Que la vida es difícil y, queramos verlo o no, estamos bajo la tiranía del dinero, del producir y consumir, del comprar y vender, usar y tirar para volver a comprar... Y lo que es peor, que en esta rueda en la que algunos generan grandes riquezas, se dejan por el camino mayores pobrezas e injusticias. Es la reflexión realista que late en Monopoly, el proyecto expositivo que Pablo Donezar comparte con el público navarro en el espacio Apaindu.

A través de obra gráfica y una evocadora instalación con videoproyección sonora, el artista guipuzcoano afincado en Lizartza ofrece su particular reflexión del mundo que habita -muy alejado del que le gustaría habitar- tomando como punto de partida el juego del Monopoly. “En sus bases está toda la crisis económica anunciada cien años antes, y como un juego...”, comenta el artista. Una amarga ironía que se ha instaurado como realidad y en la que Donezar entra a través de la experimentación formal. “La idea de este proyecto salió de un programa vectorial que me permitía trabajar haciendo sumas y restas de imágenes. Y lo curioso del tema es que aunque tú sumases siempre dos mismas imágenes, los resultados eran azarosos, siempre diferentes”, cuenta. Empezó a “jugar” con imágenes geométricamente puras, cuadrados círculos, y de ahí la experimentación derivó en formas que le “recordaban a estructuras de edificaciones”. Por ahí exploró y salió el tema del Monopoly y la evocación de la crisis inmobiliaria, de los bancos que nos venden la hipoteca como sueño al que agarrarnos, de la especulación, y, en el fondo de todo ello, el dinero.

Las imágenes fueron las que llevaron al artista a la idea de esta exposición, en la que todo el trabajo es digital salvo la instalación construida a modo de “falso trono” que simboliza “la imagen que tenemos del éxito”, que puede deslumbrarnos en un primer momento, pero mirado -o vivido- de cerca se convierte en un sueño roto -como la pata de este trono-.

Esa idea de choque o contraposición entre sueño y el peso aplastante de la realidad está presente en Monopoly también en forma de poesía. La del romántico vasco-francés Jean Baptiste Elissamburu (1828 - 1891), “quien anhelaba en uno de sus poemas un hogar donde refugiarse, y se imagina viviendo junto a su perrito en una casa en el monte, rodeada de árboles”. Y, como oposición, la poesía de Xabier Lete Ihesa zilegi balitz, que, explica Donezar, “es la negación del poema de Elissamburu. Este sí que es un poema de hoy en día, y reafirma mi punto de vista. Dice lo que pasa, que esto es un desastre, que la vida es muy difícil”, opina el creador vasco.

Imágenes cortadas y montadas al azar -en la obra gráfica sobre madera y sobre papel- se combinan en la muestra con textos no narrativos. “Son insinuaciones, no hay mensajes coherentes, pero te van recordando con palabras los temas que se tocan”, apunta el autor, quien ha compuesto la pieza sonora de la videoproyección, un sonido igual de asfixiante que el mercado que nos aplasta.

La tonalidad dominante es el gris. “El color me agobia. Tienes que controlarlo mucho para que salga bien... Y desde luego, para este tema el color sobra”, sentencia Pablo Donezar, quien ve que el momento para el arte plástico es “muy malo”. “Hay muy pocas posibilidades de exponer, y menos aún de comerciar... Y poco interés de la gente. No se entra a las galerías, de hecho mucha gente ni se atreve a hacerlo. Quizá es por el tipo de arte que se hace en general, bastante hermético. Ha habido muchos años de pura investigación formal del arte mismo, y si no estás metido en eso, pues es muy difícil conectar con ello”, reconoce este artista que hace 22 años expuso una instalación en el Horno de la Ciudadela.

De nuevo, el público navarro tiene la oportunidad de conectar con su obra, y de cuestionarse esas bases del Monopoly en las que, como en la vida misma en la que impera la ley del más fuerte -o dicho de otra forma, del más rico-, el último jugador que queda gana la partida.

Título. Monopoly.

Autor. Pablo Donezar Manterola (Donostia, 1948). Artista destacado por su habilidad para combinar juego y construcción o azar y voluntad.

Lugar. Espacio expositivo Apaindu, calle Curia, 7-9.

Fechas y horario. Hasta el 29 de febrero, en horario comercial.