Kutxi Romero, una noche rodeado de amigos
Concierto de Kutxi Romero y Luter
Fecha: 25 de noviembre de 2006. Lugar: Sala Zentral. Incidencias: Muy buena entrada.
Kutxi Romero, embarcado en la gira de presentación de su disco No soy de nadie, a la que le queda un suspiro, recaló el viernes pasado en la sala Zentral de Pamplona acompañado de muchísimos amigos. Fue una noche de besos y abrazos, de amistad y colegueo, un concierto de base acústica cimentado en muchas, muchas guitarras, pero ninguna eléctrica, salvo en contadas ocasiones. Pero también resultó ser la noche del anuncio del retorno de Marea, que Kutxi realizó al final de la velada y que el público recibió con emoción.
Más o menos hacia las 21.15 horas salió a escena el músico y compositor madrileño Luter, quien desgranó un buen puñado de canciones de sus discos 333 (2016), Orilla (2013) y Añicos (2008). Lo hizo con solvencia -la papeleta en principio no era fácil, si tenemos en cuenta que no había una sección rítmica, bajo y percusiones, que respaldara sus canciones-. Le acompañó en todo momento Juanito Lorente (Bocanada), y más tarde fue entrando en escena, más o menos escalonadamente, el resto de la columna vertebral de lo que vendría después: el mismo Kutxi Romero, Alén Ayerdi y Javiertxo Pintor (percusiones y bajo respectivamente, que confirieron al sonido cuerpo y empaque y estuvieron muy bien) y José María Marco Pete (guitarra).
Y como un punto y seguido, sin interrupciones, comenzó el concierto de Kutxi Romero propiamente dicho, todavía con Luter sobre el escenario, y atacando Vengo del mercado, que es como echar una mirada a las raíces del músico de Berriozar. Muy bien. Siguieron Mierda en las tripas, Como quien pide tabaco y Silencio, ésta última de Aurora Beltrán, quien no pudo asistir y para quien Kutxi tuvo palabras de elogio: “La gran dama del rock & roll”. Las únicas guitarras eléctricas que sonaron fueron las de Kolibrí Díaz (Marea) en los temas Corazón equino y Nicotina y alquitrán. Ésta última contó a su vez con la voz de Javier Erro (Cuatro Madres) y con el saxofón de Luis María Moreno Pirata, que se marcó un breve pero intenso solo.
Entre tanto, el músico de Berriozar arremetió contra los grupos tributo y se acordó del poeta Marcos Ana, el preso que más tiempo pasó encarcelado durante la dictadura franquista, fallecido la víspera. Sonó La sangre llega hasta el cielo.
La voz de Kutxi Romero es como el rescoldo de una hoguera, no tiene la luminosidad de la llama azulada, pero quema como el fuego naranja mecido por el aire. Suena a tabaco, profunda e íntima. Y qué decir de su presencia sobre el escenario, que es la de quien posee carisma y fuerza y acaba metiéndose al público en el bolsillo. O de sus letras, que son en parte poesía y que supuran una verdad que llega desde sus entrañas. Pocos son los que pueden juntar poesía y rock y hacerlos funcionar como una sola cosa.
El siguiente en salir fue Julen Hernández (Bourbon Kings). Sonó Malas Noticias de Los Suaves, tema muy bien recibido, y después Azulejo Frío, que trajo uno de los momentos más calientes de la noche. No en vano, allí estaban, acompañando al anfitrión, El Drogas (guitarra y voz) y Flako (bajo). Otros ilustres invitados fueron Mariano Medina (Ciclonautas), que tocó la guitarra con un mechero; Rafael Duque (guitarra de doce cuerdas); Juanjo Ojeta (guitarra); Alfredo Domeño, quien cantó Frío del grupo Alarma, y Migortxo de Pasternak que hizo lo propio con Qué desilusión.
Y así llegamos a la parte Marea del concierto. Tocaron Ciudad de los gitanos, que sonó muy intensa, con Kolibrí y César (Marea) a las guitarras, y Pan duro -“qué saben las tripas de puños cerrados”-. Casi como contrapunto a la crudeza de la anterior, escuchamos El lado más salvaje de la vida de Lou Reed vía Albert Pla. Muy divertida. Y por fin llegó No me beses en la boca, que es una canción de esas bonitas y emocionales, que guardan lo mejor de Kutxi. Fue la última de una velada de guitarras acústicas y regusto a nicotina, a alcohol y a risas entre amigos en un ambiente íntimo a horas intempestivas.