Intérpretes: Concierto enmarcado dentro de la programación de Festival Santas Pascuas. Buena entrada. A Mª José Llergo le acompañaron Paco Soto a la guitarra y Miguel Gallardo en el teclado y los sintetizadores. Fecha: 08/01/2021. Lugar: Baluarte.

i hay ahora mismo una figura emergente en el mundo del flamenco, esa es, sin duda, la de María José Llergo, una artista que tiene un pie en la tradición y otro en la renovación. En Baluarte comenzó su recital con un tema más de vanguardia, titulado Poemas y en el que cantó sobre bases grabadas. Es por explorar este tipo de caminos por lo que su nombre suele incluirse, a pesar de su juventud, junto a los de otros que ensancharon los límites del flamenco (salvando las distancias, Morente, Camarón, Ketama, Ray Heredia o, más cercana en el tiempo, Rosalía, que, si quieren buscar similitudes, actuó también en el SantasPascuas hace un par de años). Pero luego demostró que conoce, admira y domina la tradición, pues el siguiente tramo lo resolvió a solas con su guitarrista, Paco Soto, a base de composiciones ajenas (Bolero de las simples cosas, de Mercedes Sosa) y propias (Niña de las dunas, escrita para su madre y su abuela y dedicada esa noche a todas las mujeres presentes en Baluarte). En esa parte no hubo trampa ni cartón, solo las cuerdas de una guitarra, el cante que salía de su garganta y el silencio respetuoso del público.

Cambiaron las tornas cuando se adentró en las profundidades de su disco, el aclamado Sanación. Regresó a escena Miguel Grimaldo, que añadió a la ecuación teclados y programaciones, y comenzó ahí una suculenta simbiosis sonora en la que el pasado y futuro se dieron la mano para crear una obra contemporánea, pero respetuosa con sus raíces. Hubo momentos en los que la guitarra ganaba el pulso al ordenador, como en la reivindicativa Nana del Mediterráneo, sobre el drama de los emigrantes que encuentran su muerte en dicho mar, o la Nana del caballo blanco. Sin embargo, la mayor parte de las veces fue la electrónica la que ocupó el lugar preeminente. Así sucedió en De qué me sirve llorar o El hombre de las mil lunas, abigarradas ambas de bases, teclados, palmas sampleadas y voces desgarradas. Ya se ha dicho antes que, en ocasiones, la comparan con Rosalía por aquello de la fusión del flamenco con la música electrónica, y lo cierto es que, en algunos momentos, hubo ciertas similitudes (por ejemplo, en La luz), aunque, más allá de eso, Llergo tiene su propia personalidad y discurso artístico.

Aunque la puesta en escena fue sobria, también cuidó otros aspectos, como la iluminación, que fue especialmente bonita durante la interpretación de Tu piel. En el tramo final del concierto volvió a exhibir su buen manejo de esa dicotomía tradicional y vanguardista, con un par de canciones de marcado cariz electrónico (Me miras pero no me ves y A través de ti) y otros dos más ortodoxos (Nana del caballo grande y Ay pena, penita, pena, con la que se despidieron). Al final, se obró el milagro y la música resultó, como bien auguraba el título de su disco, sanadora. Durante noventa minutos pudimos olvidar el inmenso dolor que sentía Pamplona por el fallecimiento de Boni, guitarrista y voz rota de nuestros (eternos ya) Barricada.