Tudela - Generosidad. Es la palabra que utilizó ayer Carolina Yuste, actriz extremeña, para definir la gran implicación de un elenco que, en la inmensa mayoría, no había tenido contacto con la interpretación antes de embarcarse en la aventura de Carmen y Lola. La primera película de Arantxa Echevarría se presentó ayer en la sección oficial a concurso del festival Ópera Prima de Tudela con gran expectación. Su proyección prácticamente supuso un lleno en la sesión de las 18.00 horas y la cola de la de las 20.15 horas se fue agrandando desde media hora antes del inicio de la presentación en el Cine Moncayo.
La temática de este filme, que ha tenido el honor de estar en el pasado festival de Cannes, no está dejando indiferente al público allá por donde pasa. Dos jóvenes gitanas descubren, inmersas en sus núcleos familiares cerrados y bajo una férrea predeterminación vital, el primer amor, la atracción de la una hacia la otra, entre dos personas del mismo sexo. Algo que supone un grave conflicto para su comunidad. Arantxa Echevarría no solo dedicó muchas horas a la documentación, sino que contó con la ayuda de Yuste, presente ayer en Tudela para ejercer de embajadora de la cinta, como coach de interpretación. Mención especial, para las dos protagonistas, Rosy Rodríguez y Zaida Morales, quienes se enfrentaron al reto de dar vida a una relación lésbica sin experiencia previa ante las cámaras. “Si ya es complicado para actores profesionales, imagínate para ellas dos”, confesaba Yuste, quien, sin embargo, daba la clave. “Fueron adquiriendo química tomándoselo como un juego. Desde que supieron que iban a trabajar juntas surgió entre ellas una amistad y eso hace que nazca ya un amor mutuo. A partir de ahí, momentos como el del primer beso fueron complicados, pero lo fueron sacando adelante y jugaron a esa cosa de quererse”, explicó.
La extremeña destacó que esa inmersión en la faceta interpretativa ha correspondido también al resto del plantel de actores amateur que actúa en la película. “Se han volcado para meterse en la historia, confiar en ella, abrirse en canal y evidenciar los conflictos. En cierto modo se han dado voz a sí mismos, algo que ha sido muy bonito desde dentro”, reconocía la intérprete.
Yuste da vida en la cinta a una mediadora social. Un papel para el que, como ella misma confesó, le ha servido su propia vivencia desde niña en un barrio humilde y muy diverso de Badajoz. “Allí íbamos todos al mismo colegio, convivíamos con normalidad... pero estar cerca del mundo gitano ha sido también algo importante para mí en todo el proceso de la película. Al final, la propia vida de cada uno, el conocimiento adquirido, también se aplica al trabajo como actriz”, confesó.
Sobre la recepción de la película, destacó que “en general ha sido muy positiva”. “Ha tenido detractores, Arantxa y algunos actores y actrices han tenido problemas, pero a nivel externo. Y por otro lado ha cosechado una muy buena acogida y, lo más importante, incluso ha servido para romper ese techo de cristal existente con respecto a la comunidad gitana”, sentenció.
La intrahistoria de una de las protagonistas. Carolina Yuste narró ayer en Tudela el caso concreto de Rosy Rodríguez, que da vida a Carmen en el largometraje. “Ella tiene un primo homosexual al que incluso había dejado de hablar. Conforme fue avanzando el rodaje y se metió dentro del guion, le llamó para pedirle perdón y él acabó asistiendo al estreno, en el que se mostró muy emocionado”.
“Una barrera por romper”. Yuste reconoció que parte de la sociedad todavía vive “influenciada” por ciertos estereotipos sobre los gitanos creados a partir de parodias en cine y televisión. “La prueba es que mucha gente sigue viendo a los gitanos como algo exótico. Creo que es fruto de una pésima educación. Sabemos mucho de geografía, de dónde están las capitales de los países del mundo... pero no nos enseñan a conocer al otro”, dijo.
70%
De participación femenina hay en el equipo de Carmen y Lola. “Especialmente en puestos importantes, de decisión”, destacó Carolina Yuste.