l japonés Yukio Mishima, popular esencialmente en el mundo entero por darse muerte mediante un espectacular hara-kiri el 25 de noviembre de 1970, llegó al mundo de la creación antes de cumplir los veinte años como autor de novelas y libros de relatos breves, entre los cuales destacan Confesiones de una máscara (1949), La perla y otros cuentos (1953) y Después del banquete (1960). Su lenguaje y los temas presentes en su obra se hallan influenciados por la cultura y la estética occidentales pero fue su sonado suicidio lo que eclipsaría en gran medida tal creatividad.

Tanto él como otros cuatro compañeros de armas, decidieron tomar una base militar de su ciudad natal, Tokyo, para protestar contra la tendencia a la desmilitarización del país que su organización de extrema derecha, la milicia Taté-no-kai (algo así como La Sociedad del escudo), pretendía ayudar a revertir. Las narraciones que le hicieron también célebre precisamente en Occidente son, en cualquier caso, una buena excusa para disfrutar de una lectura basada en la estética del viejo samurái y la trilogía titulada El mar de la fertilidad (1970) es otra de esas citas con el pasado de Japón, al que Mishima prestó atención a lo largo de su alucinante existencia.

Alianza Editorial ha presentado recientemente parte de esa obra (El color prohibido, Confesiones de una máscara, El marino que perdió la gracia del mar, Sed de amor) a través de su colección 13/20. Y, si bien es diciembre el mes elegido habitualmente para otorgar el Premio Cervantes, el paraguayo Augusto Roa Bastos, ganador en 1989, y María Zambrano, el año anterior, lograron el galardón en noviembre, mes en el que nació otro popular y controvertido autor: Paul Celan, quien vino al mundo el día 23, en 1920.

Considerado como uno de los más grandes creadores líricos en lengua alemana de la segunda mitad del siglo XX, ofrecería textos tan sugestivos como La arena de las urnas (1948), Amapola y memoria (1952) o el de 1955 De umbral en umbral. Pues bien: este año, Alemania recuerda su figura, la de una traumática experiencia vital que le supuso un buen número de enemigos en relación con el Holocausto, un infierno al cual no todos los artistas ni todos los intelectuales germanos se enfrentaron con total sinceridad. Ni mucho menos.

En cualquier caso, lectura, literatura y enseñanza sobreviven en 2020 al dolor causado por los distintos vaivenes políticos y sociales y las distintas pandemias. En Navarra, sin ir más lejos, el viaje bibliotecario oficial acaba de cumplir su siglo y medio de vida, algo que ha llevado a los responsables de la Biblioteca de Navarra y de la Red de Bibliotecas a celebrar los primeros 150 años de la primera de ellas, la que abriría sus puertas en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Pamplona allá por 1870. Lo viene haciendo al ritmo que marca el lema "Territorio libro. Territorio libre. Liburu eremua. Eremua librea" y todo ello, en nuestros días, resulta loable. Muy loable.