reador de nuevos espacios a partir de fragmentos y materiales diversos, Javier Balda (Pamplona, 1958) se mueve como artista en este tiempo que habita, y de las inquietudes que le genera este momento en torno al sentido y el valor de las imágenes, nacen sus obras.

Una muestra de las más recientes puede disfrutarse hasta el próximo 1 de mayo en Madrid. La galería de arte Luis Burgos descubre al público una serie de collages fotográficos que el creador pamplonés no acostumbra a exponer, y que lucen junto a varios de sus característicos cuadros -o "artefactos", como él los llama-, que, con una intención volumétrica, aspiran a fijar imágenes en el tiempo; en este tiempo en que la saturación y la banalización de las imágenes, así como el empleo de las mismas a un ritmo veloz, es una constante.

Partiendo de esta certeza de momento imparable, el arte de Balda se construye con fragmentos cuya presencia se sitúa en un lugar y en un momento, y nos invita a detener nuestra mirada en esos universos nuevos creados a partir de búsquedas y de intuiciones acumuladas. De partes aleatorias que, combinadas en cada obra, forman un todo.

De las 16 creaciones que alberga esta exposición de la Galería Luis Burgos, inaugurada el pasado 18 de marzo tras haberse ido aplazando desde el año pasado por la situación de pandemia, una decena son collages fotográficos que Javier Balda no acostumbra a exponer. "Empecé a sacarlos en el Koldo Mitxelena hace dos años, y ahora me he atrevido un poco más", dice sobre esta serie de obras que lucen ahora en Madrid y que, en su mayoría, han sido financiadas por el fondo asistencial y cultural de VEGAP (Visual Entidad de Gestión de Artistas Plásticos).

"He podido hacer ampliaciones y formatos muy grandes, dos de los cuales están en esta exposición", dice en referencia a estos collages fotográficos que define como "agrupaciones casuales de imágenes de revistas dominicales, de periódicos, o de fotografías mías de procesos de trabajo, del estudio". Una fragmentación de imágenes en estratos horizontales que aluden "al uso que damos habitualmente a la imagen, que no vale nada, que se consume tan rápido". "Yo he troceado todas esas imágenes de consumo, de ocio, moda, arquitectura, interiorismo, etcétera, con la intención de conseguir otra espacialidad diferente, de que nos lleven no a una realidad inmediata, sino a otro lugar". Despojadas de sus referencias, esas imágenes -familiares y cotidianas para quien las consume en su lugar original, en esas revistas o esos periódicos de los que salen-, configuran aquí espacios evocadores y extraños. Imágenes abstraídas, que se presentan ante nuestros ojos como una visión de realidades paralelas -de aquella de la que proceden y ésta nueva que crean-.

Son collages manuales, en los que las imágenes han sido pegadas y luego intervenidas por el artista con pintura, spray, líneas de lápiz o de carboncillo. "¿Y por qué las hago luego en impresión digital y en ese aspecto fotográfico? Porque me interesa enfriar un poco el procedimiento, enfriar esa manualidad, esa gestualidad del collage", explica Balda.

Estas obras de aspecto fotográfico se combinan en la exposición con varios cuadros característicos del artista pamplonés, creados durante el pasado confinamiento. Obras en técnica mixta que también son collages de materiales diversos y pintura. "Me empeño en una descreída reformulación de la condición fragmentaria de la pintura; su valor compositivo desdicho por el uso masivo e indiscriminado de la imagen y la narración de su propia materialidad la han transformado en un artefacto descolocado, ambiguo e inestable, esteticista y estéril", narra Javier Balda, cuyo arte guarda gran relación con lo arquitectónico.

Como dice el propio artista, "con frecuencia las obras fluctúan entre las maneras de la pintura y una fuerte organización de su estructura con fragmentos y añadidos, metáforas del comportamiento personal y de una intuición acumulada; búsquedas en el límite entre lo inacabado y las capas que ocultan y desvelan una nueva superficie".

Diálogo para una publicación

Con motivo de la exposición de Javier Balda, la Galería Luis Burgos ha editado la publicación Definición de aura perteneciente a su colección El Lotófago, que reproduce las obras del artista pamplonés, que se alternan en este libro con poemas de Álex Chico (Plasencia, 1980) escritos "durante las dos décadas de este incierto siglo XXI". Como el propio escritor explica en esta publicación, "las circunstancias que acompañaron a estos poemas son, por tanto, diferentes a las que siguieron los cuadros de Javier Balda. Sin embargo, aunque partan de caminos distintos, el recorrido de la imagen y de la palabra es similar. También, de alguna manera, el universo desde el que se originan. Ambos poseen un vocabulario común, más allá del lenguaje por el que hayan optado. Así, en última instancia, es como logran comunicarse".

El poema que da título al libro, Defnición de aura, contiene de alguna manera la esencia del arte de Balda: "No llegas a un lugar, llegas al momento exacto de una historia, a su momento clave. El tránsito no es hacia un territorio concreto, sino a la suma de voces que te preceden para que tú también puedas preceder a alguien. No estás aquí para ser. Estás aquí para que la vida siga sucediendo. Para que otros se acerquen. Para que recuperen contigo el impulso perdido en los días previos. Estás aquí para que cada comarca de la tierra no se agote y te haga creer, por un momento, que todo lo que te rodea merece narrarse".

Para el creador pamplonés, esta simbiosis entre su obra y la poesía de Álex Chico ha sido "una sorpresa". "Sin conocer siquiera a este escritor, han salido relaciones, vínculos, evidencias comunes entre su obra y la mía", dice sobre esta casualidad o este bonito destino que ha hecho que sus cuadros-collages se miren de otra manera, como ilustraciones de unos poemas que evocan búsquedas, incertidumbres, tránsitos vitales, llevándonos, junto a las obras de Balda, a otros terrenos a quienes los contemplamos.

Dónde. Galería Luis Burgos de Madrid (calle Villalar, 5).

Cuándo. Hasta el 1 de mayo, de lunes a viernes de 11.00 a 14.00 y de 16.30 a 20.00 horas.

Se formó de manera autodidacta en el arte, desde niño con su padre el dibujante Pedro Martín Balda y a finales de los años 70 con Pedro Salaberri, Mariano Royo, Javier Morrás y Pedro Manterola. En 1978 comenzó estudios de arquitectura, que abandonó para dedicarse plenamente a la pintura. Fue asistente de Jose María Yturralde en algunas instalaciones en 1983, y en 1985 participó en el Taller de Artes Plásticas de Josep Guinovart del Circulo de Bellas Artes de Madrid. Con Don Herbert aprendió litografía y fue su ayudante en Arteleku de San Sebastián en 2001. Ha sido reconocido con las becas Pollock-Krasner Foundation de Nueva York ( 2010) y con la Award-Grant Adolph and Esther Gottlieb Founda tion de Nueva York (2016).

Este año de pandemia está siendo muy "intenso y movido" para Javier Balda, creativa y expositivamente hablando. Desde el confinamiento, que pasó inmerso en creación de obra nueva, no ha parado. "Necesito calma, todo está muy complicado y cada proyecto supone mucho esfuerzo y te da poco resultado, y eso es estresante", reconoce sobre esta inversión personal que es el arte.

"Me interesa trocear imágenes de consumo para que nos lleven no a realidades inmediatas, sino a otros lugares"

Artista plástico