pamplona - Maestro y alumno en otro tiempo y colegas y amigos desde hace años, Carlos Pascual y Emilio Gañán, madrileño y extremeño, han reunido en el Polvorín de la Ciudadela una serie de obras con las que escenifican un diálogo, “a veces por contraste y otras por similitud”, entre conceptos como la forma, la abstracción, las influencias de las vanguardias y, en definitiva, la pintura. La exposición podrá verse hasta el próximo 17 de enero.
De la monocromía al color, del plano al volumen, del dibujo al objeto... El visitante puede establecer la relación que la mirada a las piezas de estos dos artistas le sugiera. “No queremos forzar nada, esto no son matemáticas”, indica Pascual, y Gañán añade que, siendo así, en el conjunto “confluyen una serie de energías”, de formas y elementos que “ilustran plásticamente” esa conversación que iniciaron hace ocho años en una primera exposición conjunta y que retoman ahora como un modo de mostrar “en qué nos mantenemos y en qué hemos cambiado tanto en lo artístico como en lo personal”, explica Pascual, creador con una obra en la Colección del Ayuntamiento de Pamplona. Hijo de artistas, cuenta que esta iniciativa surgió porque, un día charlando, “nos dimos cuenta de que los pintores hablamos poco de pintura y mucho del mercado y de otras cosas, y a nosotros nos apetecía sacar todos esos procesos que se producen en el estudio” y que, en este caso, ha unido a dos personas de distintas generaciones, “pero con una sensibilidad pareja”, con querencia por las vanguardias históricas y la abstracción que nació de ellas, entre otros temas. “A los dos nos mueve meternos en estas aventuras que tienen un punto romántico y en las que la pintura habla y se expresa”, subraya Gañán, que añade: “Vamos creciendo juntos y con esta exposición ponemos en común nuestras obsesiones y gustos y los compartimos con el público”, al que recomienda acudir a la sala con una “mirada libre” y dispuesta a percibir las conexiones, a veces sutiles y otras más evidentes, que se dan entre las obras de Pascual, más próximas a lo objetual, “aunque siguen siendo pintura”, y las de Gañán, más cercanas al dibujo geométrico.
el azar De la evolución experimentada en la última década, el de Plasencia apunta que últimamente “juego con más elementos intentando materializar la cantidad de ideas que tengo en la cabeza”. Asimismo, cuenta que se nota “más intuitivo, errático y con ganas de sorprenderme con lo que va sucediendo en el lienzo”. “En eso nos parecemos”, sigue Pascual. “Preferimos que la obra vaya surgiendo durante el proceso; con el efecto del azar, de lo no previsto, donde los errores se convierten en aciertos con el paso del tiempo”. Y es que, en su opinión, “cuando un cuadro está muy meditado, nace muerto”.
Y, por supuesto, ambos coinciden en su defensa de la pintura. “Es el lenguaje que más saboreamos”, comenta Gañán. “Parece que lleva 80 años muriéndose, pero vas a cualquier feria, a Arco o a Basilea, por ejemplo, y están llenas de pintura, así que muy muerta no estará”, agrega Pascual.
trayectorias Carlos Pascual (Madrid, 1950) es la segunda vez que expone en la Ciudadela (Mixtos, 1986). Ejerce de profesor de Pintura en la Facultad de BBAA de Salamanca, en la que obtuvo el doctorado. Su obra figura en numerosas colecciones públicas y privadas y desde que en 1976 protagonizara su primera muestra individual, ha expuesto en ciudades de todo el Estado, así como en Estados Unidos. También ha realizado intervenciones en arquitectura, con decoraciones murales en varios edificios.
Emilio Gañán (Plasencia, 1971) también es profesor de Pintura en Salamanca, donde se licenció; sus obras se han exhibido en eventos colectivos internacionales (Brasil, Chile, Inglaterra, Venezuela o Portugal) y algunas forman parte de importantes colecciones.