pamplona - Personas y ciudades. Dos temas que el artista pamplonés Chuma Arguiñáriz traduce en el conjunto de obras que ha reunido en la Ciudadela (Mixtos) bajo el título de Carne & Metal. Abierta hasta el 12 de marzo, la muestra ofrece la posibilidad de observar con detalle el trabajo de este pintor fuertemente influenciado por el cómic, el diseño gráfico y la estética pop.
Reconocido en Navarra, Arguiñáriz es un pintor “con trayectoria e identidad propias”, a juicio del técnico de Artes Plásticas del Ayuntamiento de la capital navarra, Javier Manzanos, que subraya su tendencia “ilustradora y narradora”, que se plasma e imágenes pop, inmediatas, de la vida cotidiana y de emblemas como, por ejemplo, Marilyn Monroe. “Tiene un afán por mirar, descubrir y contar; es muy trabajador y siempre está observando y pintando”, agregó Manzanos, que también apuntó la “constante curiosidad” de Arguiñáriz. Una característica que “le ha llevado a pintar el cuerpo, algo que le tiene ocupado ahora mismo”.
En definitiva, el espectador que acuda a la planta baja del Pabellón de Mixtos de la Ciudadela se encontrará una serie de obras que le hablan directamente, “sin necesidad de interpretaciones” ni palabras. De hecho, como dice el propio autor, “no he puesto mucho texto junto a los cuadros porque quería que el espectador creara su propia historia a partir de lo que cada uno le sugiera”.
influencias Con motivo de la organización de esta exposición, el artista ha descubierto hasta qué punto “estoy influenciado por el cómic”. “Cada cuadro podría ser una portada de un libro; el conjunto de las obras forma una historia de historias. Las pinto porque me dicen algo o porque quiero contar algo”, comenta. Y reconoce que también bebe del trabajo de los artistas pop americanos que crearon escuela.
Estos rasgos se perciben en las capas de color, en una cierta apariencia pixelada, desdibujada, y en “el horror al vacío” que lleva a Arguiñáriz a llenar los lienzos de un sinfín de detalles. Pero que quede claro que son pinturas, “no fotografías retocadas”, como le dicen tantas veces. Y exhibe una pieza en la que queda claro cómo trabaja. Comienza por el dibujo a lápiz, “luego delimito con el rotulador y voy pintando”. Sin prisa, pero sin pausa.
rincones y cuerpos En cuanto a las temáticas, en la muestra conviven las pinturas de rincones, plazas, paseos y edificios de ciudades como Pamplona, Donostia o Biarritz, con desnudos y escenas eróticas. “He reunido personas, que son la carne, y lugares, ciudades que nos están engulliendo poco a poco, que son el metal”, indica. Como señala en el catálogo, “somos seres únicos. Inteligentes, ambiciosos y prepotentes. Con grandes sueños y deseos. Viviendo sin ser muy conscientes de la fragilidad de nuestro ser, de nuestra carne, de lo efímero de nuestra existencia”. Este pensamiento se traduce en cuerpos desnudos casi siempre en poses placenteras, algunas de ellas explícitas. “No pretendo provocar, hago lo que me gusta y no me autocensuro, y luego me doy cuenta de que provoco”, confiesa.
En el mismo texto agrega: “Y habitamos un mundo hostil, cada vez más deteriorado. Rodeados de metal, asfalto y basura. Auténticos monstruos que nos engullen sin piedad. Es cosa de tiempo, de poco tiempo, que acaben con nosotros”. Se salvan, eso sí, “todavía quedan algunas ciudades, las representadas en esta exposición, que aún mantienen ese tamaño a la medida del hombre. Con sus plazas, paseos, puertos... y que también ellas, estoy seguro, serán transformadas por la especulación y la avaricia”. Antes de que eso suceda, Chuma Arguiñáriz quiere “rendir homenaje en esta exposición al ser humano y a estas pequeñas ciudades, aún habitables”, mostrando su lado amable. Y quiere hacerlo sin palabras, “sin muchas palabras”. “Que las imágenes hablen por sí solas, y que cada espectador invente su propia historia ante cada obra. Espero haber conseguido ese objetivo”. El público tiene la última palabra.