CONCIERTO DE Huelgas ensemble

Dirección: Paul Van Nevel, dirección. Programa: obras de Magíster Leoninus, G. de Machaut, Matheus de Perusio, Matteo de Sancte Joahnne, y anónimos del siglo IX al XIV. Programación: S.M.Antigua de Estella. Lugar: iglesia de San Miguel. Fecha: 7 de septiembre de 2018. Público: casi lleno (12 euros)

Huelgas Ensemble, con P.V. Nevel, es, sin duda, es uno de los principales inquilinos de nuestras discotecas privadas de música antigua. Pero, claro, la magia de la música en directo nos mete en una sonoridad absolutamente distinta a todo lo que normalmente escuchamos. Presentan un programa de música medieval de la mejor manera posible: una hora, sin aplausos y sin propina; creando un mundo sonoro único, profundizando en la austeridad de una música que emana de la feligresía del medioevo, que trata de huir de la monodia y quiere romper a cantar los primeros balbuceos polifónicos; un programa sin concesiones a distracciones adornadas; aunque, eso sí, con acentos e impulsos muy estudiados y novedosos, y, -no esperábamos menos-, impecablemente interpretado por unas voces que resultan excepcionales para el repertorio, difíciles de catalogar en una cuerda determinada -sobre todo la de los hombres-, y que se mueven en una ambigüedad tímbrica que lo mismo acceden a agudos luminosos, como a matices instrumentales de acompañamiento de bajo-continuo. Voces sin nombre concreto -o con todos- que van del contratenor al barítono-bajo, pero maleables, capaces de aportar a algunas sílabas melismas muy coloreadas. Y compositores también anónimos que, como bien indica M. Horno en las notas al programa, van añadiendo, poco a poco, novedades al canto llano, que, por cierto, Van Nevel, interpreta con medida libre, claro, pero más refinado, aunque sin perder ese toque abrupto y popular. La calidad de las voces, por otra parte, permite al ensemble trazar la salmodia magistralmente, ya sea antifonal -alternancia de dos coros-; responsorial - solista y coro-; o directa -todo el conjunto-. Todo el programa es un corpus ensamblado como los paños de piedra de sillería del románico; con sorpresas ligeramente ornamentadas. P.V. Nevel mueve esta música, -que en una interpretación mediocre sería insoportable- con unos matices en piano que dejan sin respiración al oyente -anónimo 3-; o los acentos obstinados sobre la e del Magíster Leoninus, que además, se recrean con un pequeño carillón de campanillas. Sorprendente resultó la versión del anónimo 4, María maris stella, donde la soprano -voces pulcrísimas las dos sopranos del grupo- acentuaba los finales con una especia de hipo que, en principio, parece exagerado, pero vete a discutirle nada al maestro belga que despliega tan inmensa sabiduría musical. Yo creo que se trata de lo dicho: mover las versiones con ondulantes impulsos (anónimo 5); trabalenguas onomatopéyicos (anónimo 6); solo hombres (el 7); resaltando las bellísimas melodías como el Mont Aon del anónimo 8; incidiendo en la repercusión (repetición de la nota a modo de motor) del Gloria de G. de Machaut; cargando de ternura el precioso lamento de Absolon (anónimo 10); o acentuando ecos entre las voces agudas, con la voz más grave -instrumental- de apoyo (Perusio). Música antigua sí, pero sobre la que perdemos la noción del tiempo. Porque la obra que cerraba la velada -Science? , de Matteo de Sancte Johanne-, bien podían haberla firmado Arvo Pärt, Gubaildulina o Sahaaraio -por poner ejemplos de ese minimalismo místico que tanto enlaza con esta época-. Qué prodigio de atemporalidad; con sus choques armónicos, su ambigüedad tonal, su tempo indefinido, sus largos y tenidos fraseos que, por cierto también hacen presumir a sus intérpretes de buen fuelle (fiato), y su indudable atractivo contemporáneo. Vamos, como algunas pinturas románicas, que parecen picassos. Otro concierto para el recuerdo. Y van?