- El silencio es una forma de continuar la violencia sobre las víctimas, asegura a Efe la escritora Edurne Portela que habla en su nueva novela, Los ojos cerrados, de esos silencios heredados de la Guerra Civil y de cómo quedan todavía muchas memorias que desentrañar sobre ese pasado.

Edurne Portela (Santurtzi, Bizkaia, 1974) dio voz a los silencios sobre el terrorismo en su exitosa novela Mejor la ausencia, habló de la violencia de género en Formas de estar lejos, y regresa ahora con Los ojos cerrados, editada también por Galaxia Gutenberg. Todas las violencias que ha tratado anteriormente siguen estando presentes en esta obra pero en esta ocasión entra la memoria y retrocede a los años de la Guerra Civil y, sobre todo, los años de después, "del silencio", un silencio que se convierte, precisamente, en una de las formas de relacionarse entre los personajes. Su novela transcurre en un sitio imaginado, Pueblo Chico, que podría estar en cualquier parte del país: "España está llena de pueblos así, pequeños pueblos con comunidades muy reducidas en las que esas historias de violencia pasan de generación en generación y es mucho más difícil olvidar y buscar una convivencia cuando ha habido ese tipo de desgarro social", explica. En ese pueblo vive Pedro, el anciano protagonista de esta historia, depositario de secretos que rodean la violencia que ha atravesado el lugar durante décadas. Y allí llega Ariadna que irá desvelando su vinculación con la historia silenciada del lugar.

"El silencio revictimiza", dice Edurne Portela: "está la primera violencia, la del asesinato, la tortura o la desaparición, esas violencias que desgarran, y luego está el silencio".

Y el silencio "condena a la víctima a serlo permanentemente, porque su daño no se reconoce, no se comparte, su herida queda ahí pero relegada a un segundo plano. El silencio es otra forma de violencia o, por lo menos, otra forma de continuar la violencia sobre las víctimas", sostiene la autora.