- La bandera del Valle de Baztan que tanto amó y defendió siempre, colocada sobre su féretro, en una preciosa y colorista tarde de verano, si bien que calurosa a 30º de temperatura, acompañaron ayer tarde a la pintora Ana Mari Marín en sus honras fúnebres de despedidaAna Mari Marín . La emergencia sanitaria se cumplió y la afluencia tuvo que ser reducida pero el sentimiento por la pérdida de la singular artista se reflejó en las redes sociales y en las decenas de testimonios recibidos, junto a silencios estruendosos..

El féretro fue conducido por sus sobrinos Txomin, Juan Luis, Francisco y Salvador Arotzarena, hijos de Salvador Arotzarena y su hermana Elisa (ambos fallecidos) hasta el pórtico de la parroquia de Santiago Apóstol. Allí, la exalcaldesa de Baztan Virginia Aleman, el exconcejal Agustín Olabe y los concejales Rubén Ziganda y Anastasio Nagorena, le impusieron la enseña baztandarra. A continuación, los dantzaris Olaia Matxikote y Tomás Laborra interpretaron un aurresku de honor, al son del txistu y el tamboril de Amadeo Arretxea y Aingeru Olabe, todos ellos integrantes de Baztango Dantzariak, grupo que compartió con Ana Mari Marín numerosas actuaciones en tantos momentos de fiesta y de alegría.

En el interior del templo, la misa de funeral fue oficiada por el párroco Javier Azpiroz, asistido por Alfonso Garciandia, Ramón Apezetxea y el elizondarra Agustín Elizalde. Azpiroz pronunció palabras de sentida acogida y agradecimiento a una persona que ha vivido muy unida a la parroquia desde la Agrupación Coral de Elizondo y colaboradora. En los años 70 precisamente, fue Ana Mari Marín la que contribuyó a modificar la imagen del retablo ocultando a los infieles pateados por el caballo del Santiago Matamoros por considerarlo impropio e inhumano.

Un detalle más que explica la presencia de la pintora en tantas y tantas iniciativas vividas en Baztan. Para Pello Fernández Oyaregui, Tellagorri, presidente de la Fundación Ciga y amigo de la pintora y la familia, Ana Mari Marín "en cuanto al Baztan lo ha sido todo literalmente, ha dado la vida por el valle y ha sido su mejor embajadora ". Ha sido la gran factotum de la Cultura en general y de la pintura y de la música en especial, y aunque en las formas y métodos de trabajo no fuera del todo ortodoxa y personalista su entrega y sumérito son indudables e impagables, es una pérdida irreparable, senos van los auténticos referentes ante un panorama en la actualidad desolador", afirma Tellagorri.

Entre los asistentes pudo verse a las directoras del Museo de Navarra, Mercedes Jover, y la Red de Museos, Susana Irigaray, así como la directora de Política Económica, Izaskun Goñi, en representación del Gobierno de Navarra. También, el expresidente de la Federación Navarra de Ikastolas, Pello Irujo, el exdiputado foral Juan Ramón Corpas, y sus amigos pintores Juan Carlos Pikabea, Tomás Sobrino y Antonio Laita.

Los solistas de la Coral de Elizondo, de la que fue cofundadora, le cantaron Eduardo Zubikoa el Ingemisco del Requiem de Verdi. María José Alaña y Javier Arizmendi, el Panis Angelicus de Cesar Frank y Pablo Azpeitia interpretando el Requiem de Luca Spada. Al salir de la parroquial, los txistularis Amadeo Arretxea y Tomás Laborra le dedicaron el Agur Jaunak, y en la despedida en el camposanto los gaiteros de Pamplona, Javier Lakunza y José Luis Fraile tocaron en un momento particularmente emotivo el Himno de las Cortes de Navarra, todos los intérpretes agradeciendo la ayuda y el apoyo que en todo momento recibieron la música, el canto y el folklore.

"Ana Mari Marín ya no vive aquí" es la conclusión a la que podría llegarse y a la dura realidad a la que familiares y amigos debemos acostumbrarnos a partir de ahora. Deja un legado muy grande, testigo de un siglo XX que vió y vivió los acontecimientos más relevantes de la historia del Valle de Baztan.