la protagonista

Nombre y apellidos. Vanessa Garde Luque.

Lugar de nacimiento. Pamplona, aunque se considera natural de Villafranca, donde pasó toda su infancia.

Edad. 36 años.

Inicios en la música. Viene de una familia musical, ya que su padre tocaba la trompeta, su madre siempre ha cantado y su hermana toca el piano. Vanessa empezó a formarse en la Escuela de Música de Villafranca y en el Conservatorio de Tudela. Después pasó a sacarse un grado medio de piano en el Conservatorio Pablo Sarasate de Pamplona. Tras superar las pruebas de acceso, se trasladó a Madrid, donde se sacó el grado superior de piano y el grado superior de pedagogía de piano para poder impartir clases. Su último año allí probó con un curso de música para cine promovido por la SGAE, y le abrió los ojos, "era lo que yo quería hacer", reconoce la compositora.

Rumbo a Boston. Después de Madrid, aterrizó en Boston, donde estuvo durante 3 años formándose en el prestigioso Berklee College of Music, donde posteriormente ha ejercido como docente. En la actualidad, trabaja entre Madrid y Los Ángeles.

En el cine. La navarra es una multipremiada compositora cinematográfica y directora, que ha formado parte de los departamentos de música de películas como La fría luz del día, Millenium: Lo que no te mata te hace más fuerte,El enigma del cuervo y Exodus: dioses y reyes. Ha participado en filmes y otros trabajos audiovisuales con profesionales de renombre como Ridley Scott, Terry Gilliam, Alejandro Amenábar, Alberto Iglesias, Roque Baños o Lucio Godoy.

- ¿Qué puede adelantarnos de la música compuesta por Manel Gil-Anglada que enriquece la historia del largometraje de Toni García 'D'Artacán y los tres mosqueperros'?

-Es una música muy viva, tiene momentos para todo, acompaña muy bien a la imagen, resaltando la animación. Es una música muy colorida que pasa por muchos estados de ánimo... es súper divertida.

¿Cuál es su mayor reto en este proyecto dirigiendo a la Sinfónica de Navarra?

-Para orquestas acostumbradas a repertorio más clásico y a hacer conciertos abiertos al público, el reto es siempre afrontar un cambio en la manera de trabajar. La música de cine se aborda de manera diferente, a la hora de hacer una grabación hay que tener un click (click-track) para poder sincronizarlo todo al milímetro... el trabajo es muy distinto. Además, se trata de la vuelta de la Orquesta Sinfónica de Navarra tras el confinamiento, con todo lo que ello conlleva: medidas como las distancias de seguridad, las pantallas acústicas de metacrilato para los vientos... esa parte que es nueva para todos supone un reto emocionante y al mismo tiempo asusta un poco. Pero yo estoy con muchísimas ganas. Es la primera vez que voy a trabajar con la Sinfónica de Navarra, siendo navarrica, imagínate... Y además también colabora el Orfeón Pamplonés y su coro infantil.

Porque su vida profesional transcurre a caballo entre Madrid y Los Ángeles (EEUU), ¿qué siente al volver a casa por trabajo?

-Una ilusión tremenda. Es, como dices, volver a casa. En todas las películas que he hecho hasta ahora no había tenido oportunidad de trabajar con la Orquesta Sinfónica de Navarra. Me toca un poco la patata, regresar después de tantos años fuera y de trabajar y de grabar en mil sitios... Estoy muy ilusionada, es especial.

¿Dónde ha pasado el confinamiento?

-En Madrid. Tenía que haber ido a Los Ángeles en abril, por proyectos, y evidentemente tuve que cancelar el viaje y quedarme en Madrid.

Habrá sido duro, la apertura allá llega con mucho más retraso...

-Sí, en realidad todavía sigo entre comillas de confinamiento. Pero he de confesar que la vida en confinamiento no ha sido para mí muy diferente de la que llevo habitualmente, porque estoy muy metida siempre en el estudio. Y además en Madrid tengo el estudio en casa, solo salgo fuera para alguna grabación... Durante este tiempo confinada he tenido que hacer las grabaciones a distancia, comunicándome remotamente.

¿Ha costado la readaptación?

-Ha sido una reorganización, muchos de los procesos que antes se hacían fuera ha habido que hacerlos de forma local, o colaborando cada uno desde su casa, desde su estudio. En las grabaciones, a mí sí que me gusta ir en persona, y estar y supervisar, y en este caso teníamos que conectarnos a través de un plugging y hacer la escucha en tiempo real y dar esas notas en tiempo real a través de las plataformas de colaboración, y no ha sido posible estar in situ en la cabina de grabación con el músico delante. Pero la vida del compositor y de la producción musical, como la llevo a cabo muy metida en el estudio y el estudio lo tengo en casa, no ha variado mucho. Es ya de por sí una actividad bastante solitaria.

Su instrumento es el ordenador...

-Sí, totalmente. Muchas veces me preguntan, ¿qué tocas? Estudié originalmente piano, pero ahora mi instrumento principal es el ordenador, sin duda.

Al margen de esta grabación de música de cine que le trae de vuelta a Pamplona, ¿qué otros proyectos le ocupan?

-Estamos acabando una película con Roque Baños sobre Rafaella Carrá, Explota explota, que precisamente se rodó en Pamplona y en la que estoy haciendo arreglos, programaciones y las mezclas. A principios de julio viajo a Valencia que tengo un encargo de una obra para quinteto de metal con Spanish Brass. El 3 de julio estrenamos una serie para Amazon que se ha generado durante el confinamiento, Relatos Con-fin-a-dos, un proyecto muy curioso, incluso a los actores les mandaban el material a casa para que se grabaran ellos mismos; ha sido cien por cien generado dentro del confinamiento, y la trama tiene que ver con esa experiencia. Y tengo pendientes los estrenos de dos películas de cuyas bandas sonoras soy la compositora: La boda de Rosa, de Icíar Bollaín, que se estrena el día 21 de agosto en el Festival de Málaga, con Candela Peña como actriz protagonista; y Un mundo normal, de Achero Mañas.

Es compositora, arreglista, orquestadora, experta en tecnología musical y en producción musical... ¿Cuál diría que es la esencia común a todas estas facetas?

-Lo que tienen en común es la música y la creatividad, y se trata de desarrollar diferentes aspectos de ellas en cada actividad. Como compositora, se trata de ver qué necesita la historia audiovisual, qué puede aportar la música a esa trama. Cuando hago orquestación, se trata de desarrollar musicalmente una idea de una composición, que surge de alguien más, que a mí me llega y en la que tengo que arreglar, programar, llevar a la orquesta y darle el color y la sonoridad que necesita.

En este momento de cambio social y económico, ¿cómo ve el presente y cómo intuye que será el futuro en su gremio profesional?

-Las producciones audiovisuales van a seguir existiendo, y creo que más que nunca, especialmente cuando en el momento de confinamiento, ¿quién no tenía Netflix en su casa? Entonces las plataformas van a seguir creando contenido y ese contenido va a necesitar música seguro, sí o sí. ¿Qué pasa? Que el modelo de cómo veníamos trabajando hasta ahora está cambiando, y se basa más en tener un perfil más polivalente, que pueda hacer muchas cosas a la vez. Porque en grupos de trabajo muy grandes siempre se puede delegar y tener una mayor especialización por áreas, pero ahora, a razón de los presupuestos a los que tienes que acomodarte, la figura de una persona que pueda abarcar varias tareas a la vez va a ser cada vez más clave; el hecho de ser autosuficiente a la hora de cubrir todas estas necesidades. Y en mi caso, al tener ese perfil polivalente me viene muy bien: en algunos momentos compongo, en otros orquesto, programo, mezclo..., y este horizonte me abre muchas puertas.

¿Se va avanzando en la visibilización de la mujer como profesional en el ámbito de la música en el que se mueve?

-Uy, has abierto la caja de pandora... Poco a poco se va avanzando, pero muy lentamente. Sí es cierto que se están dando ayudas para visibilizar a la mujer en la música, pero el problema es que hasta ahora ha habido muy pocos referentes, eso lo primero; y lo segundo, la credibilidad a la hora de trabajar con una productora, cómo se sienten a la hora de tener a una mujer al frente, que en primera instancia puede darles más dudas o cierta desconfianza que tener a un perfil masculino. Eso ocurre. Yo soy joven, tengo 36 años, y al empezar noté que costaba muchísimo más siendo mujer, y ahora, después de unos 60 proyectos, ya se me valora más y confían en mí, pero tienes que demostrarlo muchísimo. En todo caso, creo que trabajar bien y entregar lo mejor que puedas dar de ti, es la mejor carta de presentación. El trabajo de hormiguita de ir muy poco a poco me ha abierto muchas puertas para ganarme esa confianza.

En general, la mujer es más trabajadora hormiguita y busca menos una repercusión o una fama inmediatas, ¿no cree?

-Sí, posiblemente tenga algo que ver el tema de egos, famas, pero también de autoconfianza en una misma. Yo no he tenido prisa, y no la tengo. ¿Sabes lo que he aprendido de asistente de Alberto Iglesias, de Roque Baños, de Lucio Godoy, de Federico Jusid? Trabajar con ellos de primera mano para mí ha sido la releche... No me ha importado empezar de asistente de alguien, ha sido la mejor de las enseñanzas.

"Siendo navarrica, dirigir a la Orquesta Sinfónica de Navarra, y también con el Orfeón, es muy especial"

"Cuando me preguntan ¿qué tocas? Ya lo digo, aunque estudié piano, mi instrumento principal es hoy el ordenador"

"Empezar como asistente de Alberto Iglesias, Roque Baños o Lucio Godoy ha sido la mejor de las enseñanzas"