El confinamiento no ha cambiado demasiado la rutina de un escritor como Carlos Bassas del Rey (Barcelona, 1974), que se encuentra en pleno proceso de corrección de su nueva novela, pero sí le ha hecho darse cuenta de que los lectores son una "preciosa, rara y delicada minoría".

Así ha definido a Efe el autor de "Soledad" a aquellos que "aman la literatura", un arte que, junto al resto de la cultura, asegura que se encuentra en el "vagón de cola" de la sociedad y será lo último en recuperarse de esta crisis porque "no es prioritaria para nadie", excepto para los que se dedican a ella.

Para Bassas la escritura es un pilar de su vida, pues fue ella la que le ayudó cuando se sentía un adolescente "tímido y acomplejado" a "expresar sentimientos que no podía de otro modo" sobre todo en la ficción, donde explica que se siente más "protegido" al poder mostrar determinadas ideas a través de sus personajes.

Los relatos de Allan Poe, los casos de Agatha Christie o Vázquez Montalbán fueron algunos de los autores que lograron atrapar al barcelonés durante su infancia y son esos mismos los que ahora le sirven de inspiración para hacer florecer sus propias historias desde su casa de Pamplona.

Aunque durante su proceso de escritura necesita tener "un diccionario al lado" y "silencio absoluto", pues, de hacerlo con música, su ritmo "contagiaría" también el del texto de sus novelas, como la que lo está manteniendo "apartado de la realidad" durante esta cuarentena.

"Será -avanza- de aventuras y ambientada en el siglo XIX" y le ha permitido darse cuenta de uno de sus puntos débiles como autor: la trama, pues se define como un "escritor de personaje" y "un tramador vago y negligente".

Comenta que como lector prefiere aquellos libros donde exista "un desarrollo dramático" de los personajes y, por el contrario, le parece "aburrido y costoso" elaborar tramas complicadas y llenas de giros, cometiendo el defecto de acabar leyendo "lo que nos gusta como escritores".

El escritor, que además es el vicepresidente de la Asociación Navarra de Escritores (ANE-NIE), relata que una de las cosas que más ha echado en falta es "ir a dar clases presenciales" en los talleres de escritura y relacionarse con sus alumnos, que "aportan una frescura en la mirada"

También añora encontrarse con sus compañeros de profesión e "intercambiar opiniones" con ellos, de los que "aprende" y en cuyo criterio confía para que lean y corrijan sus novelas, algo que asegura que solo es posible si no se tiene "un ego desmesurado" y se sabe "aceptar la crítica".

Aun así, durante estos días de confinamiento trata de "mantener la rutina" en la medida de lo posible y por ello intenta estar en contacto con todos ellos a través de "videochats", ha visto algunas series asiáticas y confiesa que no ha leído mucho por "falta de concentración".

Por este motivo, no cree que esta situación de encierro "haya servido para que la gente se interese más por la literatura y regrese a los libros", un tópico que se ha establecido en estas últimas semanas y que considera "la gran mentira de esta pandemia".

Para el autor, que presume de tener una biblioteca amplia, ser lector significa "encontrar tiempo" para la lectura, que en su caso siempre es a través del papel. "Necesito el libro físico, su peso, su olor", explica Bassas admitiendo ser un "fetichista del libro como objeto".

De hecho, mientras realiza esta entrevista sostiene sobre sus manos un ejemplar de "Cuéntame un cuento japonés mientras el mundo se acaba", que todavía conserva en su plástico original, ya que admite que en alguna ocasión ha comprado libros "por lo bonitos que son" y con intención de "coleccionarlos".

Sin embargo el método de cribado habitual de Bassas para escoger los libros que lee no son las portadas ni las sinopsis, sino los primeros párrafos. "Si en esa primera página encuentro algo que me fascine me llevaré la novela a casa".

Es por eso que al barcelonés le preocupa el auge de los "libros digitales", que amenazan con acabar con el romanticismo del papel, junto al futuro de las pequeñas editoriales y librerías que eran las que "tenían un amor por la literatura que las grandes perdieron hace tiempo".

Además hace hincapié en diferenciar los "almacenes de libros" online de las "librerías", donde uno "se encontraba a su librero de barrio que le recomendaba lecturas" y que, a su juicio, van a ser las grandes perjudicadas de esta crisis.

Asegura que esta situación le ha permitido conocer la "cruel realidad" que está atravesando la cultura en nuestro país y darse cuenta de que la literatura ocupa "un espacio muy pequeño en la mente y los corazones de la gente".

Y es que siente que el nivel de importancia que tiene el arte de la expresión verbal es "prácticamente nulo" dentro de la sociedad. "Solo los que nos dedicamos a ella protestamos cuando vemos que está muriendo la literatura".

Un futuro incierto que ya ha comenzado con el cierre de muchas librerías en los últimos años y, según Bassas, no tiene solución más allá de "una educación literaria y cultural desde la base", pero añade que tampoco "se le puede imponer una política cultural a alguien que no la quiere".