La tele de estos días es un puro derroche de embriagadores perfumes, presentados por bellos efebos y delicadas ninfas que anuncian a troche y moche los productos de laboratorios de perfumería, que hacen el agosto en estas calendas de jolgorios, regalos, celebraciones y despilfarros varios, que dejan temblando los bolsillos de los consumidores ciegos por comprar, adquirir y poseer lo que las teles han machacado durante largos días, en un ejercicio de disparate publicitario, anunciando reclamo tras otro en cada corte publicitario preñado de compra, compra, compra.

Si en temporada normal son los coches los productos más anunciados y ofrecidos durante el día televisivo, en estos tiempos de Papá Noel, Olentzero y Reyes Magos, la palma de la publicidad intensiva, repetitiva y agotadora se lleva los anuncios de perfumes, colonias y embrujos olfativos. Toma y daca entre marcas como Lancome, Díor, Jean Paul Gaultier, Antonio Banderas y otras marcas dominantes del mercado internacional, porque estos productos lo mismo sirven para las latitudes orientales o australes. Todos terminaremos oliendo igual, transmitiendo idénticas fragancias y vapores.

Directores artísticos, guionistas, fotógrafos, maquilladores y peluqueras se esfuerzan en presentar lujo, lujuria mediática, vestidos de ensueño y escenarios de rodaje como singulares espacios donde las bellas/os del lugar lucen esculturales cuerpos y atrevidos ropajes.

Son momentos para ofertar frasquitos de elevado precio, en una compra que se esfuma en cuanto se abre el tarro de las esencias y fluye vaporoso reguero de emociones para nuestras secas pituitarias. La tele se llena estos días de spots de belleza, glamour y tentaciones brillantes y aparentes, en demostración palmaria del poder de venta de la tele de nuestros días. Que los Reyes Magos hagan un alto en sus casas y dejen sueños de futuro próspero, y todo ello con un toque mágico, amoroso y vaporoso de perfumes embriagadores.