pamplona - Gustavo Adolfo Bécquer y Frédéric Chopin no se conocieron y apenas fueron coetáneos durante 13 años, pero ambos encarnan los ideales del romanticismo artístico a través de sus textos y sus composiciones musicales, respectivamente, “así que pensé que hacer un espectáculo mezclando parte de sus obras podría quedar muy bien”, afirma Ekhi Ocaña, promotor y director de Bécquer y Chopin. Las palabras ardientes, que se estrena mañana, a las 20.00 horas, en la casa de cultura de Villava.

Sobre el escenario, Paco Ocaña al frente del recitado de las Rimas; al piano, Francesca Croccolino con los Nocturnos y Preludios, y deslizándose entre ambos la bailarina Agurtzane Pérez. Todos, bañados por la iluminación con la que José Mari Ballesta genera atmósferas y estados de ánimo en unas tablas desnudas. Estos son los ejes del montaje que Ocaña comenzó a gestar hace un par de años después de retomar, por casualidad, la lectura de algunas rimas de Bécquer. “Cuando las leí en la adolescencia me pasó como a todos, que me gustaban por esa exaltación del amor, pero poco más; y cuando las releí ya en la edad adulta, me di cuenta de que tienen una hondura sorprendente para una persona que murió tan joven, a los 34 años”. Lo mismo le pasó con Chopin. “Reconozco que tenía una imagen distorsionada de él, lo asociaba al típico compositor de salón con piano y araña de cristal y eso me echaba para atrás, y en parte es así, pero luego vi que tiene algunas obras estupendas, como los Nocturnos y los Preludios, que son muy profundos”. Así que este trabajo ha supuesto para el músico y profesor “un doble redescubrimiento”, con el que está “disfrutando un montón”.

La decisión de juntar a estos artistas en un espectáculo también fue fruto del azar. “A los pocos días de haber comenzado a leer a Bécquer otra vez, mi mujer me dijo que al poeta le gustaba mucho Chopin y que, de hecho, tocaba el piano y no lo hacía mal, según dicen”. Esa coincidencia feliz prendió la mecha de un proyecto en el que Ekhi Ocaña tenía claro que debía haber danza. “Hace años, en los primeros espectáculos de Zorongo siempre teníamos una persona recitando y algún bailarín; luego no pudimos mantener toda la infraestructura y nos dedicamos solo a la parte musical, pero a mí siempre me apetece ver la música a través del movimiento, de la danza, que tiene otra visión del ritmo, del tiempo y de todo”. En este caso, además, la bailarina encarna algo tan etéreo y eterno como son los versos de Bécquer y las piezas de Chopin, “y unifica todas las partes y le da un formato más visual y escénico al montaje”, apunta el director.

los cuatro pilares En el apartado del recitado está Paco Ocaña. “Llevamos muchos años trabajando juntos y me gusta mucho cómo recita; aunque no es un profesional del teatro, tiene mucha experiencia en este ámbito y está a la altura de cualquiera que se dedique a esto”, explica el responsable de esta apuesta que tiene otro pilar en Francesca Croccolino. “Fue profesora mía en el Conservatorio y es una excelente pianista”, además, al contrario de otros pianistas, “que salen huyendo como si les persiguiera el diablo cuando les mencionas a Chopin, Francesca no solo se animó, sino que me propuso incluir algunas obras muy complejas”.

El tercer pilar es la bailarina navarra Agurtzane Pérez, a la que Ocaña no conocía, “pero con la que me he entendido muy bien; yo le daba una idea y ella enseguida improvisaba y me presentaba algo que me gustaba mucho”. En ese sentido, la danza que vamos a ver en escena es contemporánea con ciertas reminiscencias clásicas. Y la cuarta pata de este proyecto en José Mari Ballesta, al que los Ocaña conocen bien por su trabajo en la compañía de teatro amateur El Bardo y por otras aventuras artísticas. “Yo tenía claro que quería un escenario desnudo, vacío, porque la música de Chopin y los textos de Bécquer ya son lo suficientemente elocuentes, así que la luz genera distintos espacios, ambientes y crea distintos estados de ánimo” en la introducción y los cuatro bloques en los que se estructura la obra.

para cada uno de nosotros En cuanto a la selección de rimas de Bécquer, el director indica que se han escogido aquellas que recorren los temas que más interesaban al poeta. Así, se comienza con una celebración de la poesía, para continuar con los poemas de amor más apasionados y optimistas, luego se pasa al desamor y, por fin, a la soledad y a la muerte, “aunque dejando una puerta abierta a la esperanza”. Los textos, la música y la danza “conforman un todo, un río que fluye suavemente”. Es decir, que “nadie espere algo decimonónico o rancio”. Nada de eso. Este espectáculo apela a los sentimientos, “es súper íntimo”. “Joaquín Achúcarro dijo una vez que Bach componía para el universo, Beethover para la humanidad y Chopin para cada uno de nosotros”, y Ocaña espera que el público así lo note mañana en Villava.

El espectáculo. Bécquer y Chopin. Las palabras ardientes.

Función. Mañana, a las 20.00 horas, en la casa de cultura de Villava. Entradas, 3 euros.

Dirección. Ekhi Ocaña.

Intérpretes. Paco Ocaña (recitado), Agurtzane Pérez (danza) y Francesca Croccolino (piano).

Iluminación. José Mª Ballesta.

Agurtzane Pérez. Se formó en la Escuela Oficial del Gobierno de Navarra y se tituló en la especialidad de danza clásica en el Institut del Teatre de Barcelona. Ha sido bailarina, profesora, coreógrafa, asistente del repertorio de la compañía Ballet Prague Junior y directora artística de la joven compañía checa Baby Ballet Prague, donde ha trabajado los últimos diez años y con los cuales ha llevado a cabo más de 300 espectáculos por Europa y República Checa, de donde acaba de regresar.