Dentro de la exposición que la Federación Navarra de Caza presentó en marzo en la ponencia del Parlamento foral que estudia la modificación de la Ley de Caza y Pesca de Navarra, Albert Ituren, profesor de Derecho Administrativo de la Universidad de Valencia, fue el encargado de explicar el marco jurídico en el que debería moverse la normativa. Para ello, desgranó las vicisitudes legales que afectan a la Comunidad foral, las particularidades de la actividad cinegética en la región y el camino emprendido por otros gobiernos. Sobre todo, la actitud adoptada por el Bundestag alemán, que también se encuentra reformulando su legislación cinegética y cuya ponencia lleva un título que no deja lugar a dudas: por una reforma sin ideología.

¿Cuál es el verdadero foco que habría que plantearse en esta reforma?

-Hay que concienciarse de que existe un problema de sobreabundancia de especies que causa daños a la agricultura y a las infraestructuras, accidentes de tráfico y riesgo de enfermedades que comprometen a nuestra ganadería. La nueva normativa debería centrarse en resolver esta situación. Ahora no estamos para discutir si más caza o menos, porque estamos inmersos en un problema que exige una solución. Y los únicos que lo pueden resolver de forma rápida y barata para la Administración son los cazadores. Por eso apunté el caso alemán. Allí saben cuál es su situación, con sus objetivos de reforestación, bajada de densidades y el problema de la peste porcina africana. Así que están trabajando en una reforma sin ideología. Creo que Navarra debería seguir ese ejemplo, extraerse del debate filosófico y centrarse más en resolver el problema con las herramientas de las que disponemos.

Usted defiende también dar más voz en esta problemática al mundo rural.

-Yo apuesto por un concepto de soberanía rural, porque ahora mismo está mandado la ciudad sobre el medio rural, y eso es un sinsentido. Ahora que se lucha contra la España vaciada, en la caza se tiene un magnífico instrumento para el desarrollo local y para potenciar el empleo y las economías rurales. Es relativamente simple esgrimir eslóganes facilones o mantras de ciudad, que se diluyen cuando los enfrentas con la realidad. Y la prueba está en que muchos de los que decían en la oposición que limitarían la caza, han ampliado períodos y modalidades cuando han gobernado.

En la reforma, ¿debería primar también el cambio de paradigma de la caza?

-Sin duda. Ya hace tiempo que la caza se despojó del paradigma de aprovechamiento, para entrar en el paradigma de gestión y, más incluso, de servicio público. Lo que no hagan los cazadores, lo tendrá que hacer la Administración con personal propio. En algunas zonas de Navarra, los cazadores se dedican diariamente al control de las poblaciones, cumpliendo una función social impagable. Su labor ha dejado de ser solo una afición.

Esa función social demostraría que se trata de una actividad esencial.

-Si no, ¿cómo se explican las prácticas cinegéticas que se permiten en Navarra para combatir las sobrepoblaciones? Para luchar contra las altas densidades, en diversas regiones del país están autorizados métodos y períodos que estarían prohibidos en condiciones normales, e incluso se ha podido cazar rompiendo confinamientos y toques de queda. ¿No es eso una actividad esencial?

¿Cómo debería actuar entonces el Gobierno foral?

-Creo que la nueva ley debería incluir un plan integral de fomento del sector. No todo se arregla dando más días hábiles y autorizando métodos que normalmente estarían prohibidos. La Administración obliga cada vez más a incrementar la presión cinegética, mientras que las temporadas son cada vez más largas, y eso tiene un coste muy elevado para el colectivo. Es incoherente estigmatizar al sector y luego pedir que resuelva los problemas enteramente a su costa.

Aquí entra el debate de la responsabilidad civil por los daños en los cultivos.

-El problema es que todas las leyes de caza autonómicas son tributarias del modelo estatal de 1970, que se basaba en dos pilares que ahora no existen: que había muchos cazadores y que, por tanto, el control de la densidad era total; y que el bosque estaba limpio, al haber mundo rural, y los ecosistemas no favorecían las densidades. Ahora, sin embargo, hay un incremento exponencial de especies de caza mayor y se ha reducido el número de cazadores. Por ello, cada vez hay más daños en los cultivos y menos masa social para cubrir las eventuales indemnizaciones. Conviene caminar hacia sistemas de colaboración y corresponsabilidad con los agricultores, y explorar otras vías, como el seguro de daños y fomento de métodos barrera.

Y el derecho punitivo, ¿cómo está en Navarra?

-Es de los de mayor carga punitiva del Estado. Hay una gran desproporción entre el desvalor y el reproche. Se llega a la inhabilitación muy fácilmente, aunque se comprometa levemente el bien jurídico protegido. Esto hace, además, que sea antieconómico, porque el cazador navarro sigue su actividad en comunidades vecinas, desplazando la economía fuera de su propio ámbito. Habría que repensarlo desde cero y aplicar sistemas punitivos modernos.