no cabe menor duda del importante papel que ha desarrollado el famoso ventrílocuo y doctor en medicina, José Luis Moreno, en una época de la historia de la hispana tele, acompañado de sus inolvidables muñecos con doña Rogelia al frente o sus numerosas producciones para teles autonómicas y estatales, con sonoros éxitos y frustrados batacazos como el de la última alfombra roja sabatina ya desaparecida. El estilo Moreno es una explosiva mezcla de descaro corporal y espiritual en temas y personajes de tribu urbana caricaturizada, punto cutre con el añadido de argumentos que rozan vodevil y astracanada. Conocedor del negocio, la factoría de los Moreno tiene en antena un producto que está funcionando viento en popa a toda audiencia y que hace de La que se avecina referencia que no puede competir ciertamente con El Príncipe o Allí abajo, pero que tiene hueco como comedia de situación. La serie de larga historia, que antes se presentó con el título de Aquí no hay quien viva y que ha bailado de una cadena a otra, es producción tipo Ikea, montar y desmontar situaciones con facilidad nórdica y que permite consumirse a velocidad de crucero por abundancia de personajes y cambio continuo de enredos argumentales que mantiene la tensión narrativa y el interés de lo que ocurre, todo ello dicho con gracejo, abundancia de malsonancias y tacos con lenguaje de patio de vecinos que hacen las delicias de millones de espectadores que acuden a la semanal cita. Personajes esquematizados, especie de muñecos/as sometidos a avatares cotidianos en ocasiones extremos, pero siempre buscando punto humorístico, tono alegre y divertido de una serie facilona que habla a las claras del perfil sociológico de los consumidores de esta especie de diversión y entretenimiento. Son los efluvios de Moreno que impregnan un modo de contar, decir, actuar, todo ello en agitada vecindad.
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