Ruiz de Eguino recorre 40 años de trayectoria en la Sala de Armas
La retrospectiva del artista donostiarra exhibe 144 piezas entre esculturas, pinturas y obras gráficas hasta el 31 de diciembre
pamplona - El artista donostiarra Iñaki Moreno Ruiz de Eguino propone un recorrido a través de 40 años de trayectoria en la primera planta de la Sala de Armas de la Ciudadela. Allí, a través de 144 piezas de todo tipo -esculturas, pinturas y obras gráficas- muestra la evolución de un viaje en torno a la idea que preside toda su creación: la unicidad espacial. La muestra permanecerá abierta hasta el 31 de diciembre.
Nada más acceder a la sala, una se encuentra ante una de esas exposiciones que conviene ver con tiempo o, si acaso, visitar en más de una ocasión. No en vano, el espacio se presenta repleto de obras que ocupan paredes y peanas en un recorrido sinuoso que no se apoya en criterios estrictamente cronológicos, sino que va desplegando sus misterios entre geometrías variables que exploran las formas y el espacio. “Me apetecía hacer una revisión muy rápida de mi trayectoria”, explicó ayer Ruiz de Eguino (Donostia, 1953). Casualmente, el año pasado se cumplieron 40 años de su primera exposición en Pamplona, concretamente en el Museo de Navarra, y entonces no se pudo hacer nada, “así que quizá inconscientemente he hecho esta retrospectiva por eso”, confesó. Sea como sea, esta muestra ofrece la posibilidad de contemplar las distintas etapas -“pequeñas notas de distintas series”, dice- de este “artista polifacético”, siempre “en permanente búsqueda”, que comenzó con el dibujo y la pintura, tal y como refleja la obra más antigua, un cuadro expresionista abstracto de 1972 que realizó cuando estudiaba en la Escuela de Arte de Zaragoza. Allí fue uno de los fundadores del Grupo Forma, que, “según dijo en su día el profesor Ángel Azpeitia, fue el grupo más rupturista en la pintura aragonesa de los años 70”. “Eran tiempos revolucionarios, políticamente teníamos que ser incorrectos”, agregó ayer Ruiz de Eguino, a quien esa primera etapa le valió un pronto reconocimiento, con tan solo 21 años recibió el Gran Premio de Pintura Vasca.
A partir de 1977 inició otra fase, emprendiendo una investigación sobre el espacio plástico en series como la dedicada al realismo cosmogónico mágico, representada en la Ciudadela por varias obras que en aquellos años se exhibieron en Pamplona. “Entonces me interesaba el esoterismo, me llamaban la atención los espacios más intuidos que reales”, comentó. Después llegó la pintura tetradimensional y más tarde “bajé a la tierra” con una serie en torno a los elementos de utillaje vascos. Ya en los años 80 conoció a Chillida, Oteiza y Basterretxea. Con este último compartió estudio durante una temporada y a los tres le unió una amistad que influyó decididamente en su práctica artística. “Recuerdo que Néstor me decía que lo que yo hacía en mis cuadros en realidad era escultura, entre los tres empezaron a titularme las obras y yo empecé a llevar esas ideas a las tres dimensiones”. Desde entonces, los trabajos escultóricos ocuparon un lugar importante en su quehacer, aunque nunca ha dejado la pintura, ni tampoco los textos teóricos. No en vano, es autor de más de 40 publicaciones y ha comisariado infinidad de exposiciones.
Entre mediados de los 80 y finales de los 90, Ruiz de Eguino amplió sus horizontes con nuevos materiales y soportes, trabajando la madera, el hierro, el aluminio, el bronce y el acero inoxidable, y se interesó, asimismo, en los relieves y las gravitaciones. En 1988 llegó la serie Cuerdas+Papel, en 1989 Arquitecturas rurales, a partir de casas de Baztan y de Iparralde; a las que siguieron, en los 90, Contemplación concreta, Intimidad callada y Plástica espacial. Entre las obras más recientes presentes en la exposición, la Suite Sevilla, una colección de piezas en las que experimenta con las líneas cromáticas sobre fondo negro, en la pintura, y en la que rompe los bloques de hierro, casi a modo de vidrieras, en la escultura.
unicidad espacial El influjo de los líderes del Grupo Gaur en su trayectoria es evidente, aunque Ruiz de Eguino matiza: “Chillida trabajaba la masa, a Oteiza le interesaba el vacío y yo quería buscar otra idea, una propia”. Y fue la unicidad espacial, muy visible en sus obras públicas. “Todas son transitables; siempre he querido que la esculturas dejen de ser objeto iconográficos y que se integren en el mobiliario de las ciudades y afortunadamente he sabido que mis piezas son muy queridas y utilizadas”, afirmó el artista, que ahora mismo investiga en algo nuevo. “Desde el principio me han interesado el espacio y la línea y ahora estoy siguiendo una intuición, y es que la luz también es espacio”, de ahí algunas esculturas de luz que ha creado últimamente.
La exposición. Ruiz de Eguino.
Lugar y fechas. En la Sala de Armas hasta el 31 de diciembre.
g. díaz de ereño “un paseo por sus obras evoca la sencillez de una emoción”
El director de la Fundación Oteiza escribe afirma en el catálogo de la exposición que un paseo por las obras de Ruiz de Eguino “nos permite evocar la sencillez de una emoción serena (...) Nos invita a observar, es una experiencia voluntaria, atenta. Juega con el misterio y se funde en un sueño plácido y sereno”.