En estos tiempos de apropiación cultural (¿habrase visto término más estúpido?), la figura de Raimundo Amador sobresale como pionera en eso de mezclar el flamenco con otros estilos. Comenzó muy joven junto a otro imprescindible de nuestra música, Kiko Veneno, y su hermano Rafael, en el mítico grupo Veneno, con quienes grabó un único disco, hoy considerado como uno de los mejores de la historia de la música popular española. Después, mano a mano con su hermano, llegaría el tiempo de Pata Negra, para luego desarrollar su carrera como solista. Y en medio de todo ello, un sinfín de colaboraciones con artistas de todo estilo, raza y condición: desde la islandesa Björk hasta Camarón de la Isla, pasando por Los Rodríguez, Kiko Veneno, Los Enemigos o, quizás la más sonada de todas, la que realizó con B. B. King y quedó registrado en el álbum Noche de flamenco y blues, del que ahora se cumplen dos décadas. Y como la cosa va de aniversarios y Raimundo está a punto de llegar a los sesenta años, para celebrarlo va a publicar un disco titulado Directo en casa; aún no tiene fecha de publicación, pero ya lo está presentando en directo.

A Barañáin llegó con algo de retraso. Al parecer, su vuelo no pudo despegar y tuvo que desplazarse a Navarra en coche. El público no se impacientó, pues sabía que la recompensa merecería la pena. Y no se equivocó. Raimundo salió y, tras pedir disculpas, impartió una verdadera clase magistral que se extendió hasta las dos horas largas y en la que abarcó muchos de los estilos que ha ido practicando a lo largo de su prolífica carrera. Comenzaron con la vitalista Pa mojar, a la que siguió Candela. Después, una especie de jam session (no sería la única), en la que los magníficos músicos que le acompañaban pudieron demostrar su virtuosismo con guitarra, bajo, teclados y batería, respectivamente, mientras Raimundo los iba presentado. En varias canciones contó también con la presencia de la cantaora Rosario Heredia, sobrina del artista, que aportó emocionantes matices.

Proclamó su eclecticismo Amador cuando dijo admirar a Camarón, Sabicas y la Niña de los Peines, pero también a los grandes maestros del blues como B. B. King. Y volvió a ejercerlo al incluir en el repertorio temas en principio alejados del flamenco, tales como Tutu, de Miles Davis y Marcus Miller, Superstition, de Stevie Wonder y anteriormente versionada por Jeff Beck, Shape Of my heart, de Sting, traducida como La forma de tu corazón, preciosa con cajón flamenco y la voz de Rosario, o incluso una salvaje versión instrumental del Come together de los Beatles. Entre tanto tema ajeno, no desentonaron sus viejos clásicos (Camarón, Hoy no estoy pa nadie, la rumba Yo me quedo en Sevilla o Bolleré). Música con mayúsculas, simbiosis de géneros en la que el sevillano se lució con su mítica guitarra española Gerundina, pero también con la eléctrica y con el bajo, erigiéndose como lo que siempre ha sido: rey de todas las cuerdas.