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‘Ecoiconoclastas’ o cómo transformar el sonido en arte

El Centro Huarte acoge hasta el 13 de septiembre la propuesta del grupo de investigación Ikersoinu

‘Ecoiconoclastas’ o cómo transformar el sonido en arte

Pamplona - Ver el sonido, escuchar el silencio, jugar como niños dibujando con tiza trazos que se transforman en estridentes melodías de taladros o dejarse llevar oníricamente por un software que elabora representaciones pictóricas bajo la premisa de atracción-repulsión. Todo esto, y más, se encontrará el público que, movido por su curiosidad, acuda al Centro Huarte para dejarse sorprender por la muestra Ecoiconoclastas, creada por el grupo de investigación sonora y espacio artístico Ikersoinu.

La exposición, que se inauguró ayer con varios conciertos protagonizados por los artistas de la misma, se puede visitar hasta el próximo 13 de septiembre y fue presentada horas antes por el director del Centro Huarte, Javier Manzanos, y los creadores Enrike Hurtado, Jon Mantzisidor, Josu Rekalde y Patxi Araujo (faltaron Mikel Arce, Sarah Rasines y Mattin Artiach).

Javier Manzanos destacó la relación que une al Centro Huarte con la Facultad de Bellas Artes de la UPV, de donde proviene el grupo Ikersoinu, y apuntó que la muestra “busca ese intersticio entre el arte, el espacio y el sonido”.

Según explicó Josu Rekalde, el título de la muestra “parte del concepto de iconoclasia, entendido como el rechazo de las representaciones visuales, para llegar a otro concepto que hemos creado, el de ecoclasia, entendido como el rechazo de las representaciones sonoras convencionales”. En cuanto al grupo Ikersoinu, Rekalde apuntó que “pretenden investigar el sonido como materia de expresión artística. Cuando pensamos en el espacio artístico, pensamos solo en aquello que nos viene a través de la visión, incluso también desechando el propio espacio. Nosotros investigamos el arte sonoro desde la relación que tiene con el espacio y con lo visual”. Cada una de las siete obras que presentan se mueven, según apuntan desde el propio Centro Huarte, “entre la performatividad y el juego interactivo, oscilando entre las imágenes que pueden ser producidas por la física del sonido y los sonidos que pueden ser producidos por los movimientos de la imagen”.

En cuanto a la relación de esta exposición sonora con el silencio, Mantzisidor matizó que “es una parte fundamental de la escucha, del sonido y del mundo que nos rodea”. Por su parte, Patxi Araujo destacó que “todas las obras proponen un tempo diferente al que estamos acostumbrados a vivir como normal. Ese plus de tempo que el espectador debe dar a la pieza es el que le permite que exprese parte de su significado y así podamos percibir los cambios. Por eso es necesario que el público afronte las piezas con tiempo mostrando así la capacidad necesaria para ver qué es lo que tiene enfrente”.