festival turmalina (tarde)

FECHA: 08/06/2019

LUGAR: Ciudadela

INCIDENCIAS: Como en la mañana, la afluencia de público fue buena, llegando a su máximo número durante el concierto de Rozalén.

Desde su planificación, el Turmalina nació como un festival diferente. Huyendo de la masificación que asola a muchos eventos de este tipo, que terminan pensando en términos de cliente y no de individuo, la cita de la Ciudadela apuesta por la excelencia y mima hasta el último detalle, empezando por la decoración, con cojines y fardos de paja esparcidos por el suelo, enjambres de telas sobre el público y varias barras prestas para satisfacer a los paladares más exigentes. Además, sus organizadores han tenido la buena idea, a ver si cunde el ejemplo, de permitir la entrada gratuita a menores de trece años (acompañados por un adulto, se entiende). El resultado es un espacio orientado al disfrute, un ambiente familiar y acogedor en el que compartir una experiencia cultural cómodamente, sin agobios ni aglomeraciones.

Tras las exitosas presentaciones de Melenas y Lichis & Rubén Pozo de la mañana, por la tarde daba gusto ver al público esparcido sobre el césped durante el concierto de Alice Wonder, algunos de pie y bailando, otros sentados sobre la hierba, degustando la música y una buena copa de vino. La artista, una de las voces jóvenes más prometedoras de nuestro país, está presentando su primer disco, Firekid, y en Pamplona dejó muy buenas sensaciones.

Tras ella, llegó el turno de Lemon y Tal, que en esta ocasión actuaron con la formación completa (esto es, guitarra, bajo, acordeón y batería, a diferencia de en trío, como lo hicieron en Indara la última vez que los vimos). El público, que estaba en su mayor parte sentado, no pudo evitar levantarse y ponerse a bailar al ritmo frenético que imponían desde el escenario. Demostraron que no se les dan nada mal las baladas (Cicatrices de mi realidad es preciosa), pero predominaron los ritmos alegres y mestizos de la rumba, el pasodoble y la ranchera, con los que, literalmente, arrasaron.

Después subió al escenario uno de los grupos que más está dando que hablar en los últimos tiempos: Luis Brea y El Miedo. El trío se encuentra inmerso en la gira de presentación de su último álbum, Usted se encuentra aquí, que fue publicado en 2017. Tras casi dos años en carretera, la banda muestra un dominio total sobre el repertorio y maneja bien los tiempos del show, espoleando al público con algunos de los himnos que ya atesoran (Nueva generación, Mil razones, Discotecas). En las primeras filas eran muchos los que cantaban todas las canciones, lo que nos puede dar una dimensión real de la repercusión real que están alcanzando.

En medio de un cartel exquisito, quizás Rozalén era el plato fuerte de la jornada y, de hecho, fue la que más público congregó (no en vano actuó en el escenario grande, como también había hecho Alice Wonder). La albaceteña ha alcanzado el éxito masivo con una curiosa mezcla de elementos: poesía (el concierto comenzó con versos de Mario Benedetti), maneras de cantautor (se marcó una lucida versión de La belleza, de Aute, a piano y voz), reivindicación de la memoria histórica (Justo), mensajes feministas (Las hadas existen) y ritmos populares, como el flamenco, la copla, la batucada de Tu nombre o el pasodoble de Me arrepiento. Cerró con uno de sus temas más conocidos, Girasoles. El fin de fiesta del festival llegó con Depedro, que reventó el escenario pequeño con toda su banda y sus músicas nómadas. Como era de esperar, con su arsenal de ritmos el baile y la fiesta estaban asegurados, y el público, que en realidad ya estaba rendido de antemano, disfrutó de lo lindo. Esa fue la tónica general de las doce horas que duró el Turmalina, con siete conciertos para todos los gustos y sin bajones de calidad. Larga vida.