. “Lo vi como una manera de profesionalizar algo que me encantaba hacer, dibujar. Una vez en la escuela aprendí que, además, era una herramienta muy potente para comunicar”. Le resulta complicado definir su estilo. “Últimamente me siento muy cómoda trabajando en digital, aunque también me encanta dibujar con rotuladores; cada proyecto lo tomo como un nuevo reto, y me adapto dependiendo de la idea o de la funcionalidad de cada trabajo”, comenta.

En la exposición muestra cuatro portadas de libros que ha diseñado para diferentes editoriales, dos ilustraciones de prensa, un proyecto personal y una ilustración que creó para la muestra Recorridos habitados, promovida por Y Peluda dentro de Mapamundistas 2014. En la actualidad, trabaja bastante por encargo, como la ilustración que está terminando para un homenaje a H.D. Thoreau que prepara Errata Naturae, y le queda poco tiempo para historias propias, pero disfruta con ambas facetas. Cada una es un reto.