PAMPLONA. Leonor Watling (voz) y Alejandro Pelayo (piano) editaron el pasado año su tercer disco en castellano bajo el paraguas de Marlango. Un trabajo que presentará el sábado, día 26 de enero, en el Teatro Gayarre de Pamplona. La voz cantante del grupo, y también actriz, Leonor Watling, fue en esta ocasión la encargada de entresacar las chispas y la esencia de la nueva colección de canciones del grupo.

En este nuevo Technicolor, una buena parte de varios temas se presentan a piano y voz, aunque luego se aderecen con baterías, cuerdas o vientos. Con el paso del de los años y los escenarios, Marlango se ha ido desnudando cada vez más, hasta llegar a esa expresión esencial y minimalista. ¿Por qué?

Nos reíamos mucho cuando estábamos haciendo la producción del disco con Vicent Huma, que es el responsable de que suene así de bonito, comentándole que teníamos la sensación de haber hecho un larguísimo camino a casa; es como en judo, que después del cinturón negro viene el blanco, otra vez. Era como estar volviendo a una cosa muy esencial, muy honesta, muy de donde venimos... Y no solo porque podamos hacer esto, que es lo que nos pasaba en el primer disco, en el sentido de que eso era todo lo que sabíamos hacer y no sabíamos hacerlo de otra manera, sino porque ya hemos probado, sabemos por dónde queremos ir, y resulta que queremos ir por aquí.

Siguiendo la trayectoria de Marlango, disco a disco, entrevista a entrevista, la verdad es que la sensación que produce este álbum se asemeja a la quimera de volver a tener 20 años... pero con todo lo aprendido y experimentado hasta ahora...

¿Te imaginas? Sería maravilloso. O no. No lo sé. Buf (risas). Me da mucha pereza. Primero me ha encantado la propuesta pero luego he pensado: "Uy, otra vez todo esto, ¡no!" (risas).

Acción, reacción. ¿Con esta nueva colección de temas se cumple esa máxima que se da entre los músicos de saltar en ocasiones de un extremo a otro en sus trabajos discográficos, ya que El porvenir estaba mucho más vestido que este Technicolor?

Es verdad que funcionamos muy de esa manera y por eso nos gusta tanto cambiar de escenarios, tocar en teatros, en espacios abiertos, en sitios muy grandes, en salas pequeñas... Porque reaccionamos bien a cada uno de esos cambios. En una entrevista le escuché a Alejandro dar una explicación genial sobre El porvenir. Decía que ese disco fue como cuando te invitan a un hotel de cinco estrellas maravilloso: porque nos llevaron a Los Ángeles, nos produjo Sebastian Krys, los músicos eran maravillosos... Y está muy bien y estábamos muy contentos; pero si te dan a elegir no vas ahí. Y en este disco elegimos y dijimos: qué bien haber probado lo anterior, porque siempre tienes esa fantasía, pero es que realmente preferimos estar en nuestra casa, en la montaña.

Está muy bien que des esta explicación, sin haber hecho referencia al cambio de sello, porque algunos pensarán que como en el anterior disco todavía estaban con una multinacional, se lo hicieron a lo grande, y en este, como lo han editado de forma independiente, lo hacen de forma más chiquita...

Grande o pequeño... En la música, el dinero a veces se nota y a veces, no. Hay discos que yo leo cuánto han costado y, tras escucharlos, me pregunto en qué se lo han gastado... ¿En tener un cocinero 24 horas? Porque sonoramente son muy sencillos, lo que no quiere decir que eso no requiera mucho tiempo. Pero más que una decisión económica, porque si hubiera sido ese el factor determinante habríamos hecho un álbum a piano y voz, la premisa era intentar llegar a dónde de verdad estamos cómodos; y ahora podemos escuchar lo que hemos hecho diciéndonos que es lo más parecido a lo que teníamos en la cabeza.

En ese lugar en el que estáis tan cómodos habéis descartado la electricidad. ¿Por qué?

El bajo y la guitarra eléctricos los descartamos por una decisión como de dirección artística; intentábamos hacer un disco que pudiera ser tocado en los años 30 o 40 si viajáramos allí. Y eso provocó momentos difíciles porque Vicent Huma es un guitarrista excepcional y a veces le pedíamos que tocara, pero ha sido muy fiel con esa primera idea que teníamos de hacer algo muy orgánico, muy de materiales nobles; es una sensación más de texturas que de otra cosa.

Es curioso porque habéis titulado Technicolor cuando tanto tu relato como las canciones trasladan a un universo en blanco y negro...

Bueno, también había technicolor en blanco y negro. Pero, para mí, son más esos colores que no existen, como los de la Polaroid; no es una época en concreto, no son los años 40; es lo que creían en los años 60 que eran los años 30. Es algo que me hace gracia también, con ironía y compasión respecto a nosotros, al vincularlo con esta cosa de Instagram, en la que somos súper modernos y ponemos filtros Valencia... Y el filtro Valencia es el color Polaroid (risas). Siempre hemos buscado esos colores irreales, de ahí lo de Technicolor.

Durante la grabación, el productor, Vicent Huma, te instigaba a que te agotaras y te cansaras antes de grabar las voces. ¿Qué buscaba al registrarlas de esa manera tan peculiar?

Huma estaba buscando la emotividad y la expresividad que tenemos en directo. Y siempre que te pones delante de un micro en un estudio sucede como que te peinas, porque no estás cantando para gente. La comunicación con el público es lo que hace que haya mucha emoción. Yo entiendo lo que quería Huma, era como "no lo hagas bien, hazlo bonito. Cánsate hasta que te dé igual lograr la nota que querías dar el vibrato del agudo. Da igual que se rompa esa nota en el agudo porque si estás emocionado y estás cantando de verdad, es mucho más bonito. Pero conseguir eso en el estudio es mucho más difícil.

Tornando la mirada hacia las letras de estas canciones, y tomándolas en general, uno se encuentra a una Leonor que parece estar en tránsito continuo, yendo de un lugar a otro casi sin parar, con todo lo que ello implica de pérdida y de hallazgo.

Sí, es muy curioso porque una no se da mucha cuenta de estas cosas cuando está escribiendo. Y los discos, en el fondo, son como un álbum de una cosa que queda en el tiempo y, cuando la miras, dices: ¡fíjate! Porque estas letras, teniendo en cuenta que hemos tardado cuatro años entre un álbum y otro, no están escritas todas en el momento, algunas son de hace dos años, otras sí están elaboradas sobre la melodía para que encajen, y otras han sido arrancadas del cuaderno en el que yo escribo todos los días. Posteriormente, cuando pasa el tiempo, miras las letras y te das cuenta de que sí, de que en ese momento de mi vida tenía la sensación de estar en el aire. Y creo que también responde a que cuando me ponía a escribir hace dos años estaba bastante enfadada, me costaba mucho salir de ahí, por la situación y esa cosa contagiosa que tenemos de que todo está mal, quedándome un poco en tierra de nadie.

Las películas de Marlango siempre suelen tener unos actores de reparto de lujo. En su día pusieron sus voces Miguel Bosé o Bunbury, y en esta ocasión han sido David Aguilar y Coque Malla, aunque lo de este último casi podría ser la otra cara de la canción Berlín, en la que tú colaboraste para sus disco Mujeres.

Tenemos mucha suerte de contar con la confianza de poder pedirle a gente que admiramos que participe en una canción. Lo que pasa es que tienes que tener el tema. Que tengas el teléfono de Fito Páez no significa que le puedas mandar cualquier canción, tiene que ser una que te pida que esté ahí, que tenga sentido que él esté ahí... Y en Poco a poco nos hacía falta Coque Malla, necesitábamos esa manera suya de cantar arrastrando los pies para bajar la canción a un sitio más relajado. Y fue un lujazo tenerlo. Y David Aguilar es un cantante como antiguo, es precioso lo que hace.

Regresando a las letras, concretamente a la canción Dime que llegaremos lejos, apuntas algo así como "dime que no tenemos prisa". ¿En estos tiempos no cabe mayor utopía?

Sí, me parece el lujo más increíble, pero que debiéramos poder permitírnoslo, ya que no depende de los demás sino de nosotros. Porque yo me refiero a una prisa más íntima, no laboral, esa que nos metemos a nosotros mismos. Por lo tanto, es una aspiración más bien.

Parafraseando el título de ese mismo tema, ¿habéis llegado lejos? ¿Cómo medimos ese lejos?

Creo que mucho. Desde luego nunca nos imaginamos ahora así, yendo a tocar al Gayarre, otra vez, y con estas canciones. Hemos llegado muy lejos y a la vez estamos cerca de donde empezamos. Hemos viajado mucho, nos hemos alejado, para volver cerquita.

En el Gayarre, ¿en qué formato veremos a Marlango y con qué repertorio, al margen, evidentemente de las canciones de Technicolor?

Lo que vamos a llevar al Gayarre es lo más bonito que tenemos porque vamos todos: Ricardo Moreno (batería), Tony Molina (trompeta y trombón), Marta Mulero (cello) y Javi Peña (guitarra), porque aunque este último disco no tenga guitarra eléctrica sí tocamos de los dos anteriores en español; lo que no hay son temas de la etapa en inglés.