onatella Versace cumple 65 años como todo un icono de la moda, aunque su camino no siempre fue fácil. La muerte de su hermano Gianni la marcó a fuego pero tuvo que reponerse para salvar la firma mientras combatía sus propios fantasmas. Y lo logró.

La vida de Donatella tiene los tintes de una epopeya. La joven caminó siempre de la mano de su hermano Gianni. Él era nueve años mayor, había respirado el arte de la costura dentro de la sastrería de su madre y, desde los setenta, empezó a despuntar en la cosmopolita Milán con sus diseños rompedores y vanguardistas. Fue Gianni quien contagió a su hermana la pasión por el arte e hizo que, tras completar sus estudios de Filología en Florencia, le alcanzara en Milán para crear la marca, junto a un tercer hermano, Santo Versace, encargado de la parte financiera.

El afamado modista también proyectó en la joven Donatella su idea de mujer: la hacía partícipe de sus creaciones, le pedía que las vistiera e incluso la convenció para teñirse de rubio para que se pareciera a la popular cantante Patty Pravo.

Fue Gianni quien contagió a su hermana la pasión por el arte e hizo que, tras completar sus estudios de Filología en Florencia, le alcanzara en Milán para crear la marca, junto a un tercer hermano, Santo Versace, encargado de la parte financiera.

El afamado modista también proyectó en la joven Donatella su idea de mujer: la hacía partícipe de sus creaciones, le pedía que las vistiera e incluso la convenció para teñirse de rubio para que se pareciera a la popular cantante Patty Pravo.

En 1978 abrió las puertas la primera boutique Versace en la vía de la Spiga de Milán. Fue el epílogo de un fulgurante ascenso en el mundo de la moda y de la celebridad.

Eran tiempos dorados, como sus prendas, de fiestas desenfrenadas y éxitos. Fue entonces cuando conoció a su marido, el modelo Paul Beck, con el que tendría a su primogénita, Allegra y a Daniel. Sin embargo en la vida de todos hay una fecha indeleble: 1997.

El 15 de julio de ese año Gianni era asesinado a tiros a la puerta de su mansión en Miami Beach (EE.UU.). Su muerte fue un shock para el mundo entero y Donatella, con 43 años, se vio de improviso al frente de la firma con más miedo que certezas.

En el testamento del genio su sobrina predilecta, la pequeña Allegra, se convertía con solo once años en la verdadera heredera del imperio, quedándose con la mitad de la compañía.

Donatella se vio entonces ante la ardua labor de reemplazar a un genio en un momento dificilísimo, agravado por su adicción a la cocaína durante dieciocho años.

"Era la nueva cara de Versace ¿Quién querría llevar la marca de un creador débil, inestable, que pierde la cabeza por la droga? ¡Nadie! Por eso creé una Donatella fría, agresiva, aterradora", recordaba en 2018 en una entrevista al portal canadiense Ssense. No obstante un año después de la muerte de su hermano sacó su primera colección para Versace. Uno de sus aciertos más recordados llegó el año 2000. La cantante Jennifer López acudió a los Grammy con un vestido verde que provocó un aluvión de búsquedas en aquel internet primitivo. Versace entraba en el nuevo siglo con el pie derecho pero, entretanto, la recién estrenada empresaria capeaba con su adicción.

Fue su amigo Elton John quien la convenció para someterse a una desintoxicación en Estados Unidos. Con el tiempo acabó recuperándose y afianzándose al frente de Versace, siempre fiel a su estilo provocador: "La verdadera moda no tiene miedo de osar". En septiembre de 2017, veinte años después del asesinato de su hermano, Donatella le dedicó un desfile en la Milán que contó con las cinco top models que popularizó en los Noventa: Bruni, Crawford, Schiffer, Christensen y su preferida, Campbell. "Gianni, esto es para ti", se escuchó decir al inicio del evento. Era un guiño al pasado, mientras fraguaba en silencio un futuro.

Un año después la familia vendía Versace al grupo estadounidense Michael Kors por 2.120 millones de dólares.

Un año después del asesinato de su hermano, en julio de 1997, sacó su primera colección para Versace, poniendo en marcha el grupo

“La verdadera moda no tiene miedo de osar”, repite con asiduidad la diseñadora italiana, tras superar su adicción a la cocaína