pamplona - “Omega (1996) va mas allá de un disco, de un trabajo o de una obra artística... Tengo la suerte de que Morente era mi padre y que, además, era el mejor padre del mundo, el más responsable, el más tierno, el más respetuoso y el más genial de los padres que se pueda tener... Pero es que con este trabajo le dio la vuelta a la cultura española, yo no lo centraría solo en el flamenco... porque hablamos de Leonard Cohen, de Lorca, de un compendio de elementos que el unió, supo hilar y lo bordó. En aquel momento en España salían discos bastante discos reducidos en calidad, había mucha morralla... Sin menospreciar a nadie, porque yo entiendo que todo el que hace algo, lo hace con una buena intención, otra cosa es que tenga más o menos calidad; yo estoy convencida de que la gente no hace las cosas para que salgan mal. Pero eso es precisamente lo que marca la diferencia entre una cosa y otra. Y mi padre con ese disco marcó la diferencia. En España salió un disco que, aunque en su momento, aparentemente no fue aceptado, solo fue aparentemente, porque sino hubiera sido aceptado no estaríamos hablando de ello ahora. En aquel momento esa no aceptación aparente desde el principio fue hasta necesaria. En realidad, la gente que escuchó el disco, y que sabía y que entendía, se ha encargado de que la historia y el tiempo respete, valore y conozca el disco. Omega fue un movimiento interesantísimo cuando en España la parte musical estaba atrancada; fue un disco de ilusión, de motivación, fue una puerta abierta a la cultura universal”, relata la hija de Enrique Morente que, curiosamente, y muy en líneas generales, se ha decantado por el flamenco más puro. - F.F.G.
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