“Las políticas de siempre no han resuelto desigualdades claves en el acceso a la cultura”
El profesor de la UAB fue el encargado de abrir el congreso de los gestores culturales navarros con la charla ‘De las políticas culturales de acceso a las políticas de lo común’
pamplona - La Asociación de Profesionales de la Gestión Cultural de Navarra (Apgcna) celebra estos días en la casa de cultura de Villava un encuentro que aborda el fenómeno de la participación de la ciudadanía también en lo cultural. Durante la primera ponencia de ayer, Nicolás Barbieri destacó la necesidad de que en la agenda de las políticas culturales públicas se incluyan las palabras equidad e igualdad. Y alertó sobre la posibilidad de que estemos manteniendo instituciones culturales zombis, es decir, aquellas que “han perdido su vitalidad, su identidad y su sentido de pertenencia” y, lo que es peor, que no tienen intención de adaptarse a los nuevos tiempos.
De algún modo, postula que estamos en un momento de transición entre un contexto dominado por las políticas tradicionales de acceso a la cultura y las políticas de lo común. Y sorprende que cuando aun no se ha logrado que todos los colectivos tengan, en efecto, acceso a la cultura se vaya a cambiar de proceso. ¿No puede ser contraproducente?
-No. Lo que se plantea es que las políticas tradicionales de democratización de la cultura han fallado en muchos aspectos y que las desigualdades son muy evidentes en este ámbito. Hay estudios que indican que quien accede a lo que se oferta es gente de una determinada clase social, con una formación concreta... Y, por tanto, nos están faltando cierto tipo de políticas. La pregunta es ¿reforzamos los modelos que hemos venido trabajando hasta ahora o damos un paso adelante?
¿Y qué responde?
-A mí me da la sensación de que manteniendo determinados equipamientos y políticas tradicionales de acceso a la cultura, sobre todo los que hayan funcionado mejor y de los que la ciudadanía se haya apropiado mejor, habría que reequilibrar, matizar e introducir otros elementos. Lo peor es no hacer nada y quedarnos con los modelos tradicionales sin más, porque el contexto actual es muy diferente al que existía cuando se plantearon esas políticas.
De hecho, como señala, esas políticas de acceso han fallado y no han alcanzado sus objetivos en colectivos concretos.
-La desigualdad en el acceso por clase, género, edad, formación está constatada. Además, hay estudios que nos plantean que en el ámbito de la producción cultural también hay grandes concentraciones y, en cuanto a la participación, es decir, a la toma de decisiones, las políticas tradicionales han fallado. La cuestión está clara: las políticas tradicionales no han podido resolver desigualdades claves en el acceso a la cultura. Y a partir de la evaluación que hagamos de cómo han funcionado esas fórmulas tenemos que pensar en las soluciones, en ir más allá. No se trata de decidir en el vacío. Yo no digo que la financiación y las políticas tradicionales de democratización y de acceso a ciertos bienes culturales dejen de existir, pero sí que hay que reequilibrarlas con otros enfoques.
¿Como el de las políticas de los bienes comunes?
-Así es. Este es un enfoque que pone de relieve que el acceso no es solo a recursos -a la oferta cultural-, sino también a espacios comunes, a comunidades, a colectivos y a tener capacidad de decisión en las normas que condicionan las políticas culturales.
Antes de dar ese paso, seguramente los ciudadanos tendremos que tomar conciencia de que no solo hay que reivindicar participación, igualdad y derechos en ámbitos como la sanidad, la educación o las políticas sociales, sino también en la cultura.
-Está claro que la primera decisión clave es si quieres participar o no y, a partir de ahí, se debe tener la posibilidad de hacerlo. Desde hace un tiempo, los colectivos del ámbito de la cultura piden participar en los procesos de toma de decisiones; poder decidir y priorizar conjuntamente, más allá de votar. La cultura también es un ámbito donde las comunidades quieren tener más libertad y más autonomía para decidir en sus propios entornos. Y la Administración debe ayudarles en esos procesos.
Preocupa que la participación dependa excesivamente de la buena voluntad de los gobiernos. Por ejemplo, ahora en Navarra se han abierto cauces de interlocución con distintos agentes, pero hasta hace nada la política cultural se imponía por decreto.
-Sí. Tú puedes reclamar a los gobiernos que establezcan unos espacios de participación más o menos autónomos e independientes que permanezcan más allá del cambio de partidos, pero las comunidades también deben organizarse para tener sus propios espacios de presión, de reclamo. No se trata solo de esperar que la propia administración nos los mantenga sin más, hay que ganarlos, construirlos y conectar con el resto de la sociedad. No hay que olvidar que en el ámbito de lo cultural tenemos cierta dificultad para conectar con otros ámbitos. Trabajamos mucho en el nuestro, pero a veces no sabemos reconocer vínculos con la salud, con el desarrollo de un territorio... Nos cuesta mucho y creo que para que los gobiernos nos hagan caso también hay que lograr que el conjunto de la ciudadanía nos vea como un sector abierto y democrático.
Durante su ponencia ha comentado que para que los procesos de participación sean efectivos la Administración no debe solo compartir responsabilidad, sino también poder en la toma de decisiones. En estos momentos, el Gobierno de Navarra está elaborando un Plan Estratégico de Cultura realizando reuniones con los distintos ámbitos de la cultura, pero con un esquema, temas de trabajo y pautas previamente establecidas... ¿Existe participación real en este caso?
-Los procesos de planificación de políticas culturales son importantes y han sido un avance que ha permitido crecer dentro del modelo tradicional de acceso. Pero estos procesos tienen que servir para democratizar la elaboración de las políticas culturales. Si no los hacemos más democráticos, tendrá poco sentido que abramos procesos de participación. Dicho esto, la Administración pública tampoco debe renunciar a acordar una serie de marcos o reglas de funcionamiento, pero cuanto más se identifique la gente con esos procesos y no los vea como algo administrativo o lejano, mucho mejor y mucho más útiles serán, porque recaptarán el conocimiento de la gente y ayudaremos a que los participantes se empoderen.
¿Con la tendencia a la participación no se corre cierto riesgo de que las administraciones se desentiendan de ciertas políticas? Aquí por ejemplo tenemos una Ley de Mecenazgo y siempre ha preocupado que acarree más recortes en los presupuestos culturales.
-Los recursos vinculados a la financiación colectiva no pueden servir para desresponsabilidar a la administraciones públicas. No pueden utilizar como excusa el discurso de los bienes comunes para abandonar responsabilidades que se supone que habíamos consensuado que eran suyas. No hay que olvidar que en el ámbito cultural ha habido recortes muy importantes y lo que no se puede decir es que para solucionar esas reducciones se va a optar por el mecenazgo, el micromecenazgo o similar. En todo caso, esas fórmulas nuevas deben servir para transformar el sector en su conjunto, no para solucionar los problemas que llevamos arrastrando de otros procesos como la austeridad o la destrucción del Estado del bienestar.
En cuanto a las comunidades, aquí tenemos un grupo, Cultura Prekaria, que demanda que se le ceda un espacio público para funcionar desde la autogestión sin ninguna clase de intermediación con la Administración. ¿Es legítimo?
-Existen espacios autogestionados que tienen o nula o muy poca relación con la Administración. Se lo han ganado porque son relevantes y útiles en sus entornos, que son los que les ha legitimado. Lo que es difícil es pedir poder y no asumir responsabilidades. Eso no significa estar condicionado por lo que digan desde las instituciones, pero sí ser transparentes, tener democracia interna y diversidad en los órganos de gestión... Eso es clave para que funcionen. La propiedad de un edificio puede ser pública y el uso comunitario, siempre asumiendo responsabilidades y ejerciendo el poder.
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