Desde agosto del año pasado, en Carlos III, una de las arterias principales de Pamplona, entre boutiques, franquicias de comida o tiendas de chuches se abre paso una pequeña tienda que se erige como un bastión de un oficio cada vez menos extendido: el arreglo de calzado.

Calzados Damar está regentada por Dani Churo y María Victoria Maru Perete; él ecuatoriano y ella pamplonesa, determinaron “lanzarse a la piscina” el verano pasado, cuando ella decidió no seguir en la hostelería porque “estaba quemada”. “Dani trabajó durante años en una cadena de reparación de zapatos. Entonces nos dijimos: ‘por qué no, vamos para adelante’”, afirma Maru con una sonrisa imborrable en su rostro.

Como la mayoría de historias de los autónomos, calzados Damar comenzó a andar con sangre y sudor. “Lo primero fue buscar un local. Al principio miramos en la calle Tajonar, pero no queríamos estar en un barrio en concreto”, recuerda Maru sobre las primeras vicisitudes que experimentaron para ir creando su “tiendita”. “Gracias a un ángel de la guarda, conseguimos una bajera que era ya de por sí perfecta para la labor que íbamos a realizar”, afirma Maru.

La pareja, nada más tener a disposición el local ubicado en el número 69 de la avenida Carlos III, se puso manos a la obra en la reforma. “Tanto pintar como tirar tabiques y pasar todo el equipo eléctrico lo hicimos nosotros”, anuncia Maru orgullosa.“Nos pegamos trabajando días enteros hasta la 1 de la madrugada”. Fueron meses de trabajo incasable para la pareja con el objetivo de poner a punto su negocio.

“El día 13 de julio estuvimos aquí hasta las 2 de la mañana instalando, junto a la familia de Dani, montando la máquina de finisaje que trajimos desde Cantabria”, señala Maru con cierto orgullo mientras señala un gran artefacto verde con dos pulidoras que ocupa el fondo de la tienda.

El 2 de agosto de 2024, día del aniversario de la boda de la pareja, Arreglos Damar abrió sus puertas. Pese a que en un principio el negocio estaba enfocado en el arreglo de zapatos, oficio que sabe a la perfección Dani, pronto se diversificó abriéndose al duplicado de llaves, el arreglo de todo lo relacionado con pieles y cuero, hasta incluso la reparación de menaje de cocina. “Dani se encarga de las reparaciones que tienen que ver más con la zapatería y cuero, yo me encargo un poco de todo”. Dani va enseñando a Maru los entresijos del oficio del arreglo de zapatos,

La pareja se desenvuelve con soltura de cara al público, los dos realizan el trabajo con honestidad: “Hay arreglos pequeños que nosotros no cobramos”, afirma Dani mientras ajusta el mango de un bastón; reparación que no le cobra a la clienta por ser una “pequeñez”. La pareja de propietarios no concibe el día a día de la tienda sin la sinceridad: “A veces nos llegan objetos que no podemos arreglar y por mucho que nos ofrezcan dinero, no lo hacemos”, manifiesta Maru. “Una vez me llegó un cliente el que no le funcionaba la llave del coche y hurgando descubrí que un cerrajero al que le llevó la llave le había puesto un trozo de celo en el circuito para que no funcionase”, dice indignado Dani. “Eso para nosotros es inadmisible”.

“Muy arropados”

En lo que a los principios se refiere, Maru enuncia que “pese a los problemas típicos de cualquier autónomos, nos hemos sentido muy arropados”. “Los de zapatería Ripa, ahora que se van a jubilar, nos mandan clientes”, apunta Maru con agradecimiento. Mientras, el goteo de público es incesante. Todos son despachados con amabilidad y atención por parte de Maru y Dani. “Algunos de mis parroquianos dicen que esta es la tienda milagro”, afirma Maru señalando una mesa de trabajo detrás suya donde hay desde zapatos de ejecutivo, calas, botas de esquí, hasta pinzas para el pelo. La mesa de trabajo, como casi todo en la tienda, fue realizada por Maru y Dani.

Pese a las dificultades iniciales, la “cabezonería” de estos dos jóvenes emprendedores les ha llevado a instaurar su pequeña tienda como un lugar que hace barrio y que, además, brinda un servicio indispensable para dar una segunda vida a objetos insusutituibles y de cierto valor sentimental. Es la tienda milagro de Maru y Dani.