el presente como resistencia ante un futuro distópico. Es el hilo conductor de las obras que se reúnen en La Casa Encendida dentro de la exposición Generación 2020, que exhibe los ocho proyectos premiados en la convocatoria Generaciones de Fundación Montemadrid de apoyo al arte emergente. Entre esas propuestas está Knee-deep (Hasta las rodillas), de Alberto Arbizu (Estella, 1984), que vuelve a trabajar con el bismuto, un material complejo con el que genera partes del cuerpo -cabezas, manos, pies, orejas, etcétera-, tratando de establecer una dialéctica híbrida entre lo humano y lo metálico.

La primera vez que vimos el trabajo de Arbizu con el bismuto fue en 2018 en la Fundación Museo Jorge Oteiza. En esa ocasión, el artista trabajó con Karlos Martínez en la exposición Macla, mamua, bismuto, vicario, con el objetivo de reflexionar sobre el concepto de macla en la obra del creador de Orio. En esta ocasión, el trabajo gira en torno a "la relación entre el sujeto y el universo". En ese sentido, Knee-deep funciona "casi como una medida", porque se trata de "tomar una parte del cuerpo para medir el mundo". Además, "en la rodilla ocurren un montón de fenómenos a nivel sensitivo", cuenta, y revela que, en efecto, este es un paso más en la línea que inició con motivo de la residencia y posterior muestra en Alzuza. "Focalizamos nuestro proyecto en la idea de macla, que era muy importante en la obra de Oteiza, y en ese proceso descubrimos que el bismuto de por sí genera maclas escalonadas". Y se enganchó "totalmente" a este material, que no es fácil de encontrar, "ya que por lo general se vende en trocitos pequeños ya cristalizados, a un precio bastante alto", y que él compra en lingotes en una empresa de Madrid que tiene almacén en Vitoria-Gasteiz. Lo que le atrae de este metal es que en él "se generan dinámicas que son casi opuestas a las de lo humano". Por ejemplo, el bismuto tiene apariencia de ser ligero, pero "pesa casi como el plomo", o parece duro, "pero es muy quebradizo". Y es "el metal que más va a durar en el universo". "Cuando todo se acabe, solamente quedarán partículas de bismuto dispersas por ahí". Eso sí, sus obras durarán relativamente poco, porque "al mínimo golpe se rompen". Y es que este material es frágil y su maleabilidad o ductilidad es escasa. Eso sí, cuando se solidifica se expande, dando lugar a maclas escalonadas, y la capa de óxido en su superficie provoca el fenómeno conocido como interferencia de láminas delgadas, mostrando al ojo humano los colores del arco iris. "Este metal se relaciona con lo humano de una manera extraña, diferente, por eso he querido trabajar con él", creando esculturas huecas que conforman una especie de "cuerpo híbrido" en el que hay "un montón de contradicciones", entre lo líquido y lo sólido, lo metálico y lo humano, lo frágil y lo imperecedero... Y en el exterior de estas piezas se fusionan las arrugas de la piel del modelo humano con las gritas propias del bismuto.

Los trabajos de Javier Arbizu casi siempre parten de una reflexión filosófica. "Intento entender el mundo desde mi lugar, que son las artes plásticas", dice. En Knee-deep, recupera la idea, "denostada en la actualidad", que se refiere al hombre como representación en miniatura del cosmos (microcosmos) y su recíproca, el cosmos como representación a gran escala del hombre (macroanthropo). "Me gusta hablar de conceptos en decadencia para abordar la contemporaneidad. Además, en el proceso actual de repensar el mundo creo que hay que tener en cuenta que en un contexto en el que todo es conocimiento científico y empírico, de lo externo a nosotros, a veces se nos olvida que somos quienes construimos la realidad que vemos. Por ejemplo, el arco iris". El bismuto es un modo de hablar de eso. "Para entender lo que está ahí fuera tenemos que hacerlo desde nosotros", subraya. Al final, "somos el filtro"; lo particular construye lo universal.

creador y programador en bilbao Este tipo de programas de ayudas son muy importantes para los artistas contemporáneos, "que dependemos mucho de convocatorias, no como en otros países, donde hay más iniciativa privada". En su caso, Arbizu ha disfrutado de las becas Fullbright, San Francisco Art Institute Fellowship y Segundo Vicente de la Fundación Vicente García Corselas de la Universidad de Salamanca, entre otras. Además, ha realizado residencias en distintos espacios dentro y fuera de España. En la actualidad, comparte estudio en el barrio de Deusto de Bilbao con dos compañeras con las que a partir de junio comenzará a programar actividades en el emplazamiento anexo, la antigua fábrica de galletas Artiach.