pamplona - Estas Sombras de Sara Baras desprenden tanta luz que, antes incluso de su estreno, ya hay algunos que han calificado este espectáculo como la “evolución definitiva del flamenco”, ¿qué siente al escuchar estos elogios?

-Mucha luz, mucha luz. Me pone muy nerviosa pensarlo porque todavía no he levantado el telón. Sé que tengo mucha responsabilidad porque miras atrás y han pasado cosas muy importantes, como no bajar la guardia durante 20 años e intentar aportar siempre un trabajo serio y comprometido. Puede gustar o no, pero sé que se va a ver que detrás hay un trabajo de muchas horas, años... No se trata de hacer cualquier cosa. La obra tiene un sentido, pero es que los piropos me ponen supernerviosa... En cualquier caso, estamos muy contentos porque para poder transmitir buena sombra, que en este caso la obra la tiene y muy buena, una tiene que sentir lo que hace, y nosotros lo sentimos y estamos muy enamorados de nuestro espectáculo. Esperemos que pueda transmitir toda la emoción que nosotros tenemos ahora.

El espectáculo comienza con una farruca y, como apunta, casi podría decirse qué es una gran farruca, con muchos otros palos dentro, eso sí. ¿Qué tiene de especial la farruca como para hacerla protagonista de este montaje?

-Para mí, es muy importante pensar que hace 20 años, y ahora me voy a llamar valiente a mí misma, pude hacer un baile de hombre, sin saltarme las reglas de nada, simplemente mostrando que yo me siento muy femenina y siento que es un palo flamenco maravilloso para poder bailarlo. En aquel momento era un baile más de hombres y parecía que las mujeres no podían hacerlo. Hace 20 años yo no imaginaba que me pudiera dar todo lo que me dio el haber sido tan valiente ahí, porque lo hice con muchísimo respeto y miedo, pero realmente me abrió una puerta muy importante en el arte: la libertad de poder expresarte tal y como tú sientes. Yo me vestí de hombre pero me sentía más femenina que cuando me ponía mi vestido. La farruca me abrió muchísimo los ojos, no de una manera gratuita, en el sentido que si bailaba ese palo ya podía bailar todo, no, porque yo lo hice respetando a mis maestros, intentando decirles que antes de estrenarla vinieran a verme para demostrarles que no estaba tan fuera de lugar. Eso es lo que ha pasado a lo largo de este tiempo: tú intentas aportar algo nuevo, y tu propia personalidad, si eres sincera, hace que sea nuevo, pero no porque pretendas inventar nada, ya que en el arte todo es muy delicado. Los flamencos de otras generaciones, sin ser conocidos, son muy importantes porque han creado un arte con una profundidad y un abanico de estilos y posibilidades bestial. Eso hace que hoy en día no seamos nadie para pensar que vamos a crear una cosa nueva, pero sí una forma nueva de hacerlo desde lo más profundo, como hizo Carmen Amaya en su momento, que zapateó más fuerte que todos los hombres de su alrededor, cuando parecía que el zapateado era para ellos y los brazos para ellas. Sin embargo, Carmen lo hizo con una naturalidad tan aplastante que nos abrió a todas nosotras el poder bailar de una manera completa. Así, en este espectáculo hay un trabajo precioso de tonalidades: parte de una farruca pero todo se va trasladando, y te lleve al palo que te lleve, tiene un sentido de farruca. No todo el mundo va a poder darse cuenta de ello, pero sí ver la belleza de bailar y tocar buscando una estética, un sentido con mucho mensaje.

El nuevo montaje, al incluir palos y cantes que hace tiempo que no se veían, ¿tiene un componente importante de rescate, de raíces, de ser conscientes de dónde venimos para saber a dónde vamos?

-Es verdad que vuelve a la tradición pero con la libertad de hacerla con un corazón de hoy, no intentando volver atrás en el tiempo, pero sí viene de allí, y no perder eso es muy importante. Los cantaores que vienen conmigo tienen unas voces privilegiadas pero también son muy aficionados, y eso es muy importante en el flamenco porque hace que no dejen de aprender todo tipo de cantes, son una enciclopedia, y coincidir con este tipo de artista consigue que llegues mucho más lejos.