Diana Iniesta vive a caballo entre Baztan y Nueva York. El primero es su hogar, donde puede pintar, ser ella misma y "fluir". Un hogar que conlleva una soledad en ocasiones "difícil". El segundo le da "el chute de vida" que le devuelve año tras año a Erratzu "renovada" .

Así lo siente, así lo cuenta y lo plasma la artista navarra en la exposición Vulnerable, que, desde el pasado viernes, habita el Polvorín de la Ciudadela. Pintura creada desde la pura emoción que inunda la sala en un recorrido vital y artístico en que la naturaleza humana y paisajística son protagonistas. En torno a cinco series temáticas se articula el bello paseo al que nos invita Diana Iniesta. Cinco paradas que se corresponden con momentos vitales de la pintora y que nos hablan sobre la emoción como motor de la figuración (serie de retratos), sobre el miedo (estampas urbanas del Bronx), sobre flores y manzanas, sobre Insomnia (autorretratos) y sobre el hogar y el corazón (Baztan).

En total, la exposición, visitable hasta el 15 de noviembre, reúne 45 óleos que abarcan desde el retrato o la figura, hasta el bodegón, pasando por el paisaje. Obras creadas algunas de ellas a partir de fotografías, otras pintadas del natural.

Destaca entre ellas una composición de cuatro multifiguras titulada Sobre el miedo: Street Life 2020. En ella, Iniesta parte de unas fotografías que realizó de forma inadvertida en Nueva York, en las que se aprecian las actitudes de sus compañeros de viaje en metro en el recorrido que realizaba a diario entre el Bronx y la escuela en el Mid Town. El pasado marzo, a la vuelta de su viaje, interpretó con el óleo alguno de esos momentos. Estampas urbanas de instantes en que la artista se sienta a ver las luces, los coches y a la gente pasar. El mundo girar.

Por su parte, la serie denominada Sin emoción no hay figuración recoge una selección de retratos y figuras pintadas del natural en The Art Students League y expuestas en la Phyllis Harriman Mason Gallery de Nueva York entre 2017 y 2020. Retratos en los que la artista busca "esas miradas reflexivas, perdidas en lo más hondo, desafiantes, sabias", que son las que le inspiran. "Yo me busco en el otro y es el otro el que, si todo va bien, al acabar la obra, se encuentra en ella. Es desde ahí desde donde puedo llamarme retratista, cuando lo logro", cuenta Iniesta.

La belleza "serena y sutil" y el misterio inherente a los paisajes del valle de Baztan no podían faltar en Vulnerable. Con las series Sobre el hogar y el corazón e Insomnia, la pintora se queda en su tierra para evocar lo simbólico de las vidas diarias de las personas.

"Cuando paseo por Erratzu, callo y observo. Solo siento. Alimento mi imaginario. La visión del pueblo dormido en invierno con un Gorramendi nevado, el otoño preñado de rojos frente a la escuela. Siempre estoy en Erratzu, aun sin estar", escribe Iniesta sobre su hogar.

En la última de las series, Sobre flores y manzanas, creada durante el confinamiento en su taller de Erratzu, la artista presenta, pintados siempre del natural, bodegones atmosféricos y muy abstraídos, de clara influencia flamenca. Pintar flores es para Diana Iniesta un trabajo más ligero que el resto que acostumbra a acometer con el pincel. Las pinta sintiéndolas, más que mirándolas, dejándose llevar, pincel en mano, fluyendo "como si la música se hubiera apoderado de toda una, de todo su cuerpo", escribe la artista en el catálogo de la muestra, en un texto en el que defiende que "aunque haya lugares y personas a los que ya no podemos volver, tenemos la obligación moral de seguir pintando flores, porque estamos vivos y aún amamos".

manhattan

Una escuela, una "revelación"

Si bien confiesa que pinta y escribe desde que tiene uso de razón, Diana Iniesta no inició sus estudios de pintura reglamentarios hasta los 27 años, en un primer momento de la mano de Joseo en Sabadell y más tarde en Barcelona con David Izquierdo. En su siguiente etapa, ya en Baztan, la artista pasó a dedicarse por completo a la pintura, entrando así en contacto con la escuela del Bidasoa y en particular con José María Apezetxea. Fue a partir de 2012 cuando Diana Iniesta inició sus viajes periódicos a Manhattan para especializarse en retrato en The Art Students League, una escuela que, reconoce, ha sido para ella "una revelación", pasando a formar parte de una comunidad de artistas centrados en el realismo social.

Con más de veinte exposiciones colectivas y otras tantas individuales en España, Francia o Estados Unidos, Iniesta ha sido seleccionada en concursos como el Díaz Caneja y el Villa Du Contenia y su obra se encuentra en colecciones de diferentes países, privadas y públicas, entre las que se encuentran la del Gobierno de Navarra o la del Ayuntamiento de Baztan. Además, fue galardonada en Francia como joven artista revelación.

En su faceta de formadora, Diana Iniesta organiza clases de pintura en su taller y, bajo el proyecto Vacaciones artísticas en Baztan, promueve también cursos intensivos de cuatro días al aire libre y estancias de una semana para compartir su estudio y residencia con otros artistas.

búsqueda esencial

Recuperando a la niña que fue

Los quince años que lleva viviendo en Baztan los califica Diana Iniesta como "un viaje al centro de mí misma". Un viaje imprescindible en busca de la niña que fue y que sigue habitando su corazón. "Para poder pintar vi claro que tenía que recuperar esa sensibilidad, esa curiosidad, esa inquietud voraz y esa valentía propia de la niña que fui", asegura. Aquella niña retraída y sensible que recuerda como primer regalo una máquina de escribir para relatar cuentos y unas ceras de colores para copiar a los impresionistas.

Entonces comenzó un periplo vital unido inevitablemente a lo artístico en el que continúa, fluyendo, cambiando; como el río Baztan, luego Bidasoa. Como la vida misma.

en corto

Copiando a los impresionistas. Diana Iniesta empezó en la pintura, de niña, copiando a los impresionistas, maestros en ese capturar la vida en su fluir.Referentes. Picasso y Antonio López son dos referentes para la pintora navarra, por "su actitud vital", dice. "Porque recorrieron como artistas todos los ismos de la historia del arte para finalmente encontrarse a sí mismos", su propio estilo.

Mentor y amigo. El pintor navarro Mikel Esparza es su "amigo y mentor", dice Diana Iniesta, quien también nombra en este mismo sentido a José María Apezetxea.

"Los quince años que llevo viviendo en Baztan han sido un viaje al centro de mí misma"

Pintora