l mundo entra en cuarentena a causa del coronavirus y la Movida madrileña cumple cuatro décadas. Un libro publicado por Tébar Flores y firmado por Eduardo Cimadevilla y Ana Aparicio evoca con fotografías y testimonios de un centenar de protagonistas el empuje de aquella “fiesta colorista y repleta de libertad” que devolvió transgresión y alegría a un Estado español que dejaba atrás la dictadura. Aviador Dro, Los Secretos, Danza Invisible, Trogloditas, Gabinete Caligari o Radio Futura, entre otros, muestran un retrato plural, nostálgico y desmitificador.

La Movida madrileña, título del libro, tiene su origen en las decenas de fotografías inéditas tomadas entre 1978 y 1986 por Eduardo Cimadevila a los grupos musicales fundamentales y otros menos conocidos de aquella generación. “Surgió el año pasado, en unas jornadas montadas en el instituto en el que trabajo”, recuerda. “En aquella época tenía su edad y como tengo hermanos músicos, nos movíamos por los locales de ensayo”, prosigue. A través de una empresa de sonido acabó viajando con los músicos y tomando fotografías que “no son lúdicas”, ya que les muestran “sudando la camiseta”.

Después llegó la propuesta a la periodista Ana Aparicio Cillán para rematar el libro con entrevistas, ya que la Movida y su contexto histórico, político y social le sirvieron como proyecto final de carrera. “Lo importante era dar voz a los músicos fotografiados”, que prueban que “existen opiniones diferentes”. “Fue una época vibrante, muy creativa, transgresora y que no podía haber pasado si no se se hubiera dado el contexto histórico y político que se dio, que fue el principio de la democracia”, apostilla.

¿Y cuál es la opinión de los más de 100 músicos representados en el libro, varios de ellos originarios de la periferia estatal e incluidos varios con representación vasca, como Derribos Arias o Glutamato Ye-Ye? Cada uno tiene la suya, pero muchos de ellos coinciden en lo lúdico y artístico de su propuesta. “Madrid era una ebullición y, aunque suene muy manido, era sexo, drogas y rock ’n’ roll”, explica Ana Curra, líder de Seres Vacíos y también miembro de Pegamoides y Parálisis Permanente. “Fue una edad de oro, un gran momento artístico que ha dejado un montón de grandes canciones”, según Curra, a pesar de lo inexperiencia de sus protagonistas.

Al término “explosión de creatividad” alude Servando Carballar, líder de Aviador Dro y sus Obreros Especializados. “Veníamos de un desierto total de 40 años de dictadura y la calle fue muy importante, se salía casi todas las noches y se vivía el presente”, indica, para defender que el movimiento agrupó a “multitud de artistas, incluidos pintores y diseñadores”. Los malagueños Danza Invisible aluden también a “una explosión de colores y creatividad”, y Edi y Ferni, de Gabinete Caligari, la definen como “una fiesta a la que estábamos invitados con barra libre y pases VIP”.

Al igual que Danza Invisible y fracotiradores vascos como “el psicotrópico” Poch, desde Derribos Arias, y el provocador y barakaldarra Iñaki Glutamato con su bigote a lo Hitler, su kaiku y su txapela, Siniestro Total fueron protagonistas porque Vigo se les quedó pequeño. Su líder, Julián Hernández, reconoce como sus influencias a “Cucharada y el blues barato”, lejos de referencias generacionales más obvias como Ramones, The Clash, Cars, Talking Heads, Elvis Costello o Blondie.

Y lo mismo pasó con Loquillo y Trogloditas, originarios de Barcelona. “Fue una liberación y un descubrimiento. Nos sentimos como en casa en Madrid”, recuerda su batería, Jordi Vila, que alude también al desenfreno de la época. “Había caballo por todas partes y una vorágine sexual total” que remitió con el Sida. Las aportaciones más críticas provienen del bajista de Radio Futura, Luis Auserón, que recuerda la movida como “un club de ricos en el que no nos dejaban entrar”, y del ahora líder de Los Secretos. “Era un niño jugando con mis hermanos mayores. Mezcla de la Nueva Ola y del momento especial que vivía España, nos sentimos desplazados, como el patito feo”, explica Álvaro Urquijo.

Respecto al origen del movimiento hay casi tantas opiniones como músicos consultados. “Realmente no lo sé”, explica Auserón, al igual que Patacho, exGlutamanto, mientras que los Danza lo ligan a la aparición de los debuts de Nacha Pop y los Futura, los Gabinete al momento en que los grupos “que hacíamos r&b empezamos con la nueva ola”, Carballar a “la explosión del punk y la llegada a la alcaldía de Tierno Galván”, y la mayoría al concierto de despedida a Canito, el batería que tocaba con los hermanos Urquijo. “Antes ya había grupos conocidos”, según Álvaro. Curra lo liga al final de los 70, cuando el punk “se solapó con el underground madrileño”.

Más opiniones compartidas arroja su desaparición. Aunque fuera “algo abstracto”, la mayoría ofrecen como causa el momento en el que la industria se apoderó del movimiento. “Se fue desvaneciendo entre la profesionalización y la desaparición de los grupos”, recuerda Vila. “Llegó con la absorción de las compañías independientes por la multinacionales”, defienden los Danza, al igual que Curra. “Los grupos empezaron a sonar en 40 Principales”, recuerda la teclista y cantante, que fue nº 1 de la citada cadena con Alaska y Pegamoides.

La conclusión de Aparicio con sus entrevistas es que “la Movida madrileña fue una época muy creativa”. Por su parte, Cimadevila, cuyas fotografías se registraron en blanco y negro por motivos económicos aunque el movimiento está ligado al color, destaca la ilusión y energía de la época “Y la valentía, porque mucho del público no estaba preparado. Era duro, y yendo a los pueblos más de una vez te indicaban, oye, que allí está el pilón, que como no nos guste… Fue duro para los músicos”, concluye. Para compensar, solo recordar que existen otros libros más críticos con aquellos tiempos, como Espectros de la movida, de Víctor Lenore, y La Movida modernosa. Crónica de una imbecilidad política, de José Luis Moreno-Ruiz.

“Fue una fiesta colorista y repleta de libertad que devolvió transgresión y alegría a un Estado que dejaba atrás la dictadura”

“Madrid era una ebullición y, aunque suene muy manido, era sexo, drogas y rock ‘n’ roll”, explica Ana Curra, líder de Seres Vacíos