pamplona - Expandir conceptos, explorar nuevos territorios y rechazar ideas preconcebidas. Es la actitud con la que Ortega (Vitoria-Gasteiz, 1981) afronta su trabajo comisaria en general y la dirección artística del Festival Punto de Vista, que dará comienzo el 11 de marzo con invitados que están a la vanguardia del cine de no ficción, como Deborah Stratman, Ute Aurand, Marie Losier o Jonathan Schwartz, y con encuentros entre artistas de distintas disciplinas y ciclos y proyecciones que, sin rebajar un ápice su calidad, quieren ser accesibles para todos los públicos. Aunque la mayor parte del certamen se desarrollará en Baluarte, también habrá actividades en Planetario, en la Filmoteca y en Katakrak.

¿Afronta esta segunda edición de manera distinta?

-Como la respuesta del público y de profesionales de otros ámbitos fue muy positiva en cuanto a líneas de programación que eran nuevas, estoy más confiada en el sentido de que sé que hay caminos que sí merece la pena explorar y que son novedosos porque combinan y hacen convivir un montón de propuestas que normalmente no conviven.

¿Habla, por ejemplo, de DokBizia?

-Sí, vuelve a ser una de las grandes apuestas de esta nueva edición. Y de nuevo con un lema que nos impulsa, que es esa frase de Meredith Monk “la voz nunca miente”. Ya sabemos que va a atraer a mucha gente; un grupo de artes escénicas va a pasar toda la semana aquí. Eso es lo que queríamos conseguir con este ciclo y con todo el festival, generar un cruce real de disciplinas, de públicos y de profesionales. Para mí eso es muy satisfactorio y muy bonito de ver.

También han apostado fuerte por el programa educativo.

-Sí, lo hemos hecho crecer porque el año pasado también funcionó muy bien. No solo hemos organizado talleres, también un ciclo en el Planetario y propuestas específicas para escuelas e institutos. Este año van a venir más alumnos de Bachiller al programa propuesto por Jonás Trueba, que vendrá a mostrar parte de su proyecto -Quién lo impide- el lunes 11 en Baluarte, pero también hará una sesión doble en Filmoteca el martes. Y también ampliamos la colaboración con Drac Màgic en temas de cine y perspectiva de género.

¿Hay alguna cosa que no repetiría?

-Siempre tratamos de mejorar y de estar atentos a todos los detalles. Punto de Vista es un festival minúsculo tanto a nivel de equipo como de recursos y tratamos de hacer un programa muy ambicioso con ciertas limitaciones. Hay cosas que me parecen muy importantes, como es el trato a los invitados, por ejemplo, que siempre han estado muy contentos. El año pasado no pasó absolutamente nada que yo dijera que no puede repetirse; lo que pasa es que siempre nos exigimos mucho y estamos tratando de mejorar. Mejorar la calidad del programa, que es muy específico y requiere muchas cosas a nivel técnico, y, por supuesto, siempre queremos dar el mejor trato a nuestros invitados. Les admiramos mucho, es gente de primerísimo nivel que hace un gran esfuerzo por venir e intentamos generar el contexto adecuado para que todo suceda como tiene que suceder, que es de manera impecable y cálida.

Una de las novedades de este año es que se ha integrado en el equipo a una persona para encargarse de la dirección ejecutiva del festival.

-El año pasado también existía esa división, y las tareas son distintas. Este año se ha convocado este puesto y se ha traído aquí para dar solidez al proyecto y para que pueda haber un trabajo de todo el año.

Ya ha comentado el lema de este año, ‘La voz nunca miente’. De entrada, resulta curioso que un festival de cine se centre en un elemento que no se ve. ¿O sí?

-La cabecera de este año juega un poco con esa idea, con una voz que oímos, pero que no vemos y nos despierta la imaginación. Es cierto que resulta sugerente y provocadora usar esta afirmación en un contexto de cine documental, pero precisamente quiere plantear ese juego. Es una frase que inspira ideas muy diversas y por eso la elegí para toda la programación. DokBizia es la sección que de alguna forma encarna esa frase de manera más literal, pero también está la retrospectiva de Marcia Hafif, artista de la que apenas se han visto sus películas, que giran en torno a la voz y a su relación con las imágenes.

Hablando de imágenes, el festival este año tiene cuatro carteles en lugar de uno, ¿no puede generar confusión o despistar en cuanto a la ‘marca’ del festival?

-Este año jugamos mucho con el concepto de composición, con cómo programar es como componer. Yo pienso mucho en esta idea cuando trabajo, los tonos, los colores, las frases... Dani Sanchis, el creador de los carteles, me preguntaba mucho en qué estaba pensando cuando creaba la programación, y yo le respondía que en esta frase de Meredith Monk, en John Cage, en Yvonne Rainer, en este o en aquel cineasta... Hablábamos y a partir de esta idea de multiplicidad de voces se generaron numerosos grafismos. Porque aunque solo hemos imprimido 4, él creó hasta 26 y a lo largo del festival se podrán ver. Como dice Sanchis, todos tienen que ver con la idea del libre albedrío, y yo creo que son reconocibles dentro de una misma familia. Todas las personas que los vean van a saber inmediatamente que eso es Punto de Vista. Además, había algo bonito en decir ‘esto no se ha hecho nunca, ¡hagámoslo!’

¿La filosofía principal del festival es, precisamente, servir de punto de encuentro entre artistas, colegas de profesión, amigos?

-Sí, creo que en todas sus fases ha sido un lugar de encuentro; un encuentro fácil por el tamaño, por la ciudad en la que se celebra... En otros festivales con mucha programación en distintas sedes, con públicos y profesionales muy distintos eso resulta mucho más complicado. Sin embargo, aquí, la especificidad del proyecto hace que los que se reúnen sean la misma familia de personas. Para mí, además de ser un punto de encuentro de profesionales, artistas y públicos y espacio de exhibición, Punto de Vista es también un espacio de intercambio de saberes. Siempre ha sido así, incluso durante los años en que fue seminario. Recuerdo que cuando venía como espectadora siempre asistía a sesiones de gente a la que admiraba y con la que luego tenía ocasión de hablar. Y hoy también es un lugar para la exploración, para la investigación...

Se refiere a Punto de Vista Labs.

-Eso es. Surgió el año pasado como una forma de acercarnos a la comunidad artística local, a los que les damos herramientas de la mano de creadores internacionales que trabajan con ellos durante una semana. De esta manera, además de ser exhibidor, el festival también se convierte en productor. Y aun más, porque a la vez genera un espacio para repensar juntos qué puede ser el cine hoy, qué supone ser un festival como este, qué podemos hacer... Muchas veces se sobreentiende que un festival tiene que ser esto o quizá esto otro, pero a mí me interesa plantear ¿y si hacemos varios carteles, y si programamos un encuentro de curaduría como es Museum of Clouds, que no ha sucedido nunca, y si traemos Rick Prelinger, al que misteriosamente pocos festivales invitan y nosotros lo traemos a que comisarie un programa específico con su archivo? Y sí... Este tipo de reflexiones me estimulan, porque no creo que haya que cumplir con ciertas normas o ideas preconcebidas sobre lo que debe ser un festival. Punto de Vista, por su historia y por su tamaño, es el lugar perfecto para explorar y para experimentar.

Ha mencionado a Rick Prelinger, que uno de los invitados estrella.

-Para mí es un sueño traerle. Le llevo siguiendo desde hace mucho tiempo. Cuando tenía 25 años y vivía en San Francisco, comprobé que tiene una forma de programar jamás había visto. Es un intelectual audiovisual como pocos. Un visionario. Su plataforma archive.org ha servido de herramienta de creación para tantísimos artistas, y su forma de entender el archivo es increíble. También es profesor y creador, y me interesa traer al festival a personas que nos ayuden a revisar nuestros discursos y a ensanchar las definiciones. Además, entiende la experiencia cinematográfica de manera lúdica y participativa.

¿A qué se refiere?

-A que no tiene esos prejuicios que muchas veces tenemos en los festivales decidiendo qué es para tal o para cuál público. Está en los foros intelectuales de cine más importantes, y, sin embargo, cuando se pone a presentar una sesión apuesta por generar la ilusión de volver a ver cine por primera vez y para todos los públicos. Eso me parece maravilloso, yo trato de seguirle. No hay que ser condescendiente con el público y bajar la calidad de las películas, sino crear un contexto en el cual tú haces como comisaria que cierto material sea accesible. Prelinger tiene la colección audiovisual más grande del mundo y la manera en que combina las películas es fantástica. Educativas, de animación, experimentales... Todas conviviendo en un programa bellísimo. Por eso le encargué la inauguración, porque sus programas para mí fueron reveladores.

Otro gran nombre será el de Jonathan Schwartz, fallecido en octubre.

-Es una de las figuras que siempre está presente en los foros de cine de vanguardia del mundo. Tuve la suerte de conocerle, era una persona muy humilde y discreta y nunca le interesó tener una carrera en esto. Era profesor en la universidad y hacía cine por placer. Yo quería poner su nombre y su obra en el lugar que creo que merece. Lo activamos todo de manera muy rápida porque sabíamos que estaba enfermo, pero no que iba a fallecer tan pronto. Mucha de la obra que mostrará Punto de Vista no se ha visto nunca en España, vamos a sacar la primera publicación sobre su trabajo con autores importantes, con muchos textos suyos, cartas, poemas...

Fue heredero del cine observacional, ¿qué quiere decir esto?

-Diría que es una actitud, una forma de mirar. Sus películas son puro collage, están influenciadas por la literatura, y me interesaba esa forma de mirar, de estar... En el libro hemos incluido una ponencia suya en la que explica esa forma tan delicada, tan minuciosa, tan arrebatada por el uso de la luz que tenía de trabajar. Son películas muy bellas y espero que el público las disfrute.

El colombiano Iván Argote se sitúa en un punto totalmente distinto.

-Cuando armamos el programa siempre tratamos de equilibrar. Iván Argote representa otro lenguaje, se está haciendo mucho nombre en el mundo del arte. Es un joven colombiano que vive en París y que está haciendo propuestas muy interesantes que mostrará aquí. Además, impartirá un taller con el que daremos la voz a los niños navarros para que digan lo que piensan e incluso protesten si es lo que quieren. El vídeo resultante se mostrará en la clausura. Animamos a las familias a participar.

La sección oficial es más internacional que nunca.

-Intentamos que sea diversa, incluyendo distintos territorios, culturas, lenguajes y también nombres. Porque nos encanta seleccionar trabajos de autores que admiramos, caso de Deborah Stratman o Ute Aurand, y que convivan con estudiantes que presentan sus películas por primera vez.

Lo que está claro es que el cine de no ficción está creciendo muchísimo en los últimos años, ¿a qué cree que se debe?

-Por un lado se va ensanchando ese concepto, lo cual creo que es muy positivo, porque ya no pensamos que la no ficción es sinónimo de documental, sino que es mucho más: el cine diarístico, poético, ensayístico, etcétera. Eliminar esos corsés amplía las posibilidades. También creo que los nuevos lenguajes cuestionan la propia ficción y, además, hay un componente práctico, y es que es más difícil hacer ficción con poco equipo y desde un punto de vista más personal que no ficción. El cine de no ficción da mucha libertad, es el cine más libre porque admite todo tipo de formas y lenguajes y cuestiona mucho más las convenciones que la ficción, que mantiene normas mucho más rígidas.