oviedo - El cineasta norteamericano Martin Scorsese cuestionó en Oviedo la política migratoria del gobierno de Donald Trump que, a su juicio, va “contra la idea básica” de lo que es Estados Unidos desde su fundación y advirtió: “Si se hubiese empezado a aplicar en 1909, yo no estaría aquí”.

En rueda de prensa antes de recibir, mañana, el Premio Princesa de Asturias de las Artes como renovador y figura indiscutible del cine estadounidense, Scorsese tuvo un recuerdo para sus orígenes, los de un nieto de campesinos sicilianos que habían emigrado con sus hijos al barrio neoyorquino de Queens. “Había personas mayores, emigrantes antiguos, que venían de Sicilia y que estaban muriendo, luego mis padres en medio y nosotros que ya nos convertimos en estadounidenses”, señaló. El autor de Malas calles se mostró esperanzado en que las actuales trabas impuestas por el Gobierno de EEUU sean “solo una fase” y se retomen unas políticas migratorias “razonables” que permitan seguir adelante con el “experimento” que supone una sociedad con personas que tienen lenguas y religiones distintas. “Nunca va a ser fácil, pero ahora es trágico”, dijo tras incidir en que ese proceso de adaptación es difícil como lo demuestra el hecho de que entre los italianos que emigraron a Estados Unidos a comienzos del s. XX era donde más retornos se producían ante la incapacidad de adaptarse. Tras señalar que en la Estatua de la Libertad está grabado el lema Traednos a quienes no tienen casa, pidió superar esta situación “y trabajar todos juntos para cambiarlo” y recordó que en Gangs of New York retrató el odio contra los irlandeses en EEUU en el siglo XIX ante el temor a su obediencia al Papa, en un país que nació sobre la base de la separación Iglesia Estado.

en gran pantalla y en compañía Durante su comparecencia ante los medios, el director llamó a defender el formato clásico del cine, proyectado en una gran pantalla y visto en compañía, en un momento en el que, ante la revolución tecnológica y la irrupción de plataformas como Netflix o Amazon, ese arte de más de cien años “no sabe a dónde va”. De la misma manera que hay quien prefiere pedir comida a domicilio y quien opta por seguir acudiendo a un restaurante, hay un público que, como él, se decanta por disfrutar de la “experiencia teatral” que conlleva el cine, “cuestión clave” que es necesario proteger para salvaguardar su futuro. El autor de Malas Calles reclamó que las películas sigan siendo exhibidas en los cines antes de comercializarse para ser visionadas en casa a través de plataformas como Netflix, que ha financiado su último rodaje, The Irishman, donde se reencuentra con tres de sus actores fetiche: Robert de Niro, Joe Pesci y Al Pacino. “El cine del que yo vengo o el que intento mantener, restaurar y respetar necesita ser visto con público”, subrayó un cineasta que confiesa no estar “muy versado” sobre Internet, pero que no puede obviar el nuevo modelo de consumo del cine, sobre todo por parte de los más jóvenes.

‘the irishman’ “No sabemos a dónde se dirige el cine ni en qué se va a convertir la imagen en movimiento. A lo mejor el cine era eso, lo que se hacía durante sus cien años de vida, y ahora entramos en una nueva fase que puede ser un agujero negro durante quince años a causa de la tecnología”, señaló el autor de Toro Salvaje.

No obstante, auguró, “la imagen en movimiento seguirá siendo experimentada por grupos de personas que están juntas” y su lugar tampoco lo ocuparán las series, un formato que rechaza que sea “el nuevo cine” y al que ve más relacionado con las novelas. Con su nueva película, Scorsese retoma una nueva historia sobre bandas de gánsteres, el reflejo del mundo en el que creció, el barrio neoyorquino de Queens, donde no todo eran criminales y violencia y también había una familia de inmigrantes italianos de la que recibió cariño y una positiva influencia de una Iglesia católica “demasiado exigente” para superar la primera fase del seminario. “No, no pasaba las tardes con la mafia; éramos niños jugando por unas calles en las que había gente peligrosa!”, advirtió, pese a reconocer que la base de lo que es y de su obra “viene de ahí”, de esa mezcla entre ambos ámbitos que se daba “entre calles empedradas” que le permitieron evitar “una moralidad en blanco y negro”.