Los casi 150 minutos que dura La trinchera infinita son para el espectador un encierro sobrecogedor con sus propios fantasmas; con sus propios temores, sus dudas y ansias vitales. Un cara a cara con la vida en toda su crudeza y en toda su posibilidad de esperanza. Y una confirmación de que, sí, las trincheras son infinitas; de que nada es permanente sino el cambio.

Higinio y Rosa viven en un pueblo andaluz, llevan pocos meses casados cuando estalla la Guerra Civil y la vida de él pasa a estar seriamente amenazada. Con ayuda de su mujer decidirá utilizar un agujero cavado en su propia casa como escondite provisional. El miedo a las posibles represalias así como el amor que sienten el uno por el otro les condenará a un encierro que se prolongará durante más de 30 años. Con esta trama, los directores de Handia y Loreak han construido La trinchera infinita, galardonada con seis premios en el recién celebrado Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Dos de los realizadores, Aitor Arregi y Jon Garaño -Jose Mari Goenaga se encontraba en Tánger presentando el último corto de los directores-, visitaron ayer Pamplona para presentar su película, que el próximo 31 de octubre se estrena en salas.

Se les escapó la Concha de Oro -más que merecida según algunos críticos-, pero están muy satisfechos de la acogida en el Zinemaldia. “Sentimos que el proyecto ha salido reforzado. Todos los galardones del palmarés han premiado la película en general, y el público también nos ha transmitido que ha gustado”, comentaban ayer tras el pase del largo a la prensa que tuvo lugar en Golem Baiona. Cómo el miedo puede condicionar nuestras vidas es la tesis de esta historia, cuya idea inicial se gestó en la cabeza de Jose Mari Goenaga tras ver el documental 30 años de oscuridad, de Manuel H. Martín.

“Nos interesaba hablar del miedo y también dar testimonio a los topos que en el contexto de la Guerra Civil española tuvieron que esconderse por miedo a represalias”, comenta Garaño. Higinio Blanco, a quien da vida Antonio de la Torre, es ese topo que en un primer momento se esconde por puro miedo físico, miedo a salir a la calle y ser asesinado; pero poco a poco ese miedo se va transformando en algo más psicológico, que condiciona su vida y la de su mujer, Rosa (Belén Cuesta). “El miedo es universal y eterno. Todos nos sentimos alguna vez miedosos ante algo: salir del armario, dejar un trabajo que no te satisface, cortar con una pareja por la que ya no sientes nada... Hay incluso miedos a lo que más deseamos... En ese sentido la historia apela al espectador de hoy en día, a pesar de que estemos contando una historia que sucedió hace ya muchos años”, comenta Garaño. Y Aitor Arregi añade que esa trinchera infinita apela “a los conflictos que no terminan, que se van transformando e incluso heredando”. Como la propia Guerra Civil. “Cuarenta años de dictadura tienen que tener reflejos en el presente sí o sí, incluso en lo que no percibimos. Decir que ya pasó, no tiene sentido. Todo lo que recibimos tiene una influencia de aquello, y si todo va bien esperemos que poco a poco esa influencia vaya disminuyendo”, comenta Arregi.

“Es curioso que la película llega a cartelera en un momento en que se está hablando de muchas cosas relacionadas con el franquismo, como el tema de los huesos de Franco... Y no sabes muy bien si es una casualidad o es algo que llevábamos dentro”, reflexiona Garaño.

La película empieza en la Guerra Civil y acaba en el año 69, de manera que “cuenta en off lo que fue la guerra y la posguerra, cómo España fue cambiando con el paso del tiempo, del conflicto a la posguerra, a una bonanza económica en los 60, al surgimiento de generaciones jóvenes que empezaron a plantearse que la dictadura no era el mejor modelo...”. Habla de todo ello a través de la historia de 33 años de convivencia de un matrimonio que vive sus propios momentos de odio, de reconciliación, de ilusión y desesperanza; que vive su propia guerra y posguerra internas. Uno de los elementos clave de la historia es la empatía del espectador con esta pareja, con el doble encierro que viven: el de Higinio, el topo, y el de su mujer y cómplice, Rosa, obligada a no ser ella misma, a vivir mintiendo. “Queríamos lograr que el espectador empatizara con los dos, o que si empatizaba más con uno de ellos, al mismo tiempo entendiera también al otro”.

De nuevo, los tres directores apuestan por conectar con lo universal a través de lo intimista y lo local. “Recuerdo algo que leí en un libro cuando estudiaba cine: si quieres hablar de Correos, es más interesante hablar de una carta que de la macroestructura que es Correos. Y nosotros lo hacemos así. Nos interesa contar historias humanas, de seres humanos, y con alto contenido psicológico. Está en nuestro ADN. Pero eso no quiere decir que el cine tenga que ser así. A nosotros nos sale así”, afirma Jon Garaño. “No se trata de que como director pienses que la historia tiene que suceder en el ámbito local, pero confías en que tú eres de aquí, tú partes de unas inquietudes, de algo que te gusta, y seguramente todo lo que te rodea y lo que has vivido desde que naces está ahí fermentado... ¿Y cómo puedo conectar yo con alguien de Japón? Pues como conecta alguien de Japón conmigo cuando veo una peli de allí que me gusta: viendo que manejan conceptos que son universales, y sabiendo que muchas de las cosas que plantean en sus películas, siendo locales, a mí no me van a llegar; pero si el epicentro es algo íntimo, local y además universal, a mí me llega mucho más como espectador”, explica Aitor Arregi.

Ya se han hecho a dirigir a seis manos. “En el 90% de las cosas estamos de acuerdo, y luego hay un 10% en que no y sobre lo que discutimos muchísimo... La clave es que nos conocemos muy bien, compartimos una visión muy parecida de lo que es el cine y de la historia que queremos contar. No tenemos miedo a dar nuestra opinión, a soltar nuestras ideas ni a recibir un feedback malo, que a veces puede ser muy doloroso. Muchas veces te vas con el ego por los suelos, pero sabes que es para algo bueno”, dicen, para añadir que los tres tienen “clarísimo” que si hubiesen dirigido esta película cada uno de ellos solos, por separado, “habría sido peor”.

el cine y el mayor miedo

“Hacer historias con las que no estamos a gusto”

“De momento” -dicen- tienen suerte de estar contando las historias que quieren contar. Aunque los realizadores vascos reconocen que en el trabajo de hacer cine “la libertad absoluta no existe, porque es un medio muy caro, necesitas colaborar con mucha gente y los que mandan son los productores”. En este sentido, consideran “un lujo” ser coproductores de sus propias películas.

Y aludiendo a la tesis de su último largo, el miedo y cómo éste puede condicionar nuestras vidas, reconocen que tendrían “miedo de hacer algo que no nos dijese nada. De vernos obligados a contar una historia con la que no nos sintiésemos a gusto, a nivel ideológico, formal, incluso a nivel de los fines de esa película... Tener que acabar haciendo algo que no nos guste hacer, eso sí que nos da miedo”, afirman.

Ahora mismo tienen sobre la mesa tres proyectos -uno bilingüe en euskera y castellano, otro en euskera, y otro en catalán y castellano con algo de alemán-. “Para que salga uno tienes que tener varios por ahí... No sabemos firmemente por cuál apostar. O quizá finalmente no es ninguno de estos tres porque salta la chispa por otro lado...”. Ellos, cazadores de buenas historias, atentos a esa posibilidad seguro que están.

Dirección. Jon Garaño, Aitor Arregi, Jose Mari Goenaga.

Guión. Luiso Berdejo, Jose Mari Goenaga.

Producción. Coproducción España-Francia; La Claqueta PC / Manny Films / Irusoin / Moriarti Produkzioak.

Reparto. Antonio de la Torre, Belén Cuesta, José Manuel Poga, Vicente Vergara, José María del Castillo, Carlos Bernardino.

Música. Pascal Gaigne.

Fotografía. Javier Agirre Erauso.

Duración. 147 min.

Premios en Zinemaldia. Concha de Plata a la Mejor Dirección. Gran Premio del Jurado al Mejor Guión. Premio Fipresci a la Mejor Película. Premio Feroz a la Mejor Película. Premio al Mejor Guión Vasco. Premio Irizar a la Mejor Película Vasca.

Fecha de estreno. El filme llega a las sales el próximo 31 octubre.