La película. El silencio de otros, de Almudena Carracedo y Robert Bahar. En Golem Yamaguchi.

‘Mirador de la memoria’. En el filme hay un elemento recurrente, el conjunto escultórico Mirador de la memoria, que se inauguró en 2009 en El Torno (valle del Jerte), en homenaje a las víctimas del franquismo. Monumento tiroteado a las pocas horas. Los agujeros de bala, dijo su creador, Francisco Cedenilla, completan la obra.

la 14ª muestra El Cine y los Derechos Humanos se clausuró ayer con una apelación al derecho a la memoria. A la justicia. La que defiende el documental El silencio de otros, de Almudena Carracedo y Robert Bahar, desde hoy en Golem Yamaguchi. Producida por Pedro Almodóvar, la película se articula en torno a la llamada Querella Argentina que las víctimas y supervivientes del régimen franquista interpusieron para alcanzar la justicia que el Pacto del Olvido de la Transición les ha negado durante años. Para abrir las fosas comunes y entregar los restos a sus familias; para desvelar el destino de los bebés robados; para condenar a los torturadores.

“Almudena y yo hacemos películas”, cuenta Robert Bahar. En 2010 la pareja vivía en Brooklyn (Nueva York) y acababa de tener a su hija. “Entonces nos llegaron noticias de los casos de los niños robados y Almudena empezó a llorar, ese fue el impulso que nos hizo empezar a investigar, aunque yo creo que ella siempre había querido contar el legado de la dictadura”, añadió Bahar ayer durante su visita a Pamplona. A partir de ese momento, los cineastas comenzaron a viajar a España más a menudo y a través del contacto con personas a las que usurparon sus bebés conocieron la existencia de la Querella Argentina, que, como se explica en la película, es la demanda que en 2010 interpusieron dos querellantes en Argentina -la justicia española impidió hacerlo en el Estado-, y que en 2018 ya sumaba más de 300 denunciantes. Como María Martín, una mujer del pueblo abulense de Pedro Bernardo que pasó su vida -falleció en 2014- intentando abrir la fosa donde enterraron a su madre, Faustina López, asesinada en 1936; una tumba sin nombre cubierta por una carretera en cuyo quitamiedos María siempre amarraba un ramo de flores. O como Ascensión Mendieta Ibarra, que en su caso sí logró, gracias a la jueza Servini que instruye la querella en Buenos Aires, recuperar los restos de su padre, Timoteo, sepultado en otra fosa en el cementerio de Guadalajara. “La muerte de María nos rompió el corazón, había todavía mucho que queríamos hablar con ella, pero lo bueno que muestra la película es que, al igual que su padre le encomendó a ella que buscara los restos de su madre; ella le dio el relevo a su hija María Ángeles, que continúa con la esa lucha”, indica el realizador, que junto con Carracedo decidió instalarse en España en 2012 para “estar cerca de las personas” que iban a entrevistar. “Acabamos pasando muchos años con ellas, establecimos una relación íntima”, de ahí que vivieran con auténtica intensidad cada bloqueo del proceso judicial, como la negativa de España a permitir declarar a los testigos por videoconferencia para la causa argentina o el rechazo de la petición de extradición de Billy el Niño y el capitán Muñecas, demandados por torturas cometidas en la Dirección General de Seguridad de Madrid, como bien saben y cuentan José María Chato Galante y Felisa Kutxi Irigoyen. Esta última hace, además, una reflexión sobre el silencio que ha envuelto lo ocurrido durante tanto tiempo. El silencio de todos, no hay más que ver que los jóvenes encuestados por la calle no saben qué fue la Ley de Amnistía de 1977; pero también de las víctimas, que, sin embargo, ya no callan. Y es que, como indica Carlos Slepoy, abogado de los querellantes fallecido en 2017, el tiempo es otro de los protagonistas de esta historia. Y apremia, porque las voces de los supervivientes de la guerra civil se apagan.

vergüenza internacional La película recoge también la batalla de tantas madres por conocer qué pasó con aquellos bebés que les dijeron que habían muerto. Una trama que se inició en 1940 de la mano del doctor Juan Antonio Vallejo-Nágera, que dirigió los servicios psiquiátricos del bando golpista durante y después de la guerra y cuyas tesis sobre el gen que portaban los izquierdosos, como los llamaba, provocó que separaran a muchos hijos de republicanos de sus padres. Robos por razones políticas que con los años se realizaron por motivos morales -madres solteras, familias numerosas pobres, etcétera-, a mayor beneficio de los afines al régimen y de los que podían pagar el servicio.

El silencio de otros no apuesta por la venganza. Al igual que los testimonios que recoge, se pregunta cómo en 2018 España sigue aun en esta situación, siendo el segundo país del mundo con más fosas comunes del mundo solo después de Camboya, que casualmente ayer condenó por genocidio a dos de los líderes de los jemeres rojos. En los últimos años, Argentina, Chile, Perú, Ruanda, Sudáfrica y otros países han levantado sus pactos por el olvido y están concediendo la justicia reclamada. España lo tiene pendiente y así se lo han recordado la ONU, la UE y otras instituciones internacionales. Robert Bahar relata que el público que ha visto la película en festivales de Canadá, Estados Unidos o el Reino Unido “se sorprende al saber cómo están las cosas aquí”.