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Sofía y su pañuelo de seda

Sofía y su pañuelo de seda

Ya falta menos para la noche de las campanadas y ya se siente el escalofrío del tiempo sobre nuestras cabezas. Las campanadas son como el reloj de arena de nuestras vidas y algunos comenzamos a tener ya muchas coleccionadas. También es un ejercicio algo frívolo. Este año, además del incombustible Ramontxu, vamos a tener la primicia de contar con una Anne Igartiburu embarazada. Aunque mucho me temo que la que ganó adeptos y adeptas el año pasado fue Cristina Pedroche, con su vestido de transparencias. Un vestuario que seguramente animará a muchos espectadores a darse una vuelta por La Sexta y Antena 3, donde parece que se lo va a hacer con Carlos Sobera. Algo tendrán estos ex de la ETB para que los fichen todos los años para desearnos el año nuevo. Por cierto, EiTB ha elegido Donostia para dar la campanada justo el año de la capitalidad Europea de la Cultura 2016, y lo harán Bárbara Goenaga y Klaudio Landa desde el edificio histórico de Tabakalera, que se ha transformado en las últimas décadas en la referencia cultural más importante del entorno. Pero vamos al tema: si de algo se debe hablar hoy es del récord de audiencia que cosechó GH en la final que encumbró a la navarra Sofía, una concursante que parece nacida para triunfar entre los recovecos de las casa de Guadalix de la Sierra. Un espíritu entre ambicioso y juguetón con el que ha salido airosa de los compromisos debajo del edredón y del morbo a espuertas que se trabajan los concursantes sabedores de tener un porrón de gente siguiéndoles los pasos por la casa. Sofía es la nueva reina de la televisión aunque mucho tendrá que trabajar para convertir esta oportunidad mediática que le brinda el concurso para mantener su popularidad. Salvo los primeros, los concursantes de Gran Hermano suelen ser como esos pañuelos de papel que apenas duran lo que tardan en mancharlos. Pero ojo con Sofía, que ha demostrado que debajo del papel hay algo de tela.