pamplona - Seguir al conejo blanco y dejarnos llevar por la aventura de entrar en otros mundos, de la mano de una narrativa visual poética y extraña al mismo tiempo. Es la invitación que nos hace Virginia Santos en la exposición que protagoniza hasta el 26 de noviembre en la Casa de Cultura de Zizur Mayor.

Tras su última muestra en Pamplona, En el bosque/Basoan, que acogió el Polvorín de la Ciudadela en 2015 y en la que empezó ya a trabajar sobre los cuentos infantiles clásicos desde el punto de vista de la memoria y la identidad, la artista pamplonesa llegó a Alicia en el país de las maravillas y ahí se detuvo, “atrapada por el cuento, su fabulosa simbología e infinidad de imágenes que brotaban de su lectura e interpretación”, según cuenta ella misma. Todo eso que sintió lo ha volcado en la obra que presenta ahora al público bajo el título Siguiendo al conejo blanco. Pinturas y dibujos conviven en esta muestra, en la que Virginia Santos aborda algunos de los temas que le resultan más interesantes del relato de la célebre obra de Lewis Carroll. “La Alicia que represento podemos ser cualquiera de nosotros, que, aburridos de nuestros propios corsés, decidimos seguir al conejo blanco a ese país de las maravillas en el que no sabemos qué nos espera...”, dice la autora, que en su “relectura adulta” de este rico cuento se quedó “atrapada” por la historia. “Lo había leído hacía bastantes años, pero fue un gran reencuentro. Es un cuento que ha dado pie a un montón de interpretaciones simbólicas, psicológicas, imágenes, películas y publicaciones ilustradas. Es un cuento en el que se narra ese viaje que hacemos cuando decidimos seguir al conejo blanco”, dice.

De ahí el título de su exposición, que puede visitarse los días laborables en horario de 19 a 21 horas, y festivos de 12 a 14. “Yo misma me encontré siguiendo al conejo blanco, intentando encontrar una narrativa visual que resultara poética y extraña al mismo tiempo. Con la que intentar reproducir esos juegos lingüísticos y esas sensaciones que provoca el texto”, explica Santos, que siente que tiene material para ampliar el proyecto, ya que hay pinturas que se han quedado fuera de la exposición.

El montaje está estructurado por diferentes “imágenes-momento del relato”, en agrupaciones que generan en la sala expositiva esa idea del país de las maravillas. En la parte central hay un cuadro con una Alicia de gran tamaño, una obra clave porque a Virginia Santos le “encanta esa parte de los cambios de estado que sufre la protagonista y cómo cambian su propia percepción de la realidad”. En el cuadro -continúa explicando- “hay una pequeña puerta que es la que le conducirá al jardín del país de las maravillas. Pero ese jardín está formado por flores un tanto atípicas -representadas aquí en óleos sobre lienzo con formatos ovalados componiendo un evocador jardín-. Son suculentas y cactus y algunas son hermosas y peligrosas, de otras se extraen sustancias alucinógenas...”, cuenta la autora.

En otra pared de la sala está representado otro momento “fundamental”: “Cuando después de llorar lágrimas de gigante y anegarlo todo, Alicia disminuye de nuevo de tamaño y está a punto de ahogarse en sus propias lágrimas. También es un lienzo de tamaño considerable pintado al óleo acompañado de un lienzo ovalado donde se encuentra el conejo que también nada en ese charco de lágrimas”, apunta Virginia Santos. Un encuentro onírico con un conejo gigante -¿o es Alicia que de nuevo ha disminuido?- y, cómo no, el gato de chesire que se ve y no se ve, que desaparece y del que puede quedar solo su sonrisa, habitan otras de las creaciones de esta muestra, un recorrido con atmósfera de cuento fascinante.

sorprenderse, jugar Junto a las pinturas, se muestran grupos de pequeños dibujos en grafito, acuarela o a base de agujeros; imágenes que la artista va trabajando como “dibujos idea”, es decir, “sensaciones o imágenes que surgen del cuento, pero que no son necesariamente ilustraciones del mismo. El texto queda como una referencia en la memoria y como en el país de las maravillas, todo puede ser y no ser al mismo tiempo”, dice. Virginia Santos plantea una Alicia versátil, representada de formas diversas. Puede ser rubia o morena, grande o pequeña. “Podemos ser cualquiera, mientras mantengamos la capacidad de sorprendernos, de jugar, de aceptar situaciones por absurdas que parezcan. Mientras mantengamos la curiosidad y la capacidad de cuestionarnos lo que sucede. Ser una niña puede ser desconcertante. Ser una adulta también. Os invito a seguir al conejo blanco. Os invito a caer por el agujero”, dice la artista.